Filosofía al amanecer

FULGUENCIO ARGÜELLES

Viernes, 16 de abril 2021, 01:47

A partir de la reflexión platónica de que filosofar es aprender a morir, Josep Maria Esquirol (1963) se pregunta qué es la filosofía sino una ... cura de la herida de la muerte. Y sobre esa herida infinita, y sobre la necesidad de consuelo insaciable que la herida provoca, plantea el profesor de Barcelona los pensamientos reunidos en 'Humano, más humano'. Esquirol es uno de estos sabios filósofos que tanto necesitamos. Su discurso nunca se despega de la experiencia y por eso sus preguntas, sus reflexiones, sus conclusiones, nos resultan comprensibles, aceptables y renovadoras. Y uno espera sus publicaciones como espera la luz quien sobrevive en la sombra. En 'Humano, más humano' poesía y filosofía se funden de una forma brillante, agradecida y valiosa, al igual que en sus anteriores publicaciones, 'La resistencia íntima' y 'La penúltima bondad'. «La filosofía, al igual que la poesía y que la pintura -afirma el profesor- procura descubrir lo sobrenatural. Siempre con esa intención de adentrarse o profundizar». Filosofía que se hace posible y se hace útil en el tránsito, en el tiempo en el que la oscuridad se esfuma y la claridad ya se vislumbra. Ni en la noche de la angustia, ni en el día de los trajines frenéticos, sino en el tránsito. Ahí se produce el aprendizaje de los caminos, la consciencia de los inicios y se atisba el «prólogo de la muerte» y uno se siente entonces venido al mundo desde ninguna parte, pero viviendo con gusto el hoy en espera del mañana. La filosofía genera «junturas y puentes, materiales e inmateriales, acabables e inacabables. De lo humano a lo más humano; del mundo al mundo -más auténticamente mundo-; de lo increíble a lo increíble». Profundizar en lo más humano, en un tiempo en el que nuestra sociedad parece haber perdido el norte, es el objetivo de este libro. Continúa Esquirol elaborando una antropología filosófica sostenida sobre conceptos como la intemperie, el repliegue del sentir, el inicio, el reencuentro, el amparo, las afueras, la resistencia, la creación como el inicio y el prodigio de lo concreto, la juntura, la humana dulzura o la herida infinita, que nada tiene que ver con la apología del sufrimiento. «La filosofía de la proximidad, voluntaria heredera del socratismo y postulante franciscana, es una filosofía del nosotros, del ayuntamiento horizontal, del que sólo se autoexcluyen todos los que se denotan algún tipo de altivez». Filósofos como Esquirol demuestran que la filosofía es cuidado del alma y que el ejercicio del pensamiento siempre es transformador. Él sostiene que la humanidad surge de la profundidad invisible, de la vibración anímica, que es gozo y sufrimiento y promesa de acción justa y bondadosa.

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