Pepe Abad, al frente del Café Bariloche, en El Parchís. PALOMA UCHA

De cómo vivir del café y el pincho

Los hosteleros que mantienen la persiana abierta con el 'para llevar' lo ven como un «parche». La facturación es incomparable

GUILLERMO MAESE

GIJÓN.

Lunes, 30 de noviembre 2020, 17:51

La hostelería tiene que seguir apañándose de momento con el café y el pincho. Pues así lo consideran: «Un apaño». Su nueva actividad no llena sus necesidades económicas. «Es un parche que no se acerca lo más mínimo al nivel de facturación anterior al cierre», asegura Pepe Abad, del Bariloche. Algunos, como es su caso, han decidido adecentar el local para dar un servicio legal y rápido. Con cuatro trabajadores con un expediente regulador temporal de empleo, Abad sostiene que «esto, sobre todo, sirve para no estar metidos en casa pensando en el batacazo que nos estamos pegando».

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¿Se trata de reinventarse o morir? Sí para Daniel Amaya, propietario de El Cafetal, junto a La Escalerona, que asumió la gerencia del local apenas dos meses antes del inicio de la pandemia. Él solo hace los pinchos, recoge la bollería y atiende en jornadas de más de ocho horas, que no siempre resultan fructíferas. «Hay que seguir trabajando para pagar los gastos fijos, que son muchos e importantes», lamenta este joven empresario colombiano.

Por moda u obligación, en un paseo por las principales calles de los barrios de Gijón, sobre todo a media mañana, compañeros de trabajo o familiares disponen del mobiliario urbano, y casi de cualquier rincón, para apoyar el café y disponer del tiempo de descanso. Jorge y Deva Préstamo, padre e hija, así lo hacen en un banco en el paseo de Begoña. «Solíamos hacerlo de manera habitual por esta zona, pero ahora toca adaptarse a los nuevos tiempos», asegura Deva. «¿Si me gusta? Hombre, pues no. Prefiero el calor de un local y leer la prensa tranquilamente. Pero estoy con mi hija así que tampoco hay queja», dice el padre mientras sopla el café para enfriarlo. Porque eso no cambia.

Hay quien no ha entendido muy bien las normas. Un hostelero del paseo de Begoña, que no retiró la terraza sino que la aseguró, se ha visto obligado a retirarla porque hubo quien utilizaba las mesas y las sillas para su disfrute. Sábado y domingo, lució el sol en Gijón y talmente la escena parecía propia del mes de febrero.

De igual modo sucede con las estructuras de algunas terrazas, que no son posibles de retirar, y que algunos usuarios usan como si la prohibición no existiera. Actuaciones que ponen en riesgo la continuidad del permiso para vender café y pincho para llevar.

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