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Dasgupta

El economista indobritánico nos advierte de que para igualar el impacto de nuestra huella ecológica, esto es, la diferencia entre lo que alegremente esquilmamos y lo que la naturaleza puede proporcionar, harían falta 1,6 planetas Tierra como el que ahora tenemos

Eeste pasado mes de Febrero se publicó el Informe Dasgupta. ¡Vaya nombre, empezamos bien!, pensarán algunos. La verdad sea dicha, el título no invita a ... la lectura. La cosa cambiaría mucho si se llamase 'Informe Rosalía', o 'Informe Pantoja', o 'Informe Bisbal'. Si se titulase 'Informe Ronaldo' lo petaría en las redes sociales, y si empezase como 'Informe Messi' habría que pagar una pasta por descargarlo, o buscar a un colega que te ayude a piratearlo. Pero no, a este Dasgupta no lo conoce nadie, suena a hindú flaco con flauta y serpiente, y encima en la portada aparecen unos arbolitos, con lo cual tiene menos posibilidades de triunfar que un cantaor en Laponia.

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El tal Sir Partha Dasgupta (78) es un economista indio nacionalizado británico, nombrado Caballero por Su Majestad Isabel II en base a su aportación a la economía mundial, profesor emérito en la Universidad de Cambridge, y con un currículum académico estratosférico, con premios y reconocimientos por todas partes y lugares. Hijo de un notable economista y yerno de un Nobel de literatura, parece ser que además es objetivo, independiente y honesto. O sea, un Messi cualquiera, pero de biblioteca, y con muchos menos euros, tatuajes, y 'likes' en Instagram.

Así y todo, la lectura de su Informe resulta altamente recomendable para cualquiera al que le interese saber lo que va a ser de nosotros como especie en las próximas décadas. Por lo general, el bueno del Dr. Dasgupta no trae buenas noticias. Su informe parte de la premisa de que fundamentar el éxito de una economía en su PIB anual es una práctica peligrosa, ya que este índice tiene en cuenta la riqueza en capital producido, pero olvida el capital natural de un país. Se entiende por capital natural nuestras reservas de activos naturales, es decir, lo que nos queda en nuestro entorno una vez empleados los recursos de la naturaleza para producir y ganar pasta, que es lo que más mola a corto plazo.

Sir Partha nos recuerda, entre otras cosas, que nuestro capital natural per cápita en el mundo se ha reducido en más de un 40% en los últimos 25 años. Es decir, somos muchos más, vivimos mucho más tiempo, algunos países nos creemos más ricos que hace unas décadas, y mucho más listos con tanta tecnología... Pero somos mucho más pobres en lo básico, en nuestro principal sustento. También nos alerta sobre la progresión en las tasas de extinción de especies y organismos vivos en los últimos tiempos. Nos advierte de que para igualar el impacto de nuestra huella ecológica, esto es, la diferencia entre lo que alegremente esquilmamos y lo que la naturaleza puede proporcionar, harían falta 1,6 planetas tierra como el que ahora tenemos. Sí, ha leído usted bien, 1,6. Ahora entiendo por qué andamos tan preocupados en ver lo que hay en Marte estos días, gastando lo que no tenemos para nuestro planeta en buscar 'chicha' fuera, no vaya a ser que la de aquí se nos acabe.

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El informe concluye que mientras los gobiernos y las empresas no desarrollen políticas activas para el cambio, mientras no sea tenida en cuenta la naturaleza en la toma de decisiones, y dejemos de pasarnos por el forro el capital natural, social, y humano a la hora de medir el éxito, a la hora de calcular PIBs, financiar, subsidiar, o incentivar nuestras actividades sobre este bonito lugar que habitamos, pues vamos de cráneo. Y muy rápido.

Por estos lares, y visto lo visto últimamente, me temo que a este paso cualquier día nos vamos a enterar de que vale lo mismo un kilo de tomates de los buenos, que un Smartphone. Quién nos lo iba a decir. Y a ver qué decidimos, entonces.

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