¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Sabina Puértolas en el rol de Ana Bolena se ganó el aplauso del respetable asturiano. IVÁN MARTÍNEZ

Duelo real sobre el tablero de ajedrez

Apoteosis del belcantismo en el Teatro Campoamor con 'Anna Bolena', la ópera de Donizetti que inauguró la temporada lírica

Domingo, 8 de septiembre 2024, 02:00

Hace un año, Sabina Puértolas inauguró la anterior temporada de ópera con una conmovedora 'Manon', de Massenet. Ayer, con un buen elenco encabezado por Maite ... Beaumont, John Osborn, Nicola Ulivieri y Marifé Nogales, la soprano maña volvió a triunfar como la reina de la coloratura dando vida a la desdichada Ana Bolena, esposa de Enrique VIII. Con esta nueva producción de la Ópera de Oviedo, se inició en el Campoamor la trilogía operística de Donizetti sobre la época Tudor. 'María Estuardo' y 'Robert Devereux' se representarán en temporadas sucesivas. La función de ayer estaba dedicada a la memoria de Ana Aguirre, maestra de Oviedo Filarmonía, fallecida recientemente.

Publicidad

Y como es habitual en la primera función, que estaba llena, hubo aplausos y pateos en el saludo en asturiano. Parece que esta situación que tanto sorprende a los que vienen de afuera ya es algo que en esta primera función, está muy enquistado.

'Anna Bolena' es una ópera compleja, tanto por su dificultad vocal como por cierta desproporción en el primer acto, excesivamente largo y algo monótono. El libreto de Felice Romani, inspirado en acontecimientos y personajes históricos, tratados con algunas licencias en aras de la expresión y acción dramática, describe las intrigas amorosas y cortesanas sucedidas en el último mes de vida de la segunda mujer de Enrique VIII.

El director de escena Emilio López, debutante en el Campoamor, crea con la diseñadora Carmen Castañón, un espacio sobrio, conceptual y simbólico para arropar el drama. Cuatro bloques móviles configuran el espacio escénico, sirviendo de soporte y acercando, por ejemplo, en las arias principales a los personajes al centro del escenario, lo que favorece la sonoridad vocal. También, a través de estos bloques se cierra, se comprime en la escena de la locura el espacio, lo que se interpreta como un símbolo de la enajenación mental y la opresión que padece Ana Bolena. Otros simbolismos son el omnipresente escudo de los Tudor, o el tablero y las fichas de ajedrez. Enrique VIII, que pasaba negras noches y blancos días frente al tablero, poseía numerosos y valiosos juegos. Está claro que el ajedrez representa las luchas por el poder y también la rivalidad amorosa. Otra cualidad es la utilización, a veces algo reiterativa, del vídeo mapping, que son proyecciones en tres dimensiones que por ejemplo en la escena de la caza o la de las damas del segundo acto resultaban enriquecedoras, pero en las otras, algo superfluas.

Publicidad

El director de orquesta Iván López-Reynoso no sólo conoce muy bien a Oviedo Filarmonía, orquesta de la que es el principal director invitado, sino también la música de Donizetti. Esto se percibió en la representación de ayer en dos características principales. Primero, el color, con una tímbrica muy hermosa de los instrumentos de madera; segundo, en el pulso, evitando rubatos excesivos y llevando un ritmo fluido y natural.

El Coro de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo) que dirige Pablo Moras estuvo sobresaliente en el empaste y la afinación. Además, cumplió una función escénica sugerente y ensoñadora, especialmente en la escena de la reina con las damas en el segundo acto.

Publicidad

Como escribimos al principio de la crónica, Sabina Puértolas interpreta a una Ana esplendorosa. Crea un papel versátil que se va perfilando progresivamente a lo largo de la obra y culmina con la gran escena final. Su voz es de una soprano de colatura con un agudo portentoso, una dicción exquisita y un fraseo delicado e ideal para esta Ana Bolena. Un ejemplo, 'Al dolce guidami castel natio' ('Guíame al dulce castillo donde nací'), fue un momento clamoroso y conmovedor. Probablemente la cima expresiva de la obra.

Maite Beaumont es una mezzo con facilidad para el agudo, cosa fundamental para interpretar el rol de Giovanna Seymour, la sucesora de Ana Bolena en el lecho y en el trono. Históricamente, Juana Seymour fue la madre del futuro Eduardo VI y no murió decapitada, sino de parto. La interpretación de Maite de este papel, vocalmente muy característico del llamado 'canto Fiorito' o adornado, es excelente y constituye todo un duelo de reinas con Sabina Puértolas con un canto muy adornado, ligero y una sonoridad brillante en el agudo y aterciopelada en el registro medio.

Publicidad

John Osborn, recordado en Oviedo por su papel de Lord Arturo, en 'I Puritani', de Bellini, es un tenor lírico de primer orden, tal como demostró en la cavatina 'Da quel dì che lei perduta' ('Desde entonces ella estuvo perdida'). Y continuó con ese timbre atenorado, muy bello, a lo largo de toda la representación. Construyó un Percy lleno de matices y expresiones.

El barítono Nicola Ulivieri aterrizó recientemente en el Campoamor para hacerse cargo del papel de Enrique VIII en sustitución de Javier Castañeda. Es un barítono bajo, potente, poderoso en la expresión y contundente en la voz. Fue un Enrique muy real.

Publicidad

La mezzo Marifé Nogales fue convincente en el papel del paje y arpista Smeton. Personaje travestido, a la manera del Querubino mozartiano, enamorado de la reina y que canta con encanto. Esta velada belcantista se cerró con dos secundarios de lujo: Carlos Daza y Moisés Marín.

Indudablemente, la obra es larga, a veces algo reiterativa. La dirección de escena le dio un toque simbólico y expresionista, sobre todo en la escena final. Pero lo más destacable fue Oviedo Filarmonía bajo la batatua de Iván López-Reynoso y las grandes voces con Sabina Puértolas a la cabeza. Una gran Ana Bolena.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad