Un homenaje al guardián de un edificio con vecindad ejemplar
Sorpresa. Julio Aguado recibe un reconocimiento de una comunidad muy bien avenida gracias en gran medida a su generosidad
No todo son comunidades de vecinos mal avenidas. En Avilés hay al menos una, en la calle de Fernando Morán, en la que no sólo reina la concordia sino en la que hasta hacen pandilla. Y el 'culpable' de ese buen rollo es el vecino que más años ha estado al frente de la comunidad de propietarios y al que el pasado fin de semana rindieron homenaje. Julio Aguado, el 'guardián del edificio', se vio sorprendido por un fiestón que reunió a 55 adultos y 21 niños en la sala Santa Cecilia. Comenzó a las dos de la tarde y terminó de madrugada con muchas de las jóvenes parejas recordando viejos tiempos de adolescencia. Si ya antes se llevaban bien, ahora se llevan aún mejor y con planes para futuras fiestas.
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«Fue el primer presidente de la comunidad, pero sobre todo es un vecino imprescindible, de esos que te hace la vida más agradable, que se implica y que trabaja altruistamente por los demás», resume Mónica Rubia, que fue la organizadora de un homenaje en el que no faltó nadie porque incluso los cuatro propietarios que no pudieron asistir colaboraron con la fiesta y enviaron un mensaje en vídeo. También lo hicieron la dentista del bajo comercial, dos empleadas del cercano Alimerka y la pizzería Domino's, a la que llevan a los críos del edificio todas las navidades después de decorar el portal.
Aquella fue una iniciativa de Julio, igual que el brindis vecinal también por Navidad. «Me acuerdo una vez que subimos hablando en el ascensor de que me gustaba el guiso de jabalí y apareció al día siguiente con un túper con un guiso hecho por él. Si le dices que te gusta algo, al poco tiene un detalle contigo. Es una persona única», comenta otra vecina, Mónica Álvarez.
«Le encanta cocinar, hasta realizó un curso cuando estuvo sin trabajo porque no puede estarse quieto», explica su hija Claudia, que fue una de las sorpresas de la fiesta. Claudia está de Erasmus en Polonia y los vecinos le pagaron el viaje para que se uniera al homenaje. «Llegué de miércoles a Madrid y me quedé con mi tía en León hasta el viernes, cuando Mónica Rubia y su marido me fueron a buscar a Oviedo y estuvieron conmigo todo el día. Dormí en casa de mi mejor amigo en Avilés y estuve llamando todo el rato a mis padres para no cruzármelos ese sábado antes de la comida», recuerda todavía emocionada Claudia desde Cracovia.
Ella fue la encargada de investigar el menú favorito de su padre porque lo de los oricios y la paletilla de lechal lo tenía más o menos controlado, pero ni idea de cuál era el postre que más le gustaba: fresas con nata.
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Claudia dice que siempre ha sido así, colaborador y servicial. «No le cuesta nada hace algo por los demás y lo hace sin esperar nada a cambio», por eso sus vecinos le profesan tanto cariño, porque reconocen en este guardia civil retirado y exconserje del Museo de Historia Urbana y de la Casa de la Cultura no sólo al guardián sino también al pegamento del número 20 de Fernando Morán.
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