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Alrededor de un centenar de niños encienden las velas que portan en palmatorias realizadas por ellos mismos. MARÍA FUENTES

Los fieles de La Magdalena se vuelcan con La Candelaria por segundo año

La procesión, rescatada el año pasado por el párroco David Cuenca, congregó a varios cientos de personas, que recorrieron el parque del barrio

BORJA PINO

AVILÉS.

Lunes, 3 de febrero 2020, 01:28

Desde su nacimiento en Canarias en pleno siglo XV, la festividad de La Candelaria se ha convertido en una de las fechas clave de la liturgia católica. Cada 2 de febrero, miles de fieles de toda España salen en procesión para honrar a la Virgen de Las Candelas, coincidiendo con la presentación del niño Jesús en el antiguo templo de Salomón, en Jerusalén. Una tradición que los feligreses de la parroquia de San Agustín de La Magdalena disfrutan desde que, el pasado año, David Cuenca, párroco de la misma, la rescató del olvido. Ayer, en su segunda edición, los habituales del templo volvieron a congregarse para recorrer el parque del barrio candela en mano, precedidos por la cruz y entre oraciones, cánticos y bendiciones.

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Pese a que su inicio estaba fijado para las once de la mañana, los primeros participantes comenzaron a congregarse en la iglesia casi cuarenta minutos antes, hasta llegar a sumar alrededor de trescientas personas. El papel más relevante lo ocuparon los niños integrados en los cursos de catequesis, infancia y juventud, que en las jornadas previas elaboraron palmatorias artesanales con cartones y plásticos para portar las candelas en el gran día.

Al fin, a la hora convenida, y coordinados por el propio Cuenca, los fieles formaron junto al edificio, con la cruz al frente, los adultos en el centro y los más pequeños, acompañados por el propio clérigo, en la cola. Tras la bendición colectiva de rigor, y después de repasar brevemente los orígenes de la celebración, el párroco dio la orden de salida, y la procesión comenzó su recorrido por el parque de La Magdalena, al compás de los cantos en latín entonados por los miembros del coro Shema, que por primera vez se sumó al acontecimiento.

No faltaron las escenas tiernas, como la de los niños que, en plena marcha, recurrieron a sus propias candelas para encender las de sus compañeros cuando se apagaban. Ni tampoco las anécdotas graciosas; en especial, la de aquellas feligresas preocupadas porque las llamas de las velas pudiesen inflamar sus cabellos peinados con laca. Finalizada la marcha, de un cuarto de hora, los participantes volvieron al templo para asistir al oficio dominical.

Para Cuenca, el haber instaurado el pasado año esta práctica, y constatar que se mantiene, es un motivo de alegría. «Una procesión siempre encanta a los chavales, porque es algo distinto y un motivo de celebración», señala. Su percepción es que, en esta ocasión, el número de fieles atraídos ha sido mayor que en la primera procesión.

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Una fiesta de encuentro

Instaurar prácticas como esta también es una oportunidad para fomentar la colectividad. «Esta fiesta está muy vinculada con el encuentro, tanto con el Señor como entre los fieles», explica el clérigo. Sin embargo, los tiempos cambian, y Cuenca ha adaptado el evento a esa evolución.

José Gutiérrez, sacristán de la parroquia desde hace 28 años, alberga la esperanza de que La Candelaria de La Magdalena vaya a más en años venideros. «He conocido a ocho curas, y este es el primero que hace algo así. Estamos muy contentos».

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