Siloé, un «salvavidas» para 1.400 personas vulnerables en Gijón
«Somos una familia». La fundación creada por Santaclara en 1999 funciona con 68 trabajadores y 18 voluntarios para tratar todas las caras de la exclusión social
José Manuel Corral resume los dieciséis meses que pasó en la casa de acogida de la Fundación Siloé con una frase lapidaria: «Yo resucité en el hospital, pero aquí volví a nacer». En ese «espacio de tranquilidad y seguridad» enclavado en la zona rural de Gijón (con una veintena de plazas habitualmente insuficientes debido a la alta demanda) se recupera ahora mismo Joaquín Huerga: «Ahora me ves muy bien pero hace cinco meses estaba en la calle, literalmente muriendo. Me cogieron con pinzas».
A unos pocos kilómetros, en El Coto, el centro de día Milsoles es el 'refugio' al que acuden a diario Juan Carlos Aguilar y Carmen Sánchez. Allí, de lunes a viernes, se sirven desayunos –un centenar– y comidas –unas 35–, facilitan 50 duchas diarias, organizan talleres y se ofrece un servicio de lavandería. También «apoyo moral» a personas en situación de exclusión social grave.
ÁREAS DE ACTIVIDAD
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Programa de infancia, adolescencia y familias
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Objetivo: apoyo, formación y educación integral de menores en situación de riesgo social. También apoyo y capacitación parental. El año pasado atendió a 102 menores y 99 adultos.
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Recursos: tres Centros de Apoyo Integrales Diurnos (CAID): 2 en Gijón y 1 en Mieres, con 24 plazas en total. Cuatro Centros de Día: 3 en Gijón y 1 en San Martín del Rey Aurelio, con 85 plazas en total. Servicio psicológico de atención a familias.
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Programa de personas adultas sociosanitario
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Objetivo: atención a personas con problemáticas sociosanitarias en situación de riesgo y exclusión social.
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Recursos: alojamiento Jaipur, en Gijón (10 plazas mixtas para personas con diversidad funcional, con gran nivel de dependencia). Casa de acogida, habilitada por la Consejería de Salud como centro sociosanitario, de 20 plazas. Para personas con enfermedades crónicas complejas y pluripatologías.
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Programa de personas adultas promoción social
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Objetivo: atención a personas con problemáticas sociosanitarias en situación de riesgo y exclusión, salud mental, adicciones, enfermedades crónicas y vulnerabilidad social.
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Recursos: centro de día Milsoles (130 usuarios al día). Programa de salud mental Prometeo, para trastornos mentales graves (29 viviendas en Gijón, Avilés y Oviedo). Programa Housing First, con 20 viviendas para personas en situación de exclusión grave y con problemas sociosanitarios añadidos.
José Manuel, Joaquín, Juan Carlos y Carmen ponen rostro a la vulnerabilidad social, una realidad a la que la Siloé viene prestando atención desde hace más de tres décadas, convirtiéndose para muchos en lo que Corral define como «mi salvavidas». En realidad, el salvavidas al que se agarran cada año las cerca de 1.400 personas, de todas las edades, usuarias de sus dispositivos y programas: el de Infancia, adolescencia y familias; el de Promoción Social y el Sociosanitario (estos dos últimos, para personas adultas).
Un patronato integrado por diez personas, 68 trabajadores y 18 voluntarios (además de una docena de alumnos en prácticas), son la espina dorsal de una fundación creada por José Antonio García Santaclara, Santa, en 1999, aunque como asociación ya venía funcionando desde principios de esa década.
Premio Gijón Social
La «audacia, prudencia y perseverancia» definieron el trabajo del carismático sacerdote, fallecido en agosto a los 82 años y que acaba de ser reconocido, a título póstumo, con uno de los Premios Gijón Social y Cooperación que el Ayuntamiento entregará el miércoles. Y es esa misma línea de actuación, esa visión y esos valores a los que se ciñe el equipo humano que hoy continúa con su legado. Una línea vinculada a la humanización, al acompañamiento, a darles a las personas en situación de riesgo social, de vulnerabilidad o de exclusión «las herramientas para que sean autónomas», subraya la presidenta del patronato, Ana Rúa. Así se consigue no cronificar su situación «ni generar una dependencia de nosotros», anota la vicepresidenta, Magdalena Llerandi. Porque «no podemos cambiar la historia de las personas, pero sí su presente», refrenda la coordinadora del Programa Sociosanitario, Begoña Pruneda.
Coinciden todos en que una de las principales características de la Fundación Siloé, además de ser «una familia» es que «ha sabido crecer, detectar y ser permeable a las necesidades sociales de cada momento». Para darles respuesta y para, como dice su director, Pablo Puente, construir «una sociedad un poco más justa».
De ahí que haya sido pionera en la creación de dispositivos como la casa de acogida para personas con VIH-Sida, los centro de día para menores en riesgo social –en los que reciben apoyo educativo y entrenan habilidades sociales–, el programa Housing First –para facilitar viviendas a personas en situación de exclusión grave, con problemas de salud mental o adicciones– o el Prometeo, para personas con trastorno mental severo, que ya fue reconocido por la UE y en noviembre ganó el Premio a la Innovación Social de la Asociación Española de Fundaciones.
Un momento «cambiante»
«No buscamos la originalidad, sino atender las necesidades que existen ahora y que son diferentes a las de hace diez y veinte años atrás», reflexiona Pablo Puente, quien destaca que ese es un trabajo que se realiza «en red», en colaboración con las administraciones –principalmente el Ayuntamiento, a través de la Fundación Municipal de Servicios Sociales, y las consejerías de Salud y Derechos Sociales y Bienestar del Principado– y otras entidades sociales.
Lo que aprecia el director de la Fundación Siloé es que «estamos en un momento muy cambiante a nivel social» en el que están surgiendo «muchas necesidades»; que la frontera entre una situación de vulnerabilidad y otra que no lo es «es cada vez más difusa» y que, por ejemplo, los perfiles de familias en riesgo social «han aumentado».
«Son dificultades que se nos pueden presentar a cualquiera en algún momento de la vida porque nadie está libre de verse en esas circunstancias», advierte María Llamedo, coordinadora del Programa de Infancia, adolescencia y familias de la fundación. Asegura ella que la fortaleza de este programa –con centros en Gijón, en el Caudal y el Nalón por el que pasan unos 120 menores y unas 80 familias al año– es su equipo multidisciplinar, formado por 18 educadores sociales y dos psicólogos. En este campo, enfocado a la salud mental, ha echado a andar un programa piloto, 'Puzzle', para «mejorar el bienestar anímico y emocional de los chavales y de sus familias» desde un enfoque social y comunitario. Los casos son derivaciones del Área Sanitaria V y de la Dirección General de Infancia y Familia.
Fomentar la autonomía
El Programa de Promoción Social, subraya su coordinadora, Begoña Hernández, está enfocado a lograr «la rehabilitación psicosocial, la integración y el fomento de la autonomía personal» de personas en situación de exclusión social grave. O, como explica Juan Carlos Aguilar, usuario de 60 años, «a tirar para arriba». Él lleva año y medio acudiendo a diario al centro Milsoles, del que le gusta que «no está saturado, como otros recursos que hay en Gijón» y que los propios usuarios pueden implicarse en su funcionamiento. Él colabora un par de veces por semana en el servicio del desayuno. También Carmen Sánchez, que lleva 16 años acudiendo a Milsoles, suele echar una mano: «Aquí me siento útil», afirma al tiempo que destaca el «buen clima» que se respira entre esas cuatro paredes.
En el centro de acogida que Siloé tiene en Mareo, Joaquín Huerga dice haber encontrado «una segunda familia» en el resto de compañeros y el equipo sociosanitario que encabeza la coordinadora del programa, Begoña Pruneda. Lo cuenta tras haber vivido en los márgenes de la sociedad: «El chabolismo, la ocupación, el contrato precario de viviendas compartidas». En la casa de la Fundación Siloé, se esfuerza por recuperar su autonomía, pero sabe que no será tarea fácil.
José Manuel Corral se define como una 'rara avis'. Es el único voluntario que antes ha sido usuario. Destaca de él Pruneda que «es un ejemplo que nos da ilusión a todos, porque no todos los casos tienen una proyección tan positiva». En ello influyeron varios factores. Empezando por el respaldo de su hermana Raquel y el de su cuñada María José. También el de tener una vivienda en la que instalarse tras completar su proceso de recuperación. A la casa de acogida llegó en abril de 2023, «desahuciado», con problemas de salud agravados por la adicción al alcohol y tras superar «una neumonía muy jodida, que se me complicó con un fallo multiorgánico». Salió en septiembre de 2024. Ahora «me encuentro muy bien. Me lo dicen hace tres o cuatro años y no lo creo».
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