Juan Carlos Menéndez Mato
Director de la UNED en Asturias. Doctor en Derecho y licenciado en Ciencias Políticas, es autor de numerosas publicaciones y especialista, entre otras cosas, en relaciones contractuales, sociedad de la información y protección de datos
Cuando Juan Carlos Menéndez Mato piensa en su infancia, la luz tamizada por la niebla de Lugo lo invade todo. Allí llegó al mundo porque ... su padre, un gijonés de Porceyo y economista de profesión, se había ido a trabajar a la ciudad gallega donde conoció a la que sería su mujer y madre de sus cinco hijos. El cuarto de ellos, Juan Carlos, nació en septiembre de 1970 y ya adolescente se enfrentó a la ruptura con lo que había sido su escenario, el paisaje de los primeros años y la banda sonora de su existencia, porque la familia retornó a un Gijón efervescente y conflictivo mediados los ochenta. La voluntad férrea que se adivina en la firmeza con que atraviesa lo que mira se manifestó ya por entonces, y hubo que plantarle cara a lo que supone una ruptura de esas características en plena adolescencia, incluyendo el acento que traía consigo, aquella música que se enredaba en las palabras en clase, en los últimos cursos de bachillerato en el colegio de la Inmaculada.
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Hay en la memoria de Juan Carlos Menéndez una sucesión de pupitres y de apuntes, de clases magistrales y de exámenes. Un brillante expediente tras la decisión inesperada de estudiar la carrera de Derecho, para la que no existían ni antecedentes familiares ni apenas información de lo que le aguardaba, un universo de aulas todas diferentes y habitadas sin embargo por el mismo espíritu: el de la superación, el de la necesidad y el placer de aprender. Hay en la memoria de Juan Carlos Menéndez una ciudad, la de Pisa, la Toscana en su conjunto, el lugar a donde vuelve siempre y a donde terminan por retornar los sueños. Y otras ciudades, y otras estancias y otros aprendizajes. Y hay una historia de trabajo sistemático, de forma que en su rostro sigue viviendo el muchacho aplicado y constante, el alumno empeñado en superar con éxito exámenes orales mientras iba construyendo con ello el sólido edificio de su propia destreza para superarlos, para hacer de la exposición en público una de sus principales armas. Hay un currículum apretado, que va desde la combinación de la Escuela de Práctica Jurídica con el Doctorado, la docencia, las publicaciones, y desde hace unos siete años la gestión de la UNED en Asturias, lo que le ha permitido disfrutar de la relación con otros alumnos con características muy concretas.
Algunas caras parecen tener en una corbata la inevitable prolongación hacia el sur, pero en el caso de Juan Carlos Menéndez ello se debe a que la armonía es lo que lo define desde dentro y con corbata o sin ella es inevitable que todo en él sea agradable: la conversación, fácil; el clima que genera en torno a sí, cálido. De algún modo, la proporción de sus rasgos son la manifestación de esa otra organización interna, y el equilibrio termina por hacerse dueño del resultado: unos ojos que exploran desde la franqueza, unas hebras de gris en las sienes que invaden en lo que aún será una larga batalla, las líneas finísimas en torno a los ojos que son testigos de la risa frecuente, la sonrisa en la que aún habitan los juegos de un niño que hizo de aquel tiempo el refugio al que siempre es posible regresar, ahora de la mano de su hija de cuatro años, la serenidad de las horas nocturnas de pesca en la playa de San Lorenzo, la curiosidad siempre por todo.
Hay un universo de pupitres no solo en la memoria de Juan Carlos Menéndez, no solo en su presente al frente de la UNED: también el horizonte es docencia y es estudio, y un día no muy lejano, será la cátedra: esa cuenta pendiente anudada a la memoria de su padre, a quien sin duda se la dedicará como reconocimiento a su condición de indispensable motor, inspiración y cimiento.
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