«El arte ha de ser asequible para todo el público»
El Teatro Jovellanos da la bienvenida mañana a 'Tocororo', una suerte de autobiografía con música y danza que recrea toda la alegría, el color y el sabor de Cuba
Carlos Acosta (La Habana, 1973) es un bailarín y coreógrafo entre dos mundos, entre su compañía con sede en Cuba y el Ballet de Birmingham ... que dirige. Es un emigrante que ha aprendido del mestizaje y que es ya un ciudadano del mundo. Mañana y el sábado se podrá ver y gozar en el Teatro Jovellanos de Gijón 'Tocororo Suite' (20.30 horas), uno de sus espectáculos más aplaudidos y que en diciembre cumplirá 20 años sobre los escenarios. Desde Gran Bretaña, su creador descubre los cómo y porqués del show.
Publicidad
–¿Qué tiene su espectáculo para ser tan longevo?
–Es ligero, veraniego, caribeño y tiene toda esa riqueza de la cultura cubana. En cuestión de danza encierra muchas exigencias, como es el caso del ballet, la danza contemporánea, la rumba cubana... Es también un espectáculo que se presta para la familia, lo pueden disfrutar los niños, los mayores, los jóvenes, los conocedores y los no conocedores. Es muy asequible, muy fácil de entender.
–¿Qué asuntos plantea?
–Es un espejo que mira hacia la emigración. Todo el que emigra, o el que comienza en un nuevo entorno, que puede ser incluso un nuevo trabajo, tiene que adaptase y tratar de superar los obstáculos que ese paso trae. Yo trato de hablar sobre eso utilizando tipos de danzas diferentes. El niño protagónico, que se llama Tocororo, habla con el ballet clásico, viene de otra cultura y llega a un entorno donde hablan diferente, donde están la rumba y el folclore, y no le queda otro remedio que aprender ese idioma. Tener su propia cultura y absorber una foránea le hace mejor.
–¿No es esa la historia de su vida?
–Es una autobiografía casi. Es lo que me pasó a mí a raíz de dar el paso para emprender una carrera internacional. Yo llegué a Inglaterra con 18 años, no sabía lo que era un banco, me enteré de que el dinero en vez de dártelo físico te lo depositaban por transferencia y no sabía que se extraía por una cosa que se llamaba tarjeta de crédito. Era como vivir en otra galaxia. Esa gran metrópoli que es Londres me intimidaba, y me embarqué en tratar de encontrar mi pedazo de Cuba y empecé a intentar ver dónde estaba mi cultura, dónde estaban los cubanos, porque entonces era la única forma de expresarme, solo ellos me entendían porque no podía hablar inglés, no podía asistir a un cine, no entendía nada...
Publicidad
–¿Y cómo lo vivió?
–Todo eso me sumió en una gran depresión, empecé a dudar si había tomado el paso correcto o no, porque uno siempre trata de buscar el consuelo y la seguridad de la familia y yo era un chaval solo en el mundo lleno de dudas, de inseguridades... De todo eso trata el espectáculo.
–Pero al final usted no se arrepiente de haber dado ese paso.
–Claro, como el mismo Tocororo al final logra aprender a bailar rumba sin perder su esencia, que es el lenguaje clásico del ballet. Yo me he convertido en una fusión de toda la información y la experiencia que he vivido en todos esos países, sin dejar de ser cubano. El ser humano se debe al mundo y mi conclusión es que soy un hombre del mundo, Cuba sigue ahí, pero también me formé en la escuela británica de danza, y todo eso lejos de haberme empobrecido me ha enriquecido. Ha valido la pena.
Publicidad
–Entiendo que en casi 20 años, el espectáculo ha tenido que evolucionar de alguna manera.
–Sí, ha ido madurando. Inicialmente había una santera que declamaba textos, no era solo danza y música. Ella actuaba como una especie de oráculo que le leía el destino al muchacho, y yo quité todos los textos y lo concentré en la danza, para hacer una historia más ligera, más compacta. Inicialmente duraba una hora y media y ahora, hora y quince minutos, y también he incorporado escenas nuevas que permiten la interacción con el público, para meterlo más en lo que ocurre. Ha ido cambiando. Ahora va más al grano.
–¿Es un disfrute al puro estilo cubano?
–Exactamente. Y tiene mucho humor, es fácil de entender, es un divertimento cubano con una banda en escena. Es más comercial, menos conceptual, más asequible, más para disfrutar.
Publicidad
–¿O sea que derriban esos miedos contra la danza? ¿Ese temor a que no pueda ser para todos los públicos?
–A mí me gusta que el arte y todo lo que yo haga sea consumido a varios niveles y que hable para todo el mundo, que haya algo para cada uno, para el que busca lo rompedor y de vanguardia y para el que solo busca pasar un buen rato. A los cubanos, que estamos en continuo diálogo con el sol, nos gusta llevar el sol y la alegría caribeña a escena, ya hay otros espacios de reflexión para otros asuntos. Si me preguntan cómo quisiera ser recordado, yo respondería que me gustaría que se dijera que mi trabajo es asequible para la mayoría de la audiencia. Puede que no sea algo muy intelectual, pero quiero que el público lo pase bien y conecte, que llegue.
–Está en Gran Bretaña, ¿en qué está trabajando ahora?
–Ahora estoy ensayando un espectáculo que voy a bailar yo. De vez en cuando me programo para bailar, para mantener el estado físico. Es una pieza que se titula 'On before', que hice para mi madre en 2010 cuando falleció. Le hice una especie de tributo con una primera bailarina del Royal Ballet y el año pasado se lo monté a una de mis bailarinas de Acosta Danza. Vamos a hacer otras funciones. Y en Birmingham estamos en ensayos para la ceremonia de los 'Juegos de buena voluntad'.
Publicidad
–¿Cómo se puede tener compañía en Cuba y en Europa al tiempo?
–Es cuestión de tener un buen equipo, trabajar con gente capacitada a niveles de marketing, de todo lo que es visual, de profesores... Se trata de formar un equipo lo más familiar posible y que todo el mundo defienda ese proyecto. Y tú tienes que tener claras las ideas para transmitírselas al equipo, para guiarlo. Eso y saber delegar. En Cuba y en el Ballet de Birmingham.
–¿Cambia la manera de bailar a un lado y otro del charco?
–Obviamante, un bailarín es un ser humano y tiene su idiosincrasia, su entorno, la riqueza de su país y su cultura y eso se transmite mediante el arte. Los cubanos estamos en la calle, sudando, caminando a la fresca, la brisa, somos isleños, apasionados y eso se transmite. Incluso los biotipos afectan, si alguien es más alto o más bajo. Como quiera que sea, siempre van a existir distinciones.
Noticia Patrocinada
–¿Cómo está la situación artística en Cuba?
–Hace ya mucho tiempo que no voy, desde la pandemia, iré en agosto. Pero está muy difícil la cosa en los teatros, muchos están cerrados, están siendo reformados. El Teatro Martí es colindante al hotel que sufrió la explosión y tiene daños y está cerrado, el Gran Teatro de La Habana está siendo reparado... Es muy difícil todo y obviamente la parte económica, la inflación, no ayudan, por eso es muy bueno que los bailarines, por lo menos de Acosta Danza, puedan salir y hagan cosas en Inglaterra y España.
–¿Y cómo ve la situación social y política?
–Yo trato de evitar estas cuestiones porque mi opinión siempre va a ser interpretada de una forma u otra. A mí me gustaría que en Cuba el patrimonio cultural no se pierda y ahora hay mucho éxodo. El arte está sufriendo mucho por ese motivo, porque además toma décadas formar a un bailarín. Hay veces que uno se desmotiva, no sabe cuál es su rol, si todos estamos trabajando por un patrimonio artístico cubano para alzarlo a nivel mundial. Estas cosas a veces afectan porque no se ven resultados. Es muy complicado.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión