
«Yo doy consejos a los jóvenes con la huerta y ellos me dan alegría»
Intergeneracional. Usuarios de los cursos de Mar de Niebla y de los apartamentos para mayores del ERA hacen piña cultivando tomates, lechugas y pepinos
Echan raíces muy fuertes los vínculos que se crean en el campo. «¿Habrá cosa más guapa que trabajar en el campo y disfrutar de la naturaleza? Yo no quiero estar encerrada y rodeada de vieyos como yo, quiero estar con gente joven. Esto para mí es un trueque, como los de toda la vida. Yo les doy consejos y les ayudo con cosas de la vida, y ellos a mí me dan alegría», afirma la residente de los apartamentos del ERA para mayores Covadonga García. «Claro que sí, Covadonga. Y a mí me encanta escucharte. Yo respeto mucho a la gente mayor», le contesta Souhail. Conversan como si se conocieran de toda la vida, y realmente solo hace unas semanas que se vieron por primera vez cuando arrancó el proyecto 'Huerto Comunitario. Cosechando Comunidad', que ponen a interactuar a más de medio centenar de jóvenes de diferentes cursos de la asociación Mar de Niebla y una docena de residentes de los apartamentos para mayores de Gijón.
«Nos dimos cuenta de que teníamos un espacio de unos 600 metros cuadrados totalmente inutilizado. Una especie de jardín vacío al que miraban con ojos tristes nuestros mayores. Este proyecto para ellos es un entretenimiento diario. No solo para la docena de participantes, también para los que miran desde la ventana y animan a los jóvenes», explica la trabajadora social de los apartamentos, Vanesa Fernández.
El formato del huerto es elevado, es decir, está compuesto por bancales construidos a partir de palés, que son la cama donde se echa la tierra y se siembran los cultivos, lo que ofrece mayor accesibilidad, protección contra animales y mejor drenaje. «Y justo es lo que necesitamos. Hago un llamamiento a que nos donen palés y poliespán para poder seguir avanzando porque ahora mismo casi no tenemos material», solicita Mari Suárez, una residente del ERA muy implicada en el proyecto. «Yo vengo cada día a ver los avances. Los chavales están trabajando muchísimo. Yo estoy muy ilusionada por ver los resultados. Vamos a tener tomates, lechugas, cebollinos, ajos, rabanitos, pepinos... Tengo unas ganas terribles de comerme un tomate de mi propio huerto», subrayaba la residente.
Evadirse de los problemas
Mar de Niebla intenta desarrollar todos los proyectos que puede al aire libre «porque los resultados siempre son muy positivos. Pero los resultados de este, en concreto, nos han llamado la atención. Es increíble lo que les gusta trabajar con las manos. Además, estamos viendo que la pasión por la horticultura les está calando. Es una metodología del cuidado que funciona muy bien. Vienen dos otres veces por semana, pero por ellos acudirían todos los días», relata Irma de Benito, responsable de integración de Mar de Niebla.«Siempre me ha gustado el campo y aquí estoy aprendiendo muchísimo. También me estoy dando cuenta de que me sirve para evadirme de mis problemas. No he tenido una vida fácil en Marruecos, pero aquí sonrío mucho».
«Se lo están currando»
EL COMERCIO pudo comprobar que los jóvenes están muy implicados con el proyecto, sin parar un segundo de trasladar tierra en la carretilla, conversar con los mayores o preguntar dudas. «Están haciéndolo muy bien. Y no es un trabajo fácil. Sinceramente, se lo están currando», apostillaba Francisco Covaleda, responsable del huerto, quien incide en que aún queda lo más chulo. «Vamos a impartir cursos de compostaje y siembra». Para el responsable, es muy gratificante escuchar conversaciones entre jóvenes y mayores como: «Mira, esa hoja es nueva» o «esta hilera te está quedando muy bien, pero aquí te has salido un poco».
Algunas de las personas que se encuentran en los apartamentos del ERA «teníamos una huerta y éramos y somos personas muy activas. Aquí queremos vivir, pero también disfrutar. Este proyecto es fascinante», destaca la residente Ilda Rasculla.
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