Melchor, Gaspar y Baltasar reciben el calor de los niños

Pocas veces un aeropuerto, cualquiera de ellos, ha sido escenario de recibimientos tan emotivos, sinceros y esperados como el que ayer, tras dos largos años de espera, recibieron los Reyes Magos en la terminal de Santiago del Monte. Llegados por aire con una ligera ayuda de Iberia, Sus Majestades de Oriente se reencontraron a pie de pista con sus enamorados, tanto niños como adultos, deseosos de ver en directo y arropar a los grandes protagonistas de estas fiestas antes de su gran noche.

A menudo los comienzos son tímidos, y lo mismo podría aplicarse al reinicio de ayer. Porque si en 2020 fueron cerca de 1.300 las personas que abarrotaron la terminal, apenas medio millar se congregó este enero. Nada de eso ensombreció el acontecimiento; ya desde las tres y media de la tarde, momento de apertura de los accesos, los primeros grupos de padres e hijos cruzaron los controles y pasaron a la pista. Desde allí pudieron disfrutar de las tradicionales maniobras ejecutadas por los tres vehículos de bomberos adscritos a la terminal, un entremés siempre exitoso entre los más pequeños.

Sin embargo, tres eran los protagonistas indiscutibles, y bastó vislumbrar en el horizonte la silueta del Airbus A-319, procedente de Madrid, para que los vítores y los aplausos se impusiesen al estruendo de los motores. Con la aeronave ya en tierra unos sonrientes Melchor, Gaspar y Baltasar descendieron repartiendo saludos a diestro y siniestro, recogiendo las cartas de última hora y, eso sí, aconsejando a público que «se cuiden los juguetes y, cuando ya no se usen, se den a los niños que no los tienen».

Por fin, tras un encuentro protocolario con la alcaldesa, Yasmina Triguero; el concejal de Festejos, Roberto Santiago, y el hasta ayer director de la terminal, Carlos San Martín, Sus Majestades se retiraron a Piedras Blancas a reponer fuerzas para la cita imprescindible: la Cabalgata.