«El nivel de los alumnos no es el que era y la EBAU es una especie de café para todos»

Hace años que lo ven y que lo sufren. Son los responsables de los centros universitarios que concentran la mayoría de las asignaturas 'hueso', las de menor rendimiento, las que más cuesta aprobar a los alumnos. Las cifras han mejorado pero sigue habiendo problemas. El informe de la Comisión de Permanencia del Consejo Social de la Universidad, publicado esta semana por EL COMERCIO, vuelve a poner de manifiesto estas situaciones y dirige el foco hacia las posibles causas: la falta de eficacia de la EBAU y el nivel formativo de los estudiantes, especialmente en el área matemática. Habla también de la necesidad de mejorar la orientación preuniversitaria, entre otras cuestiones.

«Estoy completamente de acuerdo con todo». Lo dice Levi Pérez, decano de la Facultad de Comercio, Turismo y Ciencias Sociales Jovellanos. «La EBAU no filtra nada. Solo para grados con nota de acceso muy alta, como Medicina, Física, Matemáticas... Porque es evidente que los que rozan el 14 son excelentes. Pero en las carreras con notas medias, hay una especie de café para todos. Y nos encontramos con tasas de rendimiento y éxito bajas y de abandono, altas», lamenta. En los resultados de la EBAU está, para Pérez, una de las causas del problema: «La señal que reciben de la EBAU es errónea: creen que están preparados y no lo están». Eso se suma, dice, a una «mala orientación, no saben qué van a estudiar, qué asignaturas tienen, qué competencias necesitan para la carrera. En nuestro caso, desconocen que necesitan buena formación en matemáticas y estadística y luego fracasan estrepitosamente». El problema de fondo, para Pérez, es que «vamos hacia un panorama en el que todo el mundo tiene que acceder a la Universidad, y no debería ser así».

En la misma línea se muestra Rubén González, director de la Escuela de Marina Civil. «Notamos una falta de base importante en asignaturas críticas, como Matemáticas, Física y Química». Un problema, admiten González y los demás, que afecta principalmente a los grados con notas de acceso bajas. Se da la circunstancia de que hay alumnos que entran en alguna ingeniería sin haber estudiado en segundo de Bachillerato materias importantes para ese grado, quizás porque no es lo que tenían pensado estudiar (otra circunstancia que está en el origen del problema, acceder a grados que no eran los deseados). El director de Marina hace también autocrítica y cree que Universidad y Educación «deberían ir de la mano» en la orientación de Bachillerato.

José Manuel Noriega es el decano de Ciencias y, en su caso, los estudios sí tienen notas de corte altas, por lo que la EBAU en esta facultad sí realiza una importante selección. Eso no les ha librado de detectar problemas «con la formación con la que llegan; si lo comparas con hace unos años, se ve disminuir el nivel». Noriega apunta otra cuestión: la «diversificación formativa de los estudiantes. Antes, se preocupaban solo de la carrera. Ahora, dedican tiempo a otras formaciones, como los idiomas». En cuanto a la EBAU, admite que «algo falla», aunque no se atreve a ir más allá, por «lo complejo» de la situación. Constata, eso sí, las dificultades para superar las asignaturas de matemáticas en alumnos que han obtenido buena nota en esa misma materia en la selectividad.

«El nivel que había no lo tenemos ahora». Así arranca su reflexión, de forma clara. Pero, como los demás, advierte de que la situación es muy compleja como para hablar solo de un problema de Secundaria o Bachillerato. «Son causas, es las sociedad. Antes, el Bachillerato era más duro, aunque no sé si es la palabra. Había que esforzarse más... Si al final pasan todos, los que se han esforzado y los que no...». Martín habla también de las expectativas de los alumnos. «Tienen toda la información a su alcance, pero no saben lo que van a estudiar, no tienen ni idea de todo lo que la Universidad de Oviedo, y en concreto el campus de Mieres, les ofrece, no saben en qué consisten las carreras». Y añade: «Van a elegir algo que es muy importante para su vida. Me gustaría que estuvieran más motivados».

Su discurso es diferente al del resto. Pese a que el centro que dirige, la Politécnica de Gijón, es de los que sufren el bajo rendimiento en algunas materias, Juan Carlos Campo no detecta ningún problema. Porque la tasa de rendimiento general de la Universidad de Oviedo está en la media española. El propio Consejo Social descarta que haya «un problema estructural». No coincide con el análisis que hacen los demás respecto a la EBAU: «Su función es homogeneizar a los alumnos, y eso lo hace bien».

A su juicio, el sistema responde al objetivo de «dar la oportunidad al máximo número de gente posible». «¿Aprobar la EBAU significa que tienen que aprobar aquí? No. Es evidente que el que entra con un 5 tiene más posibilidades de suspender». Porque «la Universidad tiene que aspirar a la excelencia» y en los grados en los que no hay una 'selección' previa de la nota de corte, es el propio grado, defiende, el que se encarga de hacerlo. Sí hay dos cuestiones en la que coincide: en que sería deseable una mejor orientación y que los alumnos llegan «justos» en algunas materias. «Pero mejor en otras muchas cosas, como los idiomas».

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