'Kurios' o la revolución poética

'Kurios' es poesía y es pragmática pura. Es contar que todo es posible con el empeño de avanzar y con la ciencia como aliada, que hubo un tiempo en el que el ser humano creó gabinetes de curiosidades con ese aliento de buscar esa magia que mejora la realidad. Y es curioso cómo precisamente ese aliento podría ser el mismo que alimenta la belleza por la belleza, lo onírico por lo onírico, el disfrute estético sin más ansia que embelesar los ojos, que atiborrar la mente de arte. Lo hace a través de una escenografía espectacular que desde el steampunk nos sitúa en la revolución industrial, desde la música viva y llena de fuerza interpretada en directo por siete músicos, desde los cuerpos llevados al límite, desde la fuerza física y desde ese más difícil todavía que es el circo en general y el Cirque du Soleil en particular.

Es curioso también cómo esta multinacional del espectáculo canadiense que gira por todo el mundo y tiene sede central en Montreal es capaz de dotar de la misma personalidad a todos sus shows, que son perfectamente reconocibles pero son al mismo tiempo únicos, singulares. Pese a poner en el cóctel los mismos ingredientes, los números circenses, el humor y esa estética ensoñadora siempre, el resultado es cambiante aunque conduce hacia la misma magia, la misma mirada hipnótica y sorprendida, el mismo derroche de imaginación. Porque mucho y nada tienen que ver 'Saltimbanco', el título que abrió la fructífera relación entre el circo y Gijón en 2004, y 'Kurios. Gabinete de curiosidades', el que se quedará en la explanada de Albert Einstein hasta el 17 de agosto.

Hay una narrativa, un hilazón en el show que nos sitúa en un mundo habitado por personajes como el Sr. Microcosmos, el Científico, el hombre Acordeón, Mademoisselle Ille o Klara, en el que el tiempo transcurre de otra manera y en el que una gran locomotora sirve de virtual telón. Con ella circulando comienza el viaje de dos horas rebosante de color en el vestuario, deslumbrante en el atrezzo y utillería, incluida una mano mecánica con dos artistas a bordo que transita el escenario.

Con los mástiles centrales ejerciendo de torres radiofónicas, con el público circundándolo todo, con la oscuridad y la luminosidad batiéndose en duelo van sucediéndose los números. Como el arranque malabarista, como el Dúo de Cuna, que une a un musculoso hombretón con una muñeca de rostro de porcelana para volar en mortales apabullantes, como el imposible devenir de la bicicleta aérea con una acróbata saltando con el artilugio suspendido en el aire; como las cuatro contorsionistas que se transforman en una suerte de anguilas eléctricas, como el mundo invertido en el que se balancean otros artistas, como el rola bola que con sus equilibrios insólitos anuncia el intermedio... Llega después del breve descanso un número que solo se puede ver en 'Kurios' y que es Acro Net, que se desarrolla sobre una red de seguridad convertida en trampolín con el concurso de siete fortachones muchachos y tras él, las correas aéreas que protagonizan dos hombres sincronizados domando las alturas. Hay tiempo para los yo-yos acelerados hasta el infinito, para el teatro de manos que con solo unos dedos nos cuenta una hermosa historia... Hay también humor, que aliña todo el espectáculo que concluye con Banquine, un número que agrupa a quince artistas sincronizando espectaculares acrobacias. Llega el final y la ovación infinita. La primera de las que quedan por cosechar de aquí al 17 de agosto. Entre quienes batieron palmas en pie, la alcaldesa Carmen Moriyón y muchos otros rostros conocidos de la ciudad.

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