Dos lienzos de Fierros que son un regalo
El Museo Casa Natal de Jovellanos incorpora a su colección dos óleos del pintor de Ballota procedentes de Galicia. Están siendo restaurados
Es Dionisio Fierros Álvarez uno de los grandes nombres de la pintura asturiana, un creador bien representado en el Museo del Prado y en el Bellas Artes de Asturias, así como en las colecciones de Gijón que se conservan en el Museo Casa Natal de Jovellanos, que ve ahora cómo dos nuevas piezas se integran en sus fondos para pasar a formar parte de la exposición permanente una vez sean restauradas con el mimo que exige su siglo y medio muy largo de periplo por las paredes.
Nacido en Ballota (Cudillero) en 1827 y fallecido en Madrid en 1894, se formó en Madrid, en el taller de José de Madrazo primero, en el de su hijo Federico después; al mismo tiempo llevaba sus pinceles y su inspiración a la Academia de Bellas Artes de San Fernando y se afanaba en copiar las obras de grandes maestros del Prado. Fue uno de esos creadores que tuvo oportunidad de moverse por Europa y, de hecho, gracias a la protección del marqués de San Adrián, viajó a París para continuar su proceso formativo.
Fue en Santiago de Compostela donde se instaló a su retorno. Allí residió entre 1855 y 1858 con el afán de trabajar el paisaje y el costumbrismo sin dejar de lado su gusto por el retrato, pues era magnífico llevando al lienzo al ser humano. No es extraño pues que las dos piezas que acaban de llegar al Museo Casa Natal de Jovellanos provengan precisamente de Galicia, del municipio de Bóveda, donde fueron recogidas las obras donadas por los hermanos Parada Bendi. A través del correo general de la institución cultural contactó la familia para propiciar tan hermoso regalo. Se trata de dos retratos, en pareja, algo común a la hora de encargar las obras en aquel entonces.
Los dos lienzos han llegado a Gijón en no demasiado buen estado de conservación. Por esa razón, se hallan ya en el taller de la restauradora Laura Rodríguez Noval, que estima que tardará un mes aproximadamente en darles el brío y el brillo que merecen esos óleos sobre lienzo de un tamaño medio, 79x56 y 79x57. «Están en bastante mal estado», revela la restauradora.
Los cuadros son dos óleos sobre lienzo, ambos fechados en 1857 y casi idénticos. Uno retrata a Ascensión Ulloa Sotelo de Novoa y el otro a Ramón Pedrosa Porras. «Son un excelente ejemplo de la primera etapa de su producción. En ese tiempo el artista se traslada a Santiago de Compostela, donde retrata a una clientela entre la que se encuentra una emergente burguesía empresarial y una pequeña artistocracia deseosa de mantener su estatus», revelan fuentes el museo gijonés, que detallan que al último grupo pertenece esta pareja de retratos en los que se advierte la influencia de Federico Madrazo. «Fierros representa a ambas figuras de busto prolongado, sobre un fondo de celaje con nubes característico del denominado purismo romántico», concluyen las mismas fuentes. «Las figuras posan con solemnidad en ligero tres cuartos y van ataviados con ropajes y joyas que son una muestra de su estatus».
Viene a cubrir esta generosa donación una laguna de la colección, puesto que no cuenta en sus fondos con este tipo de retratos en pareja ni tampoco masculinos. Las obras que sí forman parte de los fondos gijoneses son cinco retratos, dos bodegones, un paisaje marino y una pequeña maternidad. Además, se conservan una docena de dibujos de pequeño formato.
«Las obras no tienen rotos ni grandes lagunas de policromía, pero sí están destensadas y con el bastidor sucio», señala la restauradora. El barniz está oxidado, motivo por el cual los lienzos presentan un color amarillento, lo que dervirtúa los tonos originales de las obras.
El proceso de restauración exige inicialmente el empapelado de protección sobre la zona policromada, para proceder al desmontaje, la limpieza y el tratamiento del bastidor y la colocación de refuerzos en el lienzo para volver a tensarlo sobre el bastidor. Una vez eliminado ese empapelado de protección, se trabajará directamente sobre la pintura a través de una limpieza química del barniz de toda la suciedad superficial antes de afrontar el estucado y la reintegración cromática de las lagunas y proceder a un nuevo barnizado final que dejará las obras listas para ser admiradas por el público.
Los marcos, que conservan su marco oval original, «muy del gusto del artista y decorado con motivos florales en los ángulos y en las enjutas», también han de ser restaurados, puesto que presentan xilófagos, por lo que se les va a someter en Oviedo a un proceso de desinfección por anoxia.
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