«Lo del reguetón no es nuevo. Siempre hubo artistas que no sabían dónde estaba el Do»
El asturiano afincado en Miami, leyenda de la música, recibirá un Grammy de honor por toda su trayectoria
«Que soy una leyenda de la música lo dicen mis amigos, los que me quieren», se quitaba ayer mérito Manolo Díaz (Oviedo, 1941) desde ... su «casina» en Luanco, donde verano tras verano aprovecha para reunirse con su familia y donde recibió la noticia de que la Academia Latina de la Grabación le entregará el próximo 16 de noviembre, en Las Vegas, un Grammy de honor por haber «realizado importantes contribuciones a la música latina durante su carrera». Porque Díaz no solo es el compositor de temas ya míticos como 'Los chicos con las chicas', 'Black is black' o 'Tengo una motocicleta', sino que el que fuera guitarrista de Los Sonor's produjo éxitos para grupos como Los Bravos, Aguaviva o Vainica Doble, además de ser el culpable de que Cohen musicase a Lorca, legando al mundo el maravilloso 'Take this waltz'. Una trayectoria en la que se metió a ejecutivo de las grandes discográficas y llevó a lo más alto a estrellones de relumbrón como Julio Iglesias, uno de sus grandes amigos en Miami, donde reside: «Este año me operaron de lumbares y me llamaba dos veces al día. Él también tiene dolores, pero está bien. Cosas de la edad», bromea.
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-Enhorabuena.
-Muchísimas gracias. Me siento muy honrado y muy emocionado porque, entre otras cosas, yo fui el primer director ejecutivo de la Academia Latina de la Grabación, que es la entidad que otorga estos Grammys Latinos.
-Y luego creó la Fundación Cultural Latin Grammy, de cuyo Consejo Directivo forma parte.
-Sí. Es una fundación que otorga unas becas muy sabrosas a estudiantes de música latinos con muchísimo talento y sin recursos económicos. Damos una beca anual de 200.000 dólares, tres de 100.000 y cuarenta de 10.000 para que estudien en universidades muy prestigiosas. Hoy tenemos unos 350 chicos con un talento extraordinario que han terminado sus estudios y que van a darle a la música latina en el futuro la calidad que se merece.
-¿Deduzco que le espanta la tiranía del reguetón?
-Así es. Todo es reguetón y a mí no me convence nada. Hombre, hay cosas que están un poco mejor que otras, pero los que triunfan en todo el mundo con el reguetón son grandes comunicadores, no grandes músicos.
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-¿Le preocupa esta deriva?
-No es nuevo. Siempre ha habido algo de eso en la música, artistas que no sabían dónde estaba el Do en el piano y que triunfaron como cantantes porque tenían carisma y ambición, que es lo que mueve montañas. Al final, eso es lo que hace que un artista tenga éxito. ¿Te cuento algo?
-Adelante.
-Hace unos años, yo vivía en París y estaba trabajando para Sony. Vivía en un apartamento y la señora que se ocupaba del edificio no sabía a lo que yo me dedicaba. Pues bien: un día, bajé a su casa porque no había electricidad y, cuando entré, encima de la mesa del comedor vi 'A vous les femmes', un disco en el que Julio Iglesias canta en francés. Y le digo: «Buen disco ese, ¿eh?». Y ella me responde: «Ah, sí, señor Díaz. Yo no tengo tocadiscos, pero le he visto en televisión y me lo he comprado». Eso es el carisma. Por ejemplo, Mick Jagger y los Rolling Stones lo tienen. Y Bob Dylan canta bastante desafinado, pero es un gran poeta y un gran comunicador.
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-Cuentan que donde pone usted el oído está el negocio y que es el culpable del éxito de Iglesias...
-Yo lo único que hice fue multiplicar ese éxito por cuatro o cinco y hacerlo muy internacional.
-¿Qué pasó con su hijo Enrique?
-Con Enrique lo único que hice fue ficharlo. Luego ya no me ocupé de su carrera.
-¿Qué me dice del fenómeno Rosalía y su 'Motomami'?
-No me gusta lo último que ha hecho, pero yo soy fan de Rosalía porque sé el enorme potencial que tiene como artista. Lo que pasa es que, como es joven, se ha querido meter en el grupo de los que tienen éxito con el reguetón y está tratando de imitarlos. Pero, cuando esa moda acabe, ella seguirá teniendo mucho éxito porque canta de muerte, fantásticamente bien.
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-Raffaella Carrà, Carlos Vives, Juanes... ¿Le queda alguna espina clavada, algún artista a quien le hubiese gustado fichar?
-No. Me hubiese gustado producir a los Beatles, a Elvis... (Ríe). Pero ninguna espina clavada.
-La industria ya no es lo que era y el disco como soporte físico ha muerto. ¿Cómo ve el panorama?
-Ha cambiado muchísimo. Tanto, que ha ido perdiendo el control de la música, porque hoy están siguiendo con la lengua fuera lo que pasa con el reguetón en vez de crear aquello que va a reemplazarlo, que es lo que tendrían que estar haciendo ahora que los Spotifys ya son más fuertes que las discográficas.
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-¿Y la música asturiana qué?
-Me gustan los de siempre. Por ejemplo, Víctor Manuel. La música asturiana está como siempre: tratando de romper el muro de la indiferencia, que es muy complicado. Pero hay mucha gente que está luchando. Por ejemplo, Melendi, que me encanta. Es un fenómeno, muy talentoso. Trata de vender y hace cosas comerciales, pero es bastante genio.
-¿A quién le dedicará este Grammy de honor?
-A mis nietos, Emily y Nicolás, que viven en Alemania y son lo más guapo que tengo.
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