La Fraternidad de Francisco entregó más de 150.000 menús desde 2020

Tras estos casi tres años de actividad solidaria, en los que además han sido diana de críticas sobre la imagen que las 'colas del hambre' ofrecen de la ciudad y de acusaciones sobre cronificación de la pobreza, la presentación ayer de los resultados del estudio socioalimentario 'Conocer la realidad para transformarla' sirvió a los voluntarios de la Fraternidad para desmentir las imputaciones y poner un espejo frente al resto de actividad solidaria más o menos oficial.

Carmen José Fernández Rodríguez, médica, bioquímica y nutricionista, además de voluntaria de la entidad, se reafirmó en la necesidad de continuar entregando menús aunque «repensando» la fórmula, conforme a las sugerencias del Libro Blanco de la Alimentación Sostenible, encargado por la Fundación Alternativas y firmado por 53 autores. «Necesitamos ir más allá de la acción directa frente a una de las consecuencias de la pandemia: la precariedad alimentaria», alertó y señaló que la alimentación «es un eje fundamental de la vulnerabilidad». A la vez la entidad se reafirmó en que el reparto de la bolsa de menús sigue siendo una actividad necesaria «para vivir, para comer algo, para pagar otras cosas o para salir adelante», tal como se extrae de la encuesta realizada a 62 usuarios, entre el 10 de octubre y el 11 de noviembre del pasado año.

El perfil de persona que solicita ayuda a la Fraternidad de Francisco es el de un español (71%) con una edad comprendida entre los 50 y los 69 años, casi tantos hombres (56%) como mujeres (44%). Para el 13% de los usuarios encuestados, los productos de esta bolsa son la única comida que entra en el domicilio. El 87% restante lo completa con la compra de alimentos (53%), con lo recibido por otras entidades (13%) o por familia o amigos (10%), lo conseguido como limosna (6%) o rebuscando en la basura (5%). «Para buscar soluciones hay que conocer la realidad porque no será el mismo abordaje el que tengamos que realizar cuando una persona recurre a un contenedor, lo que significa que estamos hablando de pobreza, que cuando vienen a por el menú la segunda quincena del mes, cuando ya han gastado el dinero que ingresan en el pago de la vivienda y de suministros, esto es precarización», diferenció Carmen José Rodríguez.

En este sentido confirmaron que realizarán más estudios «porque tampoco es lo mismo comer el menú en un domicilio propio que vivir en un piso compartido con derecho a cocina y también hay que conocer, por ejemplo, la priorización del gasto» para estos abordajes que la entidad está dispuesta a planificar.

El 56% de los usuarios se lleva la bolsa a diario, frente a un 23% que lo hace tres veces o menos por semana y un 18% que lo hace tres o más. Un 3% la coge a diario solo medio mes. Solo la mitad de los encuestados afirma recibir ayuda del 'Pan de los Pobres'.

Otra de las conclusiones del estudio es el elevado porcentaje de beneficiarios con problemas de salud relacionados con la alimentación, lo que está directamente relacionado no solo con el contenido de los menús, sobre lo que también lanzan una advertencia, como sobre la necesidad de retomar la formación en educación alimentaria que hacían antes de la pandemia. El 66% se medica de forma habitual por prescripción médica y el 73% había acudido a una consulta médica en los seis meses anteriores a la encuesta.

«Es necesario disminuir la cantidad de alimentos ultraprocesados que repartimos, nuestros usuarios comen demasiada bollería», advirtió la nutricionista Carmen José Rodríguez, que exculpó a la entidad al recordar que reparte los excedentes donados por las empresas. En este sentido, pidió corresponsabilidad a las mismas para mejorar el contenido e incluir más verdura y fruta en lugar de bollería y otros productos procesados.