El problema de los microchips y el descenso asociado en la producción de vehículos no parece que tenga visos de solucionarse a corto plazo. De hecho, la factoría que Renault tiene en Sevilla se verá sometida a un nuevo Expediente de Regulación de Empleo que en principio durará 266 días y afectará a casi 1.000 trabajadores. Otros fabricantes que operan en el territorio nacional, como es el caso de Ford o del Grupo Stellantis también se ven afectados por estos motivos, y han visto reducida drásticamente su producción. La tecnología embarcada en los automóviles actuales implica que utilicen cada vez más componentes electrónicos, y el hecho que se incendiara una de las principales fábricas en Japón, unida a la alta demanda de semiconductores para la industria informática, están haciendo que los microchips sean un bien escaso. El problema surge porque si faltan estos componentes se para la cadena de producción, y consecuentemente se están dilatando las entregas de vehículos. China es uno de los principales fabricantes de microchips, pero también es el principal proveedor de electrónica mundial, y abastece en primer lugar a su mercado, dejando a medio ritmo a la mayoría de las fábricas de automoción. El problema tiene difícil solución porque es una tecnología compleja en su elaboración.
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