La parroquia de Jove da la bienvenida a sus tradicionales y sanadoras rosquillas
Alrededor de 500 kilos serán empaquetados por la treintena de voluntarios que acuden a esta fecha año tras año
Andrea Machado
Jueves, 30 de enero 2020, 20:12
Las sanadoras rosquillas de San Blas ya han inundado con su fragancia la parroquia de Jove. Alrededor de unos 500 kilos de estos dulces serán empaquetados por la treintena de voluntarios que han ofrecido sus manos para esta ocasión, continuando una tradición que comenzó allá por el año 84. «Empezamos en plan de broma con unos 20 o 30 kilos y ahora tenemos que darles una fórmula a una empresa porque no podemos fabricar nosotros más de 500 kilos», explica Víctor Pando, colaborador de la parroquia y coordinador de esta actividad desde hace varias décadas.
Publicidad
«Manteca, huevos y harina, pero el resto de la receta es secreto de estado», bromea. «Todo comenzó con la figura de la ama del cura, quien las realizaba hace años, y en aquellos tiempos solo se vendían dos paquetes a cada persona porque estaban hechos a mano, y en lugar de rosquillas eran galletas», comenta Lena Mari Álvarez, una voluntaria de 77 años que lleva alrededor de 20 colaborando. «En Jove siempre hubo devoción, aunque al empezar solo éramos cuatro gatos».
La inflación no ha afectado, sin embargo, a la venta de las rosquillas: «6 unidades por un euro», cuentan. Las rosquillas se venderán el próximo lunes, con motivo del día de San Blas, en la propia parroquia. «Todo el dinero recaudado se usa para arreglar los desperfectos; llevamos 6 años pidiendo que nos corten los árboles y también queremos cambiar las velas que tenemos ahora por unas eléctricas», cuenta Álvarez. Sin embargo, esta tradición «necesita urgentemente de un relevo generacional, porque los jóvenes aquí no participan, tan solo los catequistas».
Las famosas rosquillas fueron también bendecidas por el párroco de Santa Olaya, Fernando Malada. Y es que esta tradición no se reduce únicamente a los vecinos de Jove. «Yo estoy bautizada en Jove pero vengo de La Calzada, y también hay gente de la zona del Natahoyo o el propio centro de Gijón», comenta Rosa Mari Mediavilla, otra de las voluntarias que colabora este año. Mediavilla es una de las muchas mujeres que participan de esta costumbre y conforman la mayoría de este grupo de voluntarios. Pero también se han adherido algunos hombres, como es el caso de Luis Ángel Álvarez, de 65 años: «Mi madre se sentía muy cercana a esta tradición y tenía mucha ilusión con San Blas, así que cuando falleció, vine; ahora ya llevo cuatro años».
Otros, como Carmina Requejo, de 88 años, no se quieren perder la tradición por nada: «Tengo párkinson y no puedo con el alma y sigo viniendo, desde que empezamos estoy aquí», comenta. También Ramonita Cadrecha, a sus 93 años, es una fiel participante en la cadena de empaquetado. «La tradición es que los laringectomizados sean quienes llevan el santo, porque los operados de la garganta son los que deben portarlo por ser él el santo curador», explica Álvarez. Y es que, si los vecinos de Jove tienen algo claro, es esto: «San Blas es muy importante para nosotros, es de aquí y no nos lo quita nadie».
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión