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Los bailarines salieron a escena para mostrar piezas de distintas etapas del ballet clásico. Damián Arienza

Toda la belleza del ballet emerge en Gijón

Álvaro Rodríguez Piñeira tiró de agenda y amigos para componer un fresco vivo y hermoso de piezas clásicas, neoclásicas y contemporáneas en la gala del Jovellanos

M. F. Antuña

Gijón

Viernes, 25 de julio 2025, 22:39

Siete ediciones y siete ocasiones para ver a grandes bailarines haciendo del ballet bandera. El Jovellanos alzó el telón y aplaudió la Gala Internacional de ... la Danza que dirige el bailarín gijonés Álvaro Rodríguez Piñeira, que reúne a un magnífico elenco de colegas en torno a las tablas que le son más cercanas para mostrar con sus pies, su expresividad y sus envolventes y mágicos movimientos la tradición del repertorio del ballet clásico, piezas neoclásicas y contemporáneas con firmas de grandes coreógrafos.

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Claudia D'Antonio, estrella del Ballet del Teatro San Carlo de Nápoles; Camille Bon, solista del Ballet de la Ópera Nacional de París; Salvatore Manzo, estrella del Ballet del Teatro San Carlo de Nápoles; Nicola Di Vico, solista del Ballet de la Ópera Nacional de París; Linda Giubelli, solista del Ballet del Teatro de la Scala de Milán; Navrin Turnbull, solista del Ballet del Teatro de la Scala de Milán; Laura Pérez Hierro, de la Compañía Nacional de Danza; Juanjo Carazo Arranz, de la Compañía Nacional de Danza, y el propio Álvaro Rodríguez Piñera, solista internacional del Ballet de la Ópera Nacional de Burdeos, salieron a escena para cumplir de nuevo con lo que es ya una tradición del verano.

Álvaro Rodríguez Piñeira tira de agenda, de amigos, de compañeros de escenarios para que en Gijón se pueda ver danza de gran calidad como la que en la tarde de ayer ocupó lugar de privilegio durante dos horas. «En Asturias y en España hay programación de danza, pero no de ballet, y con esta gala quiero fomentar la danza clásica que es la base de cualquier otra danza, la estilizada, la bolera, todo pasa por ahí y es importante que el público tenga acceso sin ir a una gran capital a ello», señala Rodríguez Piñera, que por esa razón buscó para la ocasión extractos de distintos ballets.

Se vieron y se aplaudieron sobre las tablas del Jovellanos a lo largo de diez coreografías partes de ballets románticos como 'El festival de las flores en Genzano' o 'Coppélia' que nunca antes se habían representado a este nivel en Gijón. Se gozó del ballet más académico del clasicismo, como 'La bella durmiente', que se vio ya en la versión rusa pero mostró en esta ocasión la de la escuela francesa que Nureyev hizo en la Ópera de París. En la capital francesa se ha podido ver esa pieza esta temporada y con idéntica calidad, aunque solo un trocito se pudo disfrutar en Gijón.

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Además del clásico más romántico, hubo en el repertorio hueco para el neoclásico. 'Rhapsody', un paso a dos de Frederick Ashton, uno de los coreógrafos del Royal Ballet, salió a escena para deleite de un público que se nutrió de la mezcla, del juego, de una amplia paleta de colores que puso en el lienzo escénico Álvaro Rodríguez Piñeira, que tampoco se olvidó de las creaciones contemporáneas y de la danza española.

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