La revolución del respeto

Los amigos y familiares que estábamos viendo en La 1 de TVE las campanadas de Nochevieja, no escuchábamos los chistes y ocurrencias de Broncano y compañía. Estábamos absortos en pelar las uvas, abrir el cava, y terminar provisionalmente con las discusiones familiares, ejercicio habitual que nos mantiene unidos y en armonía. Personalmente, no sigo el programa de Broncano, por lo que no puedo opinar de sus virtudes o defectos, y, hasta ahora, nunca oí hablar de Lalachus. Se me escapa la gracia de la estampita del Corazón de Jesús fusionado con una vaquilla –¡Oiga! Para desternillarse– y comprendo que la burla, totalmente gratuita, ofenda desde la televisión pública, de todos, no solamente a la Conferencia Episcopal, sino a muchos cristianos.

Lo peor de esta gracieta es la respuesta de Bolaños, prometiendo derogar el artículo 525 del Código Penal sobre el delito de ofensas religiosas como una de las medidas de Plan de Acción por la Democracia. Bolaños, que tiene la sonrisa fanática de Robespierre, debería saber que la democracia se refuerza con la tolerancia, la consideración por los otros y el respeto al prójimo y a la palabra dada. En las últimas campanadas, el año pasado se fue con la burla y la ofensa. ¡Ojalá que este nuevo año se cultive lo contrario, para iniciar así la única revolución pendiente. La del respeto.