Poniente se quedó con la mejor vista

«Los mejores en años», «cada vez más potentes» y «final brutal». Son algunos de los elogios de gijoneses y turistas hacia los Fuegos que iluminaron la bahía en la medianoche del miércoles. Pese a la originalidad y la potencia, muchos coincidieron en que las nubes fueron «un obstáculo» a la hora de disfrutarlos plenamente.

Se esperaba «un tiempo peor» pero al final, el orbayu dio una tregua. «Al menos no llovió, que era lo que nos esperábamos», señalaban muchos. Las nubes grises no consiguieron restar protagonismo a unos voladores tan luminosos que encandilaban a cualquiera, pero sí dificultaron verlos con nitidez, sobre todo cuando el humo de los fuegos se convertía casi en neblina por la falta de viento.

La playa de Poniente fue la localización mejor valorada en cuanto a visibilidad. Desde allí, según comentó la gijonesa Marita González «se observaban perfectamente, estaba despejado, tan solo había un poquito de neblina».

Por su parte, Tito Menéndez, que también los vio desde Poniente, destacó que «fueron muy bonitos a pesar de las nubes que quitaron mucha luminosidad. El humo se iba hacia San Lorenzo». Y, efectivamente, allí se fue. Los que se decantaron por el Muro y sus inmediaciones para disfrutar del espectáculo pirotécnico tuvieron varios inconvenientes, ya que el escaso viento hizo que las nubes quedaran concentradas en la zona. Además, los árboles del paseo añadieron aún más dificultades a la visión. Los que se situaron a la altura de la Antigua Pescadería fueron los peor parados.

El mal tiempo hizo que algunos se quedaran en casa e intentaran verlos desde allí. Fue el caso de Ángel Villar, que vive por la avenida de Carlos Marx: «No se veía tan de cerca, pero los disfrutamos mucho. Había bastante humo, estaba todo un poco borroso, pero creo que mejoran cada año más y más». Charo Carril, que vive en las inmediaciones de San Lorenzo, los definió como «preciosos. Tengo la suerte de verlos desde mi balcón, los tengo al alcance de mi mano. El tiempo fue el único obstáculo, pero igualmente llamaron mucho la atención».

Rosa Fernández, de Cudillero, eligió una azotea por la zona de la iglesia de San José: «Otros años hemos ido a Poniente y consideramos que no se veían tan bien, así que este elegimos una azotea desde otro punto de la ciudad. La visión no era la ideal, pero nos llamó mucho la atención los diseños de los voladores».

Muchos de los consultados consideran que la opción de repetir con la empresa valenciana Ricardo Caballer S.A.(Ricasa) «fue acertada». Y, aunque «como los fuegos de Valencia no hay ninguno», los de Gijón «estuvieron muy a la altura y fueron realmente innovadores», opinó un grupo de turistas valencianos.

El momento de ruido intenso, de clímax, fue el que consiguió hacer aflorar las emociones. «Algo tiene la traca final que engancha». Un volador tras otro, como si no hubiera un mañana, y un cielo pintado de luces de colores con una humareda que, a esas alturas, ya dejó de importar. Aún más todas esas nubes de las que nadie se acordaba ya en ese momento.

Así, el gijonés Satur González, que los vio desde La Escalerona, cree que «la traca fue impresionante». Tanto que «consiguió hacernos olvidar el problema que fue el tiempo y que fuera el mejor año de Fuegos, sin lugar a duda». Desde esa misma ubicación también los disfrutó la ucraniana afincada en Gijón Tamara Rudyuk. «La parte final fue, desde luego, la más vistosa e impactante. Se mantienen en la línea de otros años». El gijonés Fernando Fernández destacó el final como «la parte más espectacular en los 26 minutos que duraron. Nadie es culpable de que una nube incordie, hay que disfrutar del momento y listo».

Algo críticas se mostraron Conce Gómez, Mikaela Peláez y Águeda Peláez: «Los Fuegos están muy guapos, pero fue un fastidio la niebla que se formó. Eso sí, ha sido más original que otros años y, además, presta mucho ver a tanta gente por las calles. Se ve a Gijón disfrutar», destacaron.