«Solo compartiendo se puede recordar para sanar»
Este jueves llega al Teatro Jovellanos 'La enciclopedia del dolor', una pieza de Pablo Fidalgo que indaga en la violencia y los abusos sexuales en la Iglesia
M. F. Antuña
Miércoles, 22 de marzo 2023, 14:24
Es teatro. Es documento. Es verdad con modos de performance. Es un ejercicio de recordar para sanar. 'La enciclopedia del dolor, tomo 1: esto que ... no salga de aquí' se sube este jueves a las tablas del Teatro Jovellanos con el ánimo de hacer una lectura diferente sobre los casos de violencia y abusos sexuales en el seno de la Iglesia. Lo curioso es que precisamente de aquí partió la pieza de este creador gallego que vive ahora a caballo entre Gijón y Lisboa. La sala de ensayos del Jovellanos fue donde Fidalgo trabajó mano a mano con el actor argentino Gonzalo Cunill para dar forma a esa crónica negra tan cercana para el creador, que habla de esa vergüenza acontecida en las cercanía de los setenta, ochenta y noventa a partir de su propia experiencia en los maristas de Vigo.
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Producida por ElenaArtesescenicas, Teatro de la Abadía y Wiener Festwochen, parte de una noticia de prensa leída apenas hace dos años atrás que remitía ese colegio de su infancia. Con ese primer mimbre se fue componiendo todo lo demás, ese viaje por un infierno sobre el que nunca se han abierto las ventanas, que está –sostiene el creador– sin ventilar y sobre el que hay mucho que hablar. Y lo hace una manera muy particular: «Trabajo un tipo de obra muy despojada, muy poco en la idea de espectáculo que tenemos y en la que busco la precisión y la claridad de las palabras, del lenguaje», introduce Fidalgo sobre un producto teatral que no es fácil de definir y que trasciende lo convencional. «No escribo personajes, sino para personas que tienen sus cuerpos y sus vivencias, que se unen conmigo y con mi propia vivencia», anota el artista gallego. Y ahí Gonzalo Cunill tiene también su dolor en la piel que unir al montaje: «Se educó en la dictadura argentina, en colegios religiosos, también experimentó la violencia estructural que hemos vivido muchas generaciones de hombres y de mujeres», indica Fidalgo. Hay algo que curar y la obra permite visualizarlo, compartirlo: «Hemos sentido la cantidad de personas que comparten esta experiencia y tienen una herida respecto a la educación y sus años de infancia».
Esos colegios acusados siguen acogiendo niños y en ese sentido clama Fidalgo por una mirada atrás. «A nivel de la sociedad civil, ya no hablo solo de la justicia, porque es un tema que debe ser ser judicializado, no hemos avanzando nada». Dicho todo lo dicho, el 'feedback' del espectador ha sido emocionante y revelador. Muchos han clamado el 'yo también' después de ver, oír y recordar. «A veces, para hacer memoria es necesario compartir y saber, solo compartiendo se puede recordar para sanar, eso es lo más fuerte de esta obra, el proceso de memoria colectiva», asegura Fidalgo, que siente que la función vuela más libre fuera de España que dentro. Pero eso no significa que no llegue igualmente. En Eslovenia, por ejemplo, también sintieron en el público esa conmoción de lo cercano, de lo vivido y sufrido. «Muchas personas estuvieron hablando de sus experiencias, pero sí sentimos que en otros países llega de un modo más libre, aquí hay una carga que pesa mucho». Pero que nadie se preocupe, porque el acceso a la poética de la obra está abierto de par en par.
La poética, la belleza, es la vía para hacer llegar la verdad, huyendo siempre de los artificios. «Yo no pongo mi vida a lo bestia. En todas mis piezas hay algo de lo sutil, de lo ambiguo, de la confidencia, no es panfletario, intenta comprender todas las partes y circunstancias de las historias», revela. Esta que ahora cuenta es traumática y hay víctimas incluso entre los verdugos, lo que no les exime de pagar. «Yo hablo mucho de los curas, de los hermanos que me daban clases, chicos de pueblo que no sabían nada, paracaidistas que cayeron en ese colegio y esa orden... pero su crueldad nada la justifica», anota.
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Este volumen primero tendrá continuidad hasta conformar una trilogía sobre Vigo. «De la ciudad que yo crecí no queda nada, ha cambiado a nivel social, arquitectónico... La idea general es intentar rescatar una memoria auténtica de esa ciudad desfigurada». La infancia, la adolescencia estarán ahí en las piezas por llegar, la primera de las cuales ya se escribe. Puede que para 2024 vea la luz. Pero, de momento, interesa esta primera parte que en junio llegará al Schaubühne de Berlín.
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