Poesía y matemáticas de mar y luz
Javier Riera inaugura el 13 de septiembre, en la Galería Llamazares, 'Fracciones de la línea de costa', una exposición de fotografía y vídeos
El arte de Javier Riera puede parecer irreal o fruto de la últimamente omnipresente inteligencia artificial. Nada más lejos de la realidad. Las suyas son ... obras de las que precisan de tiempo y de mucha calma; de las que se hacen despacio, buscando el ángulo perfecto y el momento adecuado para disparar. Este creador avilesino lleva ya años ahondando en la relación de la geometría y el paisaje y ahora se lanza al mar, en su exposición 'Fracciones de la línea de costa', que abre sus puertas el 13 de septiembre en la Galería Llamazares.
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En las paredes de esta sala gijonesa se podrá ver un conjunto de fotografías y vídeos, que tiene sus cimientos en la Geometría Fractal de Mandelbrot. Esta teoría matemática tiene mucho de poesía, ya que este estudioso «planteó la posibilidad de medir geométricamente la costa de Gran Bretaña», explica. Pero no le valía con lanzar líneas al aire, él argumentaba que «si se hacía rigurosamente y se medían todos los pliegues, el resultado era infinito».
Con esa idea dándole vueltas dentro de la cabeza, Riera viajó a Australia y a Portugal, entre otros lugares, y empezó a proyectar sus propias geometrías en los acantilados. «En mi caso, la relación entre matemáticas y costa se hace a través de algo intangible como es la luz» y, para hacer realidad estas obras que están a punto de exhibirse, él acude al lugar que quiere inmortalizar «con un proyector y todo el aparataje» y dispara la cámara en el momento que considera perfecto, para hacer eternas sus intervenciones «efímeras» en la naturaleza.
De esas acciones se desprende « un tipo de armonía que tiene un factor revelador», cuenta convencido de que lo que la luz dibuja sobre las rocas y el cielo «no es un adorno ni una ornamentación». Es algo superior, que «genera una conexión más allá de lo visible. Si doy con una geometría adecuada para un lugar, para un espacio, alcanza la perfección».
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El arte de Javier Riera traspasa la realidad y reconoce que hay quienes piensan que sus obras son «imágenes manipuladas». Para evitarlo, él da mucha importancia a la experiencia que hay detrás de las instantáneas. «Es esencial la vivencia en el espacio, eso hace que mis fotografías reflejen algo que ha ocurrido. Yo inmortalizo sucesos, algo que moviliza cosas psíquicamente y a un nivel que no es físico».
Además, este creador avilesino cree que sus obras tienen poder en quienes las contemplan. «Tienen un efecto positivo. Yo hago intervenciones en sitios público y producen un bienestar a la gente», asegura. Y lo aclara: «No es porque yo tenga esa capacidad, sino porque trabajo con elementos que tienen esa capacidad». Son elementos «trascendentes y maravillosos» que ahora se lanzan al mar y hacen del paisaje una especie de poesía, cuyos versos son perfectos como cada pliegue de esos que hacen infinita la costa. Inabarcable.
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