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Grátila alimenta los oficios tradicionales

Mercáu en Nava. Artesanía y cultura asturiana se dan la mano en una cita que reivindica las labores de antaño y trata de preservarlas para las generaciones futuras

Mónica Rivero

Lunes, 1 de agosto 2022, 00:38

En los años 50, cuando Alejandro Rodríguez Junco era todavía un niño, «varón que nacía en Bezanes, madreñeru nuevo que había en Campu Casu». Y es que, entonces, no existía otra opción. «Con doce o trece años ya tenías que aportar a la casería» y en todos los portales podían verse hombres trabajando la madera. El oficio; sin embargo, «se ha perdido por completo». Como otras tantas labores que, de no ser por citas como el Mercáu Tradicional La Puente Arriba de Grátila, en Nava, estarían casi condenadas a la extinción.

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Personas como la agroganadera y divulgadora Pilar Vega y su iniciativa 'Desfaciendo Maíz' son las que no permiten que esos trabajos manuales de antaño se pierdan. La gijonesa enseñó a los pequeños -y algunos mayores- que este fin de semana se acercaron a la localidad naveta a desgranar mazorcas, piñerar (tamizar) y lavar con tabla, la actividad favorita de los niños. Su empeño era recompensado con una degustación de palomitas, aunque lo habrían hecho gratis. «Les gusta 'cachiplear' y en días de calor, lo del agua les parece muy divertido, algunos padres ya están pensando en comprar tablas», bromeaba entretenida con la cestería.

La artesanía ha trascendido para muchos su carácter laboral para convertirse en un divertimento. Es el caso del yerbato -casado en Piloñu- de Luis Fernández Turrado, quien dedica su tiempo libre desde que se prejubiló de la mina a la talla de impresionantes obras en madera. Son piezas costosas, por lo que si saca algo de dinero, es por encargos. Aun así, no dudó en trasladar más de una treintena de pesadas esculturas en castaño, nogal y cedro al mercado, donde casi a su entrada recibían a los centenares de visitantes de toda Asturias -y otras comunidades- que pasaron por Grátila.

«Somos de Galicia, estamos de pasada porque mañana seguimos la ruta que estamos haciendo en furgoneta, nos enteramos un poco de rebote y vinimos, hemos aprendido muchas cosas», comentaba Laura Vijande ya cargada con varios regalos para la familia. «Hay cosas impresionantes», afirmaba sobre la variedad de productos hechos a mano que mostraban los puestos. Se van, aseguraba, con buen recuerdo. Tanto como «para volver» y disfrutar de nuevo de un entorno idílico en el que artesanía y cultura asturiana tienen pasado, presente y futuro.

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