Retos innovadores para más de un siglo de tradición
Grupo Junquera Marítima.Fundada en 1918, la naviera gijonesa refuerza su sector clave mientras diversifica y moderniza su actividad en una decidida apuesta por la tecnología y la sostenibilidad
La tenacidad, dicen en la familia, es la marca de la casa. De una 'casa' que lleva en pie desde 1918, que ha logrado superar hundimientos y embargos y que surca el presente rumbo a un futuro marcado por la quinta generación familiar que enarbola la bandera de la innovación y la sostenibilidad.
Mina y mar. Nada con mayor tradición en Asturias. Una unión, germen del hoy Grupo Junquera Marítima, personificada en la figura de Gumersindo Junquera. A este gijonés, ingeniero de minas, no le acababa de convencer, a principios del siglo pasado, la organización y gestión del embarque de carbón de la época rumbo a destinos europeos. Esa inquietud y espíritu empresarial le llevó a crear la Sociedad Regular Colectiva Junquera y Fonseca, enfocada a la compraventa, entre otros, de carbones, minerales, chatarra y metales. Junquera condujo su primera década como empresario profundizando en el negocio naviero, convirtiéndose en armador en 1928. A partir de esa fecha, se fue haciendo con la flota más importante de Asturias, cinco barcos, que llevaron los nombres de 'Luis Adaro', 'María Adaro', 'Gumersindo Junquera', 'María Celina' y 'Maruja y Aurora'. Este último llegó a formar parte del almirantazgo inglés, bajo el nombre de 'River Clyde', y según recuerda la propia historia empresarial, «tuvo una brillante actuación en la Península de Gallipolli durante la I Guerra Mundial».
Aquellos cinco vapores, de los que cuatro acabarían hundiéndose, sentaron las bases de un negocio familiar cuyas riendas cogería, tras la muerte de su fundador en 1995, su nieto Claudio Fernández Junquera. Un salto generacional obligado por el prematuro fallecimiento de su padre, fusilado al comienzo de la Guerra Civil, que convirtió en heredero de la saga a un chaval de 24 años. Con su juventud, su empuje y aquellos genes de tenacidad («o cabezonería»), transformó la empresa de su abuelo en una de las navieras más importantes del país. Lo hizo prácticamente sin dejar de pisar su despacho, a donde acudió a diario hasta un mes antes de su fallecimiento, en diciembre de 2016.
Claudio Fernández modificó el negocio enfocándolo hacia los tiempos actuales. Superó épocas adversas, muy difíciles, como la crisis del petróleo donde, como recuerda su hija Teresa, la hoy presidenta del grupo, «no había dinero para pagar, embargaron los barcos y hubo que despedir a gente. Fue la única vez en la historia de la empresa en la que hemos tenido que prescindir de personas». Pero se salió adelante.
Hablamos del año 86. Para entonces ya había entrado a trabajar en el negocio familiar Santiago, uno de los siete hijos de Claudio Fernández Junquera. Después lo harían la propia Teresa y Claudio, y, por último, Inés. Son los cuatro que componen el comité de dirección, y que asumen las principales responsabilidades: Teresa, en la parte financiera; Claudio, en el área técnica; Santiago, en el ámbito comercial y de fletes, e Inés, en el área de comunicación y relaciones institucionales. Independientes, pero perfectamente coordinados en las decisiones relevantes que afectan al devenir de la compañía.
Las otras tres hermanas, Ana, María e Isabel, nunca han estado vinculadas a la naviera, aunque sí en su vertiente solidaria. Pero la quinta generación, con Pablo y Sara, dos de los ocho nietos de Claudio, viene ya pisando fuerte, en el apartado de nuevos negocios.
Teresa Fernández Marmiesse encabeza actualmente una empresa que suma casi 90 personas y que engloba un conglomerado de actividades: consignatarios en los puertos de Gijón y Avilés, estibadores, operadores de buques, armadores (tienen cuatro buques mercantes), fletadores, remolcadores (poseen ocho y tienen la concesión de la licencia en El Musel), suministradores navales e industriales e, incluso, promotores de actividades de ocio y turismo. Amén de su vertiente solidaria, a través de la recién constituida Fundación Isabel Marmiesse.
Bromea ella que su presidencia fue «por descarte» entre los hermanos y que, incluso, en el sector marítimo, hubo a quien no encajaba su figura. «¿Tú presidenta? ¿Eres la mayor?».
No hizo falta ni contestar, ni demostrar nada. El buen hacer en el día a día de un sector «complejo y muy específico» les mantiene como referencia. Y quieren ir a más. «El abuelo había hecho un trabajo muy importante de posicionamiento y hay que seguir en esa línea. Tenemos que estar para que cuenten con nosotros en lo referente a cuestiones estratégicas para la región, como la eólica offshore, donde queremos estar», apunta Pablo Campos-Ansó.
Futuro
El futuro de esta naviera con solera pasa por la transformación y diversificación. Empezando, en primer lugar, por el ámbito interno, con cambios a nivel organizativo y cultural (con un nuevo organigrama), donde la digitalización adquiere un peso notable. «Aprendimos mucho gracias a Guppy -primer servicio de carsharing de Asturias y Cantabria, que forma parte del grupo-, acercando y reteniendo talento. Y con lo aprendido vamos invirtiendo los recursos en transformar la naviera a nivel tecnológico», señala Campos-Ansó.
Junto a Guppy, un negocio real, nacido en 2019, en plena expansión nacional, el G. Junquera Marítima prepara ya otros dos proyectos a medio y largo plazo que fusión la tradición del sector con una visión novedosa del mismo. El primero, el diseño y construcción de un barco ecoeficiente, de nombre 'Besel'. «Apostamos por él para la renovación de la flota -incorporando un buque demostrador- y supone avanzar hacia la descarbonización». El reto incluye la obtención de una patente europea que proteja la idea.
El otro plan de futuro, de carácter más estratégico, se refiere a un 'hub' de innovación marítima orientado a las operaciones marítimas, la sostenibilidad y la seguridad que buscará proyectos innovadores y candidatos emprendedores para empujar con recursos.
Solidaridad
Junto al negocio, la familia tiene una arraigada vena solidaria. Lo demostró con el proyecto 'Olas sin Barreras', un acercamiento de la práctica del surf a jóvenes en riesgo de exclusión social, que tuvo que echar el freno por la pandemia. Ahora comienza a andar una fundación que parte del trabajo de otra de las hermanas, Ana, en Genome4care, sociedad dedicada a análisis genéticos. «Ella nos sensibilizó de que hay mucha gente que no puede pagar esos estudios». La Fundación lleva el nombre de la matriarca, Isabel Marmiesse, «para reconocer ese mérito oculto de estar ahí siempre, acompañando a nuestro padre, criando a siete hijos». Presidida por Inés, da apoyo a esa investigación genética de enfermedades raras, favoreciendo el diagnóstico precoz, y orientada a personas en riesgo de exclusión social, especialmente a menores.
Negocio y solidaridad. Independencia y unidad. Tradición y emprendimiento. Con la decisión del tatarabuelo Gumersindo, con la impronta del abuelo Claudio, con la tenacidad y la prudencia de Teresa, la madre, y con la iniciativa del nieto Pablo. De generación en generación. Siempre en familia. Y mucho más allá de la familia.
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