Naturalezas muertas que son pura vida
El arte siempre ha hallado inspiración en las flores, de Caravaggio a Van Gogh pasando por asturianos como Evaristo Valle, Josefina Junco o Covadonga Valdés Moré
Eternas protagonistas, las flores son inspiración de artistas desde que el mundo es mundo, desde que el arte alentó y encontró la manera de trasladarlas de los jardines al interior convertidas en lienzos, en dibujos sobre papel, en collages y la ciencia botánica las dibujó para documentarlas y dar memoria de ellas. De la antigüedad al hoy siguen estando ahí. El Museo de Bellas Artes de Asturias acoge estos días una exposición de Covadonga Valdés Moré que tiene en ellas a sus protagonistas, que retrata orquídeas o lirios, pero es así desde la antigüedad. Han conquistado las flores a los grandes nombres de la pintura, de Caravaggio a Van Gogh pasando por Monet. ¿Quién no recuerda esas flores azules sobre fondo amarillo del genio holandés? ¿Quién no tiene en mente sus girasoles?
Pero también los creadores asturianos se han dejado embelesar por tanta belleza. Y de ello dan buena cuenta los museos asturianos, que atesoran un buen número de obras que muestran ese elegante y delicado universo, no solo sobre lienzo y papel, también sobre loza, de la que los museos de Gijón conservan magníficas colecciones.


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Pero empecemos por Evaristo Valle, que ha llevado las flores desde el clásico jarrón hasta retratos campestres como los del pastor y la pastora, que se sirvió de toda esa belleza para circundar a su hermoso Pierrot y para otras muchas obras. Siempre están ahí las flores.
También en el Museo de Bellas Artes de Asturias, que atesora una obra muy especial, 'María Luisa en el jardín', un lienzo de Mariano Fortuny de 1871 y pequeño formato que fue adquirido recientemente por la pinacoteca regional a fin de representar a este autor en sus fondos. Pura delicadeza floral se advierte también en otras obras importantes del museo, como es el caso de un florero de Juan de Arellano de 1654 o un magnífico bodegón de Juan van der Hamen y León sobre fondo negro.
En los museos de Gijón son muy abundantes las obras que conducen a ese colorido múltiple y, con permiso de los grandes maestros del pasado, ocupa un lugar de honor Josefina Junco, autora contemporánea que firma auténticas delicatesen visuales realizadas con pastel o con lápiz sobre papel.

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Se presta a muy diferentes técnias el arte floral. Y baste para ello mencionar también la acuarela que firma Julián Grau Santos que forma parte del legado Lledó-Suárez. Hay también una preciosa obra anónima sobre lienzo del legado Paquet en el Museo Casa Natal de Jovellanos que conserva un florero de Daniel Seghers, entre otras muchas belleza. Pero hay más, porque también otro arte como la fotografía se ha deleitado con las flores, como atestigua un precioso autocromo de Arturo Truan de 1910 bautizado 'Bodegón y flores con bargueño'.
Pero en Gijón floreció muy especialmente y particularmente el arte vinculado a la loza, como atestiguó la exposición 'Orto y ocaso' que se pudo ver el pasado año en el Palacio de Revillagigedo. Y ahí las decoraciones florales delicadas se exhiben sobre opalinas o lozaspara componer preciosos jarrones o floreros esmaltados. Se traslada también a vajillas pintadas a mano o azucareras se hacen fuertes con las firmas de diseñadores tan destacados como Lolina Jaenicke o José Prendes-Pando.
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