Buenos días, nuevo año

Hoy, propiamente, será la última noche del año 2020. Un año que -como dice la canción- quisiéramos pronto olvidar: 'La última noche que bailé contigo, ... quisiera olvidarla, pero no he podido'. Pero, a lo que voy, que no es ni más ni menos que, con la llegada del nuevo año, debería uno intentar dejar de temblar tanto y subirse con optimismo, y también ayuda, a ese tren con doce estaciones en cada una de las cuales habrá una primavera, un verano, un otoño y un invierno, que, seguro, seguro, será mejor que este. Y es que, a pesar de que algunos dicen que España es un país graduado en los últimos sacramentos, no es cierto que vayamos a hundirnos como el Titanic mientras la orquesta de a bordo toca el 'Cerca de tí, Señor'. Aquí (y digo Gijón y España), aunque hubo sus cosas feas y se han pasado las de Caín, también hemos seducido como hermosa ciudad y bello país: Sidra, vino, canciones, cultura, deporte y buen humor nunca han faltado, a pesar de que los nacionalistas niegan lo que cantan los pasodobles. Pero bueno, esa es otra historia para no dormir. O mejor: para que todos ellos se acuesten en el diván de Sigmund Freud. Pues digo, o me atrevo a decir, que un nuevo tiempo empieza. Y Ana de los Oviedos, que ya va cogiendo tablas como alcaldesa de la ciudad del Patricio, y sabe dar buenos pases de pecho con el capote de grana y oro, (ojo con el morado, que es el color de la liturgia funeraria) creo que se ha dado cuenta de que estamos al borde de una nueva era en la que se despoblarán las grandes ciudades; se reducirán los viajes; se trabajará más en las casas que en las oficinas, y un zafarrancho de limpieza de mares y ríos tal vez consiga evitar que nuevas pandemias acaben con la naturaleza y las especies. Desde 'La Ilíada', donde ardían piras de cadáveres, hasta el 2020 con las UCIS llenas cientos de contagiados, las pestes han sido la transición a nuevas épocas. La vacuna frenará el virus, y con ello se anuncian cambios extraordinarios en Europa. Y esto no es tener un optimismo tonto, ya que los ausentes duelen mucho, y es difícil celebrar la alegría en estas fechas cuando las mesas se llenan de ausencias obligadas. Pero habrá innovaciones importantes. En Gijón se están dando pasos para que el ruido, los gases y los coches no sigan sitiándonos. Y ojo al dato: A los jóvenes cada vez les interesa menos sacarse el carnet de conducir. Salud y suerte. Y como dice mi amigo Zarín: 'A por el veintiuno'.