Los técnicos confían en diseñar una solución al argayo de Salas esta semana
El derrumbamiento sigue estabilizado y se valora ejecutar una calzada provisional para reabrir la N-634 en la zona afectada
R. M.
GIJÓN.
Martes, 20 de abril 2021, 02:41
El riesgo parece disiparse. El viernes se produjo en las obras de la autovía Salas-La Espina en las proximidades de Casazorrina (Salas) el desplome de parte de un talud y desde entonces los técnicos de la Demarcación de Carreteras y de Dragados han estado supervisando la zona, ante la posibilidad de que el argayo se reprodujera. La misma tarde del corrimiento seguía activo y existía el temor a nuevos sustos. Las primeras inspecciones descartaron nuevas grietas y los días están pasan con el terreno asentándose.
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El objetivo de esta semana es ir definiendo soluciones. Los técnicos de la administración y de la contratista irán midiendo las dimensiones del incidente, diseñarán una solución constructiva tanto para retirar el material como para continuar las obras y fijar un talud definitivo, y calcularán su coste. Todos asumen que será largo y caro, por lo que se mantiene en estudio la posibilidad de ejecutar de urgencia una calzada provisional que sortee el argayo.
El desplome impide el paso de tráfico pesado en un entorno en el que existen empresas que mueven grandes volúmenes de carga por carretera, como las del acceso a Salas desde Casazorrina y las también afectadas del polígono industrial de La Curiscada, en Tineo. Una calzada provisional en el valle del río Nonaya contribuiría decisivamente a aliviar el atasco de los tráficos tanto en la zona como en la carretera alternativa para acceder al suroccidente asturiano desde el centro de la región, la AS-15, que estos días se está viendo sometida a una intensidad de tráfico desacostumbrada en los últimos años. La propia AS-15 está a la espera de mejoras de trazado, diseño, firme, anchura y estabilidad que la Consejería de Cohesión Territorial ya ha avanzado que se van a afrontar próximamente.
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Materializar una autovía en el suroccidente es un reto de ingeniería. Las montañas se suceden con materiales coluviales, esto es, pizarras y areniscas sueltas, poco compactadas, con litografías que se alternan. Es imposible anticipar de forma precisa lo que ocurrirá al abrir la ladera para asentar la calzada. Los técnicos del Ministerio de Transportes que hacen los proyectos tienden los taludes en base a parámetros de seguridad que se han demostrado efectivos, pero en la A-63 más de una vez han tenido que rectificar. Durante años la obra estuvo parada por los recortes y al volver parte de los taludes se habían desprendido.
Una solución que se valora es la aplicada en 2016 en el argayo de Porciles. Costó 4,29 millones y ocho meses. Comenzó 'cosiendo' la cabecera con una pantalla de micropilotes de 90 metros de largo, que contuviera la cicatriz de deslizamiento.
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