«No soporto más esta adicción. Quiero dejarlo, pero así lo ponen difícil»
José Luis Migoya ha sido paciente de la unidad, a la que confiaba poder volver: «Dejan a muchas familias tiradas»
EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Miércoles, 30 de septiembre 2020, 00:24
Empezó joven, un chaval. El alcohol es lo primero, después vienen las pastillas, el cannabis, el LSD... Luego, a los 23, se metió en la heroína. «Y cuanto de tas cuenta es una necesidad imperiosa para sentirte un poco estable». Pero esa «satisfacción instantánea», esa «felicidad exprés», pronto transmuta en «un cúmulo de sufrimientos» que el gijonés José Luis Migoya, a sus 53 años, conoce bien.
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Lleva décadas subido a un tren del que también hace tiempo que quiere bajarse, con empeño y con la ayuda de recursos como la Unidad de Desintoxicación Hospitalaria, cuyos trabajadores «hacen una labor encomiable». Ha estado cerca de lograrlo y confía conseguirlo, porque está seguro de que «de esto se puede salir». Hace unos cinco años ingresó en la UDH por última vez: tal era la gravedad de su adicción que permaneció allí 18 días. «Lo pasas francamente mal, pero merece la pena. Salí de allí recuperado y con gran motivación», dice con convicción. Sin embargo, hace dos años encontró una piedra en el camino: tras una dolorosa operación de espalda le recetaron parches de morfina. «Sabía que no era lo más conveniente para mí porque había tenido adicciones de las que ya estaba recuperado, pero no podía soportar los dolores», lamenta.
Decidido a dejar su adicción -«esto hay que hacerlo por uno mismo, pero sé que mis dos hijos y mi mujer me lo agradecerán»-, hace seis meses acudió a la médico de la Unidad de Tratamiento de Toxicomanías, donde la médico le propuso cambiar los parches por metadona para ir bajando la dosis progresivamente hasta dejarlo. «No quería probar la metadona y volver a ello, fue un varapalo grandísimo, pero no veía otra posibilidad».
«Cuando ingresas lo pasas francamente mal, pero merece la pena. Salí de allí recuperado y con una gran motivación»«Esto hay que hacerlo por uno mismo, pero sé que mis hijos, de 14 y 22 años, mi mujer y el resto de mi familia me lo agradecerán»
«Empecé con 60 gramos y ahora estoy en 48, pero el proceso es demasiado lento», señala. Por eso pidió volver a ingresar en la UDH, donde la desintoxicación se produce de forma más brusca para poder después iniciar el proceso, más largo, de romper los hábitos. «No soporto más esta adicción. Llevo mucho tiempo, demasiado. Y cuando llega el momento en que dices 'se acabó', parece que no te dejan, que te lo ponen más difícil», relata. «Estoy desesperado».
Fracasos
Tiene experiencia de sobra para reconocer que hay muchos fracasos. «Claro que sí, porque la adición es una enfermedad crónica y mental, y eso hay que tenerlo en cuenta». Pero reinvindica que «la unidad es importantísima para lograrlo, y si la cierran dejan tiradas a muchísimas familias».
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