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Abracadabra

Sábado, 9 de noviembre 2024, 01:00

En 1983 David Copperfield asombró al mundo haciendo desaparecer la Estatuta de la Libertad. Aquel truco lo consagró como uno de los grandes ilusionistas de ... la historia, refrendado luego por su no menos famosa levitación sobre el Gran Cañón del Colorado, hacer esfumarse un vagón del Oriente Express o atravesar de un lado a otro la Gran Muralla china.

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Viene a cuento recordar al gran mago de los ochenta y noventa, porque esta semana en esta Asturias nuestra hemos visto cómo desaparecían todas unas obras. No cuadros ni monumentos, sino obras de las de siempre, las de martillo, paleta y brocha.

Las obras en cuestión estaban en la sede de Presidencia, en la muy noble calle de Suárez de la Riva de la capital imperial astur, que supongo que es como quiere llamemos a Oviedo su gobernador, Alfredo Canteli, aquellos que vivimos en esos pueblos a los que tan dado es a catalogarnos. En concreto, me refiero a la sala de prensa de Presidencia, que en cuestión de horas pasó de estar cerrada debido a una reforma, a ser abierta de par en par y, abracadabra, sin rastro alguno de la obra.

Porque ya me dirán a mí si no es magia de la buena lo que allí pasó. El martes recibía el presidente de todos, todas, todes gentes del imperio astur a los grupos políticos para echar una parrafadina sobre los presupuestos. Lo normal es que los grupos pasaran por la sala de prensa para atender a los medios. Pero, vaya por Dios, ese martes estaba cerrada a cal y canto porque, según la versión gubernamental, se encontraba en obras. Hasta ahí, todo normal. Salvo cuando el consejero de Hacienda Guillermo Peláez aparece en la citada sala de prensa para comparecer. Y allí, y miren que buscamos, ni rastro alguno de las obras. Trucazo total, oigan. Y aquellos mal pensados que sospechan que todo se debía a una maniobra barboniana para evitar dar a Queipo la foto con el logo de Gobierno del Principado de Asturias detrás, les respondo con la frase que pronunciaba el gran ilusionista español, el asturiano Anthony Blake, cuando acababa sus espectáculos: «Recuerden, todo lo que han visto es producto de su imaginación».

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