Empezó el verano sin tasa turística y acabó con ella. Bueno, tampoco es así, va camino de finalizar con la intención de estudiar de qué ... manera en Asturias haremos que los visitantes paguen por venir. Dicho así, suena fatal, es verdad. Porque uno puede concluir que en esta región no queremos a los turistas y nada más lejos de la realidad. No sólo los queremos sino que, además, queremos que vengan más. Con mesura, eso sí, porque convertir esto en el Benidorm del norte pues como que tampoco.
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Hecha esta aclaración, para que nadie se piense que desde esta mirilla incitamos a la turismofobia, vamos a ver qué ha pasado para que en las semanas previas al inicio del verano el hermano mayor de la coalición de Gobierno autonómica, es decir, el PSOE, haya dicho por activa y por pasiva que eso de la tasa turística que tururú corneta y, de repente, decirnos que sí. Que la tendremos. Eso sí, en versión 'light', porque a diferencia de otras zonas, como Baleares, donde todo el que veranea tiene que pasar por la caja del Govern, en Asturias, si la hay, que habrá que velo, será municipal y de implantación voluntaria. Vamos, como la oficialidá de Barbón, pero en versión turismo: será una tasa amable.
Decíamos que empezamos el verano sin tasa e, incluso, meses atrás renegando de ella. «Asturias no es un destino saturado y en lo que estamos implicados de lleno en el Gobierno es en la regulación de las viviendas de uso turístico. La ecotasa no es una urgencia», dijo en febrero en una entrevista en EL COMERCIO la vicepresidenta Gimena Llamedo. El hermano menor del Gobierno de la coalición –no sé por qué PSOE e IU reniegan de esta fórmula y en su lugar hablan de «Gobierno de unidad progresista»– se enfurruñó y estuvo erre que erre, dando la matraca con que es necesario este impuesto. Al final, ni pa ti ni pa mí. Habrá tasa, descafeinada, eso sí, porque será de ámbito local y para los ayuntamientos que la quieran.
Es curioso ver cómo tras meses reclamando que en Asturias se ponga una tasa turística autonómica, IU acepte ahora esta versión naif. ¡Ay, qué fácil es el papel de oposición y qué difícil es gobernar! ¿Tendremos este giro también cuando se hagan las directrices comerciales o los reglamentos para los parques eólicos? Ver veremos.
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También fue curioso escuchar al presidente del Gobierno cómo defiende que la tasa no sea autonómica. Dijo que un visitante que se aloje en Yernes y Tameza, donde no hay presión turística, sería injusto que la pagara. Claro, ese turista no va a Somiedo a ver osos o a la playa de Aguilar a remojarse.
En el sector turístico, es decir, la todopoderosa Otea, hablar de tasa turística es como pronunciar tres veces bitelchús. Les entiendo, porque se quedan sin el monopolio de la tasa. Porque ya me dirán ustedes si no hay tasa en una región donde hemos cedido nuestras calles a los chigres y bares, a costa de quitarnos plazas de aparcamiento (dense una vuelta por Pravia y me entenderán); donde tomarse un café empieza a ser un artículo de lujo (1,80 euros en el centro de Gijón) y una cerveza o un refresco no te baja de tres o cuatro euros.
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