Gisèle

Pero a veces la vida, tristemente, oferta héroes contra su voluntad que ni querían ni debían serlo; héroes forzosos y forzados, héroes a su pesar, obligados a ello tras decir basta y dar la cara, cuando preferían el discreto anonimato. Hablo, sobre todo, de heroínas que combaten ese mal cotidiano, pegajoso, obra de gente corriente; mal al alcance de cualquiera, versión actual de mal banal causado por el padre modelo, el trabajador normal o el ejemplar hijo; el mal de quien se declara inconsciente, ignorante del daño a la víctima, acallada por su grito de placer, silenciada bajo su aullido gozoso; mal causado por quien, llegado el momento, pide para sí los derechos que negó al prójimo.

Personas, como Gisèle, la mujer violada por más de cincuenta tipos, por obra y desgracia de su esposo; heroínas por su valor para alzar la voz y mirar de frente mientras quien la contemplaba desnuda evita hoy su mirada, vestida de interrogantes y razones, por pelear la dignidad de la mujer, normal, corriente, y de una vida que, contra su voluntad, deviene excepcional y el referente que no quería ser. Admirable su valor para enfrentar la vida, mirar de frente y dar la cara ante una sociedad proclive a dar la espalda, a mirar a otro lado ante tanta mujer maltratada. Héroe es quien hace digna su vida… Y su drama.