A ver si nos entendemos. 'Laos' es una palabra griega que significa 'pueblo'. De ese vocablo se deriva 'laico', y de 'laico', vine 'laicismo', que ... es ya un término cargado de ideología empleado por ciertos grupos políticos (especialmente de extrema izquierda) que propugnan una separación (no 'desaparición', como leo que dicen algunos) entre lo civil y lo religioso. Ahora bien: muchas veces se calla, o no se dice nunca, que Jesús de Nazaret fue un laico en un mundo religioso con cientos de sacerdotes, en este caso judíos. Y que esa religión, que era la suya, con todos sus sacerdotes y pontífices, lo detuvo, lo juzgó y lo condenó a muerte. Lo laico, pues, tendría que ser lo característico de la Iglesia cristiana. Iglesia que Jesús propiamente no fundó, pero que sí se organiza sobre su memoria, su mensaje y su ejemplo de vida, es decir: sobre la memoria, en este caso, de un laico que pasó por el mundo haciendo el bien y curando a los oprimidos, porque Dios estaba con Él. Y aquí tenemos ya otra vez el problema de la religión, de lo laico y el 'laicismo', que, ya está dicho, no es lo mismo. Y es que está muy bien acordarse del pueblo para mejorar su vida. Pero, un país que pretenda estar cohesionado, sus gobernantes no pueden hacer política ladeando su entorno natural, su cultura, su religión y las demás tradiciones que acompañaron durante siglos, y que siguen acompañando, la andadura y la vida, con sus pesares y alegrías, de millones de hombres y mujeres. No escribo aquí del fanatismo religioso ni de los nacionalismos que constituyen una misma pasión maligna, ni de la protección -metafóricamente hablando- del campanario. Por cierto, hermoso sonido el del ¡Ángelus! Miren sino lo que dice el laico, republicano y premio Nobel español Juan Ramón Jiménez. «Parece, mientras suena el Ángelus, que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba hasta las estrellas». Hasta aquí la cita. Más, para terminar esta columna, diré que el laicismo está compuesto de creyentes canónicos fieles al credo que Marx proclamó: «La religión es el opio del pueblo». Cierto que España es ya un país agnóstico agarrado a un móvil, y que el afán de los obispos ya no es bautizar a los no creyentes sino convertir a los bautizados. En todo caso la obsesión sobre laicidad y laicismo seguirá siendo persistente y el debate cíclico. Pero ambos términos no son sinónimos.
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