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La Sobatiella.El prau se llenó de romeros a primera hora de la tarde y el ambientazo continuó hasta que cayó la noche. Pablo Nosti

Carminazo histórico con la sidra por bandera

Fiestón. La prohibición de entrar al prau, más lleno que nunca, con bebidas destiladas animó a muchos a escanciar y a tirar de los socorridos cerveza y kalimotxo

Ana Ranera

Gijón

Martes, 18 de julio 2023, 04:21

Pola de Siero ayer olía a folixa por todos sus rincones. A las cinco de la tarde, las charangas comenzaron a desfilar por la plaza de Les Campes, a ritmo de tambores, gaitas y trompetas que lo mismo cantaban el 'Asturias, patria querida' que se animaban con una canción de Lady Gaga. Había mucha alegría en la calle y también mucha emoción dentro del grupo Los Cascaos, donde, por primera vez, faltaba Lázaro Polledo, el que fuera su presidente e hijo adoptivo de Siero. «Estamos aquí por él», decía con lágrimas en los ojos su viuda, Ángeles Enríquez, mientras intentaba disfrutar de un ambientazo que, poco a poco, iba avanzando hacia el prau de La Sobatiella. Y es que, como decía el cronista oficial de Siero, Juanjo Domínguez, «el Carmín es como el oxígeno para un silocoso, nos da la vida».

Eso sí: antes de entrar, había que pasar por el control de seguridad, que impedía el acceso con botellas de vidrio que contuvieran bebidas destiladas. Con esas, este año la sidra recuperó su habitual protagonismo y compartió espacio con las cervezas y el kalimotxo, bajo la mirada de quince efectivos de Protección Civil, y un amplio dispositivo de Policía Local y Nacional. A ellos, se sumaban los sanitarios de Cruz Roja, entre los que había doce técnicos, dos médicos, tres enfermeros y tres ambulancias que, a lo largo de la jornada, atendieron principalmente cortes con botellas. «El año pasado bajamos mucho las intervenciones y hoy esperamos que se sigan reduciendo», explicaba Matías Amaro, de la Cruz Roja de Siero.

Muy cerca estaba situada la Zona Cero, «un espacio libre de agresiones machistas y también un espacio de reducción de riesgos en el consumo. En esa línea tenemos preservativos, alcoholímetros...», explicaba Aridane Cuevas, de Mil Voces Violetas. Y a su lado, la concejala de Festejos, Ana Rosa Nosti, deseaba que la jornada «mantuviera la tranquilidad» con la que comenzó.

Y en el prau parecía que así era porque, si bien la romería era más multitudinaria que la del año anterior -«esto está más lleno que nunca», decía algúm veterano-, no hubo ningún incidente reseñable a lo largo de la tarde. Como siempre, por La Sobatiella, se repartían las familias y los grupos de amigos con ganas de romería. Tantas que hubo algunos que este año, para acompañar la sidra, degustaron una mariscada en pleno prau.

Otros -la mayoría- fueron más austeros y echaron mano de tortillas y empanadas. Era el caso de Jesús Martínez, 'Jesu', para quien esta era «la mejor juerga asturiana» y tenía claro que «esto no hay quien lo pare». Como él pensaba el cronista oficial del concejo, Juanjo Domínguez. Él prometía que «para un polesu, El Carmín es como el oxígeno para uno que está silicoso. Nos da vida». Con ese humor, ayer corrió la sidra entre los miles de romeros que no se pierden nunca la fiesta. Un Carminazo histórico.

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