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Jacques Imbrailo (Don Giovanni)y Laura Brasó (Zerlina), sobre las tablas del Campoamor. ÓPERA DE OVIEDO

'Don Giovanni', en la órbita del Me Too

Una arriesgada representación de la ópera de Mozart fue recibida con pateos a la escena y aplausos a la música en su estreno

RAMÓN AVELLO

OVIEDO.

Lunes, 14 de noviembre 2022, 02:20

Ni siquiera en las mentes más calenturientas Don Giovanni es un modelo moral, un ejemplo a seguir o un simpático bribonzuelo. Por eso, la primera reprobación del personaje fue la que hicieron sus propios autores, el libretista Lorenzo da Ponte y el compositor Wolfang Amadeus Mozart, que condenan al disoluto Don Juan al infierno eterno en la moraleja final, que, por cierto, no se interpretó en la representación que anoche tuvo lugar en el Teatro Campoamor, el estreno del tercer título de la temporada de la Ópera de Oviedo. «Questo è il fin di chi fa mal/ E de' perfidi la morte/ Alla vita è sempre ugual» (Este es el final del que obra mal, y la muerte del malvado/ siempre es semejante a su vida).

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Esta nueva producción se había anunciado como una especie de 'resignificación' del mito de Don Juan, por la que al libertino sevillano es vestido de crápula, violador e impertérrito machista, cosa que, con diferentes grados y colores, es este personaje. Sin embargo, Don Giovanni, a pesar de su maldad intrínseca, posee el don de conseguir, incluso hasta después de muerto, que el mundo gire en torno suyo.

Adelantamos que ni gustó la escena, que fue pateada, ni el perfil del personaje de Don Juan, al que se añadieron rasgos de Aníbal el Caníbal y de Jack el Destripador.

La escenógrafa bilbaína Marta Eguilior crea un ambiente tenebrista, con retazos de pesadilla de Halloween. Cuatro calaveras omnipresentes que, según Eguilior, simbolizan el 'memento mori' y a las víctimas de Don Giovanni: el Comendador, Anna, Elvira y Zerlina. Aunque hubo más.

Al margen de la rudeza, lo que de alguna manera enturbió la escenografía fue el estatismo de los concertantes. A su favor, algunas escenas como la primera, que corresponde a la obertura, son francamente impactantes. Se puede decir que toda la obra se desarrolla en el cementerio, lo que incrementa el color macabro.

Elena Mitrevska fue durante cuatro años, desde 2016 a 2020, directora del Coro de la Ópera de Oviedo. Actualmente, es directora del Coro de la Ópera de Malmö, en Suecia, y, aunque aún no se ha decantado por la dirección sinfónica, estuvo al frente de la Orquesta Sinfónica de Macedonia, su tierra natal, y tiene proyectos como directora sinfónica en Suecia. Mitrevska estuvo ayer al frente de sus antiguos compañeros de Oviedo Filarmonía, llevando la orquesta y la representación con solvencia y precisión. En la primera parte, con rigor funcional, un ritmo tal vez poco fluido, pero siempre con precisión. En la segunda parte, en cambio, la directora estuvo más suelta, jugó más con las dinámicas y proyectó una buena lectura desde el punto de vista musical de la obra.

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Dentro de la peculiar visión de solidaridad femenina ante comportamientos machistas, o, como se dice ahora, 'sororidad', el Coro Titular de la Ópera de Oviedo (Coro Divertimento) cumple una función escénica y musical correcta.

Entre los protagonistas, como era de esperar, Jacques Imbrailo interpreta a un Don Giovanni con despiadados tintes macabros y macarras.

Si el personaje, desde un punto escénico, no está bien tratado, vocalmente tampoco destacó positivamente. Voz corta, demasiados sonidos guturales -sobre todo, en los recitativos- y un timbre apagado, con lo que dejó sin relieve a páginas tan hermosas como 'Là ci darem la mano' o la famosa serenata acompañado con la mandolina.

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La soprano madrileña María Rey-Joly dio vida a una Donna Anna -la hija del Comendador, violada por Don Giovanni- de intensa expresividad. El aria 'Or sai che il honore', en el primer acto, fue uno de los momentos más aplaudidos de su actuación. Es una soprano de voz muy dúctil y un color muy hermoso y convincente como actriz.

El papel de Don Ottavio, prometido y paño de lagrimas de Donna Anna, fue interpretado por el tenor puertorriqueño Joel Prieto con contención escénica y clara voz de tenor mozartiano. El aria 'Dalla sua pace', sin duda uno de los mejores momentos de su interpretación, fue cantada con una línea vocal muy mozartiana y ligada.

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Vanessa Goikoetxea interpreta a Donna Elvira, la mujer de Don Juan, con agilidad y fuerza. El aria del acto segundo, 'Mi traddi quell alma ingratta', tuvo una bellísima expresividad, muy comunicativa. La aplaudieron generosamente.

Rubén Amoretti es un barítono bajo tan peculiar que comenzó su carrera como tenor. Descendiendo, en el buen sentido, llegó a tener una voz grave flexible con la que abordó con gracia bufa y buena sonoridad el personaje de Leporello, que combina la labor de enterrador en el cementerio con la de criado de Don Giovanni. Tuvo algún exceso bufo en algún aullido pero, en general, su actuación -sobre todo, en las arias solistas- fue muy buena.

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Encantadora Laura Brasó como Zerlina, la novia campesina a la que Don Giovanni trata de seducir. Para buena parte del público, la mejor de las voces femeninas. La más fresca y natural. La canción 'Batti o batti, o bel Masetto', a pesar de que la letra es horrible, es una bellísima balada de reconciliación, exquisitamente cantada por la soprano catalana.

Correcto David Lagares como Masetto. Sin duda es un bajo interesante. Y contundente Fernando Latorre en el papel del Comendador. Al final, estos cantantes salvaron a un 'Don Giovanni' que había condenado la escenógrafa bilbaína.

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