«Quiero ver si mi hija ha crecido»
Un final feliz. La gijonesa Elsa Lomas cumple hoy 53 años. Lo celebra en su casa, después de haber padecido el ingreso hospitalario más largo por covid: 315 días. La mitad, en UCI
YAGO GONZÁLEZ
Miércoles, 17 de febrero 2021, 01:23
Elsa Lomas García cumple hoy 53 años. Podrá celebrarlo en su casa con su marido, Francisco, y su hija, Eva. Y será gracias al personal médico del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, que la ha atendido durante los 315 días que esta gijonesa residente en la capital española ha estado ingresada por covid. Ha sido, hasta la fecha, la víctima de la pandemia con la estancia hospitalaria más larga de España. Una estancia llena de complicaciones y momentos de angustia en los que el hilo de su vida parecía a punto de cortarse.
«Conozco muchas plantas del hospital, muchas especialidades, muchas peripecias... Ha habido momentos malos, no es oro todo lo que reluce, pero el final es lo que cuenta. Lo he pasado mal, he estado muy malita, pero aquí estoy... No sé, me parece que es un milagro que esté aquí hoy», asegura una emocionada Elsa en un vídeo distribuido por el hospital.
Su ingreso le ha dejado secuelas: tiene parte del cuerpo paralizado tras sufrir un infarto cerebral en la UCI, donde ha pasado la mitad de su ingreso en el Marañón. Habla lentamente, con cierta dificultad, pero con un discurso perfectamente articulado. También ha padecido trombosis e infecciones durante su estancia. «Ella es la expresión de todo lo grave que le puede pasar a un enfermo con covid», señala María Eugenia García, médico del hospital.
Es cierto que Elsa contrajo la covid en una situación vulnerable. Su sistema inmune estaba muy debilitado por el linfoma que combatía desde finales de 2012 y que había requerido un trasplante de médula en 2017. Al año siguiente se vio obligada a dejar su trabajo como informática de un banco. Se dedicó a cuidarse y a atender a su hija, de once años. Y entonces llegó la pandemia. Tras una semana de fiebre alta, sin apenas moverse o comer, Elsa llegó a Urgencias del Marañón el 11 de abril del año pasado. La prueba PCR despejó las dudas: en su organismo estaba el virus llegado de China. En su caso, eso podía ser mortal.
Pero la historia ha tenido un final feliz. «El proceso ha sido muy duro, sobre todo para ella, pero también para toda la familia», afirma Esther, su hermana. «Aunque vuelve muy deteriorada y tiene mucho camino por delante, ella ha tenido muchas ganas de vivir y salir adelante. El hospital no ha escatimado medios humanos y profesionales; la gente siempre ha estado amable, gastando bromas y contribuyendo a que recuperara el ánimo... Además, como persona creyente, creo que la ayuda de Dios ha dado la puntilla final», asegura Esther.
Sofía Martínez, enfermera de Salud Mental que ha acompañado a Elsa a lo largo de una senda llena de altibajos, remarca que «los peores momentos han sido en los que Elsa no se ha dado cuenta, porque estaba en un hilito». «Ha habido muchas complicaciones, íbamos para arriba y de repente había una vuelta atrás», recuerda Sofía. «Aunque lo queramos hacer amable, el hospital es un lugar hostil: no es tu cama, no es tu entorno... Pero al mismo tiempo es un lugar en el que nos sentimos protegidos. La mudanza a su casa es un paso que genera ilusión y al mismo tiempo miedo, tiene sus dificultades», señala la enfermera.
Ahora Elsa está centrada en su recuperación acompañada de los suyos: «Tengo facilidad para olvidar rápidamente lo malo. Ahora tengo unas ganas locas de estar en casa. Quiero ver si mi hija ha crecido o no, ha sido casi un año sin verla, seguramente le haya cambiado la voz...».