Borrar
El jesuita Kike Figaredo asiste a un camboyano discapacitado. E. C.
Kike Figaredo, 25 años de lucha diaria en Camboya

Kike Figaredo, 25 años de lucha diaria en Camboya

El jesuita gijonés celebra su vida como obispo de Battambang. «¡No me cambio por nadie!»

María Agra

Gijón

Sábado, 26 de abril 2025, 23:48

La vida de Kike Figaredo (Gijón, 1959) tiene poca rutina. Se levanta temprano, sale a correr todos los días a las seis de la mañana con un grupo de jóvenes, la médica de su centro de salud o quien se preste a acompañarle y después, a las siete y cuarto, desayuna y «empieza el día». A partir de ahí, cada jornada es diferente. El jesuita cumplió este 1 de abril 25 años como obispo de Battambang (Camboya), su hogar, donde ha dedicado su vida a ayudar a personas con discapacidad y escasos recursos y ha hecho de la solidaridad bandera.

Llegó a Camboya en 1985 y se estableció definitivamente en Battambang en 1992, dedicado a labores más sociopastorales, principalmente cuestiones de desarrollo y de atención a las víctimas de las minas antipersona. Echando la vista atrás, «a mí me ha tocado la lotería», afirma. «El camino que hemos recorrido en estos 25 años es muy bonito, porque me ha tocado liderar la Iglesia en un sitio donde las necesidades de la gente son muy básicas».

Y, aunque reconoce que al principio le asustaba un poco «estar encargado de la Iglesia, porque yo no había sido ni párroco», enseguida entendió que lo que se le pide allí es que lleve la Iglesia a la gente. «Que puedan creer en la Iglesia porque practicamos el cariño desde la sencillez, la misericordia y buscamos que se sientan hijos de Dios. Aquí hay un espacio muy grande para ayudar y hacer que la Iglesia esté presente. Y con nuestros proyectos de educación, desarrollo y atención a los enfermos tenemos una presencia muy bonita», relata.

Él se considera obispo de todos. «De los católicos y de los no católicos». Por eso nunca ha visto dificultad a la hora de llevar los valores del Evangelio a un país en el que la población es mayoritariamente budista. Tampoco ellos se lo han hecho nunca difícil. «Son muy tolerantes y abiertos y nuestro crecimiento es exponencial», celebra Figaredo. Ahora, en Pascua, «hemos tenido más de un centenar de bautizos» y el Domingo de Resurrección él mismo bautizó a 35 jóvenes. «A muchos les interpele la fe cristiana y quieren conocer a Jesucristo, ser de la familia de la Iglesia».

Esta última vez, entre los bautizados, estaba Miñ Puth, una mujer mutilada de mina que conoce desde hace casi 40 años y con la que ha trabajado mucho. «Se ha bautizado porque se siente parte de nuestra comunidad y es una alegría para mí, pero yo nunca busqué que se bautizara. Fue ella, que se siente acogida y liberada de los malos espíritus por estar con nosotros y el espíritu del Señor», cuenta, consciente de que la Iglesia católica sigue siendo una minoría. «Pero somos levadura», garantiza con su gracia natural.

Lo que sí está muy presente en Battambang es el Sporting. De hecho, el mismo día que mantuvo esta conversación con EL COMERCIO había salido a correr con una camiseta del Sporting. «El deporte es parte de nuestra vida. Aquí tenemos un problema muy grande con la droga y el deporte ayuda a los jóvenes a participar, hacer grupo y no distraerse con estas cosas». Tienen camisetas rojiblancas por todas las esquinas y «aquí todo el mundo conoce el Sporting y la Virgen de Covadonga», presume orgulloso.

Lo que más le ha enriquecido en estos 25 años es el progreso que han experimentado. «Pasamos de una labor muy existencial, porque las necesidades básicas son muy fuertes, a crear más liderazgo». Ha visto a niños y jóvenes a los que ha ayudado convertirse en líderes en sus proyectos, algo que vive como un proceso «muy bonito».

Y gracias a proyectos para crear riqueza y buscar sus propios recursos, también han pasado de depender 100% de la ayuda exterior a que sus arrozales produzcan arroz y no tengan que comprarlo en el mercado. «¡No me cambio por nadie!», advierte.

Kike Figaredo, con el Papa Francisco, en el Vaticano. E. C.

«El Papa ha ido por delante en muchos temas»

Lo conocía y lo quería. Con esos aspectos de «sencillez, apertura de la Iglesia y mucho sentido del humor», Kike Figaredo se sentía –y aún se siente– muy unido al Papa Francisco. «Lo voy a echar de menos», asegura. Además, también era jesuita y de habla hispana y «eso te vincula mucho». Había estado por última vez con él en octubre, en el Sínodo, cuando tuvo la oportunidad de entregarle una silla de ruedas realizada por supervivientes de las minas antipersona en Camboya. «Estaba encantado y dio las gracias a todos los que le habían hecho esa silla, que son todos personas mutiladas», recuerda.

Para él, el Papa Francisco ha sido profundamente inspirador. «Nos ha animado muchísimo en la zona de misión que es Camboya y ha sido un Papa muy pastoral, muy abierto a que la Iglesia esté abierta y salga al encuentro de la gente con necesidades», destaca. Tanto por sus modos sencillos y pastorales, que «nos han alentado muchísimo, como por sus escritos. Los que más han calado en Figaredo son 'Laudato si', la segunda encíclica del Papa, y 'Fratelli tutti', la tercera. «Sus gestos de sencillez y cercanía a la gente pobre, a mí, me han iluminado muchísimo», remarca.

Tiene claro que lo recordará como «una gran persona que empezó a reformar la Iglesia en muchos aspectos que son medio medievales» y reconoce que él estaba muy contento con esa reforma, porque «ha ido por delante en muchos temas, con mucha prudencia para no dividir, pero también con mucha valentía». En resumen, para él «ha sido un Papa inspirador» cuyo fallecimiento, en época de Resurrección, evoca «la salida a Dios de un ángel»», ya que, según el Evangelio, el lunes es cuando el ángel se aparece a las mujeres que van al sepulcro.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Kike Figaredo, 25 años de lucha diaria en Camboya