Muere Baamonde, el oftalmólogo que «ponía ilusión en todo»
Falleció a los 91 años, tras una larga carrera profesional en la que supo ganarse el cariño de sus compañeros: «Todo el mundo le quería»
SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Lunes, 1 de febrero 2021, 00:58
Era una persona que amaba su profesión, a la que dedicó su vida intensamente, hasta el punto de que aún jubilado prosiguió ejerciendo en su consulta privada durante bastante tiempo. Diego Baamonde Ferreiro, médico oftalmólogo, falleció el pasado sábado, a los 91 años.
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Delicado de salud en los últimos tiempos, arrastraba diversos problemas coronarios, pero fue la covid la que le produjo el fallecimiento. Se da la circunstancia de que su esposa, Francisca Arbaiza Olabarría, permanece ingresada en la misma planta en la que estaba él del Hospital de Cabueñes aquejada igualmente por el coronavirus.
Diego Baamonde fue el primer jefe de servicio de Oftalmología en Cabueñes y allí permaneció hasta su retiro. Dicen quienes trabajaron con él que «todo el mundo lo quería» y hay quien recuerda el día que se jubiló: «Lo llevé del brazo», dice orgullosa Feli Díaz-Faes, que tuvo «la suerte y el privilegio» de compartir tareas con él en el centro hospitalario.
Baamonde, al que algunos llamaban Bahamontes, era «un personaje de Gijón» y los trabajadores jubilados de Cabueñes, organizados en una asociación, le homenajearon hace algo más de un año. «Venía a las comidas que celebrábamos y los jueves quedaba con varios compañeros de la época y hacían tertulia en el Dindurra», cuentan.
Muy afectado por su fallecimiento se encontraba su compañero y gran amigo Bernardino Fernández Vigil, que compartió trabajo varios años con él.
«Muy campechano»
Pero, además, fue «un padre estupendo», al que le encantaba reunirse con todos los suyos. «Cuanto más larga la mesa, mejor», recordaba ayer su hija Begoña. Cuatro hijas tuvo el matrimonio: Begoña, jefa del sección de Oftalmología del HUCA; Ana, médica, y Alicia, óptica; solo Esther, la pequeña, siguió un rumbo profesional diferente.
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«Era un gran profesional, muy honesto con sus pacientes, muy campechano, trataba igual a quien tenía un mayor rango que al que era inferior de clase o profesión. Tenía grandes amigos a los que cuidaba y quería y sé que era recíproco».
Begoña Baamonde se siente muy orgullosa del cariño que dio y recibió su padre y dice que si algo le caracterizaba era la ilusión. «Ponía ilusión en todo. Si se enteraba de que había una nueva técnica se ilusionaba. Si iba a pescar, que le encantaba, también se ilusionaba. Con la caza y con la cocina, que le gustaba mucho. Y se ponía la bata y era feliz».
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Entre lágrimas, Begoña afirmaba que «la vida nos lo regaló más de lo que esperábamos porque era un cardiópata severo». De momento, no se celebrará funeral.
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