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Edificios del Banco de Gijón y de la familia Martínez Marina, con el Banco de Castilla en la planta baja. En el centro, el kiosco de Damaso Cifuentes.

La plazoleta de Florencio Rodríguez (II)

En la transformación de Gijón en los años sesenta

Janel Cuesta

Gijón

Lunes, 7 de julio 2025, 06:47

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F lorencio Rodríguez, que pasado más de un siglo iba a dar nombre a la conocida como Plazuela de los Moros, fallecía en Gijón el día primero de junio de 1905, con el Banco de Gijón creado por iniciativa suya en pleno auge, sin poder llegar a disfrutarlo mucho tiempo, aunque sí dejó bien señaladas las bases para el futuro de la entidad, que se anotaría un nuevo éxito entre los gijoneses de todas las clases sociales al crear y potenciar la sección de Caja de Ahorros, situada a la parte izquierda de su entrada principal, cuya acogida se hacía latente propiciando largas colas en 'La Plazoleta'.

En 1913 se construye el edificio proyectado por Manuel del Busto en la esquina con Munuza y Moros para Manuel Fernández, de estilo ecléptico, según los expertos, combinado con elementos historicistas, de tres pisos y un bajo que ocupó primero la Droguería Moros y poco después la joyería y relojería de Melchor Osorio Remior, donde su hija Consuelo Josefa Osorio Ordóñez, trabajó iniciándose en el arte del dibujo y grabado, y luego llegaría a ser una de las pintoras más destacadas de su época, haciendo historia como Pepa Osorio. A su vez, en el número 6 de los Moros, aunque integrado en el conjunto de la 'Plazoleta' sería famoso el edificio, también de comienzos del siglo XX de cuatro pisos; en uno de ellos tuvo su estudio el acreditado fotógrafo Manuel García Leuman y en los bajos la Mercería de Isaac Tirador que dio nombre al edificio.

Retirada de las vías del tranvía que circuló por última vez el 9 de mayo de 1964.

Si bien el edificio del Banco de Gijón, que fue calificado como 'La Capilla Sixtina' de la arquitectura gijonesa, protagonizaba el centro mercantil y social de la ciudad, también era conocido por que en uno de sus últimos pisos con entrada por la calle Begoña, tuvo su vivienda y estudio el pintor Evaristo Valle, junto a otra vivienda del conserje del Banco y también residía en el edificio el presidente y director Julián García Fernández.

Fue muy popular la fonda de Juan Malet, luego conocida como Hotel Malet, y nos dejó para la historia la visita del gran tenor Miguel Fleta que actuaba en el Teatro Dindurra, (ahora Jovellanos) con la Compañía de Ópera del Teatro Real de Madrid. Fue tal el impacto entre los gijoneses que su último día en la ciudad, el 'todo Gijón' se dio cita en la calle para ovacionarle, mientras el Coro La Armonía le cantaba una serenata. El cantante correspondió saludando desde el balcón que daba a la calle Munuza, improvisando una jota: 'Al estilo de Aragón/se despacha este baturro./Al estilo de Aragón/con un sentimiento noble/que lleve en el corazón./Se despide este baturro/se despide de Gijón'. La improvisada actuación del famoso tenor, causó el delirio entre todos los presentes.

En los años sesenta los coches todavía aparcaban en 'La Plazoleta'.

Con la victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936 se instala en Gijón el Consejo de Asturias y León, presidido por Belarmino Tomás y el edificio que había ocupado el Banco de Castilla fue incautado para ubicar la Caja Central de Depósitos, donde se emitían los vales (billetes), conocidos como los 'Belarminos', firmados por el presidente del Consejo y otros miembros del gobierno. Lógicamente con la entrada en Gijón del Ejército Nacional el edificio remitió a sus dueños legales. Coincidiendo con la nueva situación, los gijoneses recuperan sus costumbres y en 1939, en las calles Buen Suceso y Enrique III, con el frente a 'La Plazoleta', abre el restaurante y sidrería Casa Manuela, un emblemático lugar de reunión de muchos gijoneses que ha llegado a nuestros días. Después de unos años de convivencia entre los coches de tracción caballar y los de motor, finalmente estos últimos propician una nueva forma de transporte y se instala una parada de taxis en esta 'plazoleta'.

Es de sobra sabido que en la década de los años sesenta del pasado siglo XX, una tendencia en la construcción hacia arriba, imitando a las grandes ciudades de Europa y América, en contra de la expansión a lo ancho, propicia el derribo en Gijón de varios edificios históricos, y entre ellos, en el mes de marzo de 1960 comienzan a derruir la Casa de Tirador, entre Moros y Munuza, en terreno contiguo al que luego ocupó el edificio de Ingenieros I. Patac. Cuatro años más tarde, 9 de mayo de 1964 circula por última vez el tranvía que hacía el recorrido del centro de Gijón a Somió, que en cierta medida delimitaba 'la plazoleta' con la calle Moros, algo que si bien favorecía el tráfico fluido de vehículos, también dejaba una sensación no exenta de añoranza, teniendo en cuenta lo que supuso para los gijoneses disfrutar viajando en las entrañables y vistosas 'jardineras' durante los veranos. Era prueba evidente del comienzo de una nueva era en la vida de la ciudad. Los autobuses municipales ya habían tomado las calles de Gijón y el coche utilitario ya no era un artículo de lujo para un buen número de ciudadanos, que comenzaban a llenar las calles; unos circulando y otros aparcando con plena libertad en cualquier calle de la ciudad.

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