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Una zona del barrio de La Argañosa, en Oviedo. E. C.
La Argañosa (Oviedo)

Espíritu de pueblo en el barrio

La Argañosa, con casi 13.000 vecinos, destaca por tener todos los servicios y precios más asequibles para alquilar o comprar

COVADONGA DEL NERO

Lunes, 25 de julio 2022, 02:31

A principios del siglo pasado, lo que se conoce como La Argañosa no eran más que zonas verdes, totalmente ajenas a la vida en la ciudad de Oviedo. Por aquel entonces, la aldea no superaba los 130 habitantes, vivían en un entorno completamente rural. En la actualidad, según el último registro del Ayuntamiento de Oviedo de población por barrios, La Argañosa cuenta con 12.916, aunque llegó a superar los 20.000 a principios de siglo.

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El crecimiento de La Argañosa se debió a la proliferación de edificaciones, zonas de ocio como parques y jardines o las piscinas ubicadas en el Parque del Oeste. La capital asturiana buscaba seguir expandiéndose ante la llegada de la Compañía Ferroviaria del Norte -atrayendo hasta la zona a múltiples empleados-.

Su origen está muy ligado al de otras zonas de Oviedo, como Olivares, unidas por sus límites. O al menos eso aparece en referencias escritas, ya en el siglo XVIII. Concretamente, en 1787, un escrito anuncia que «los llevadores de la juguetería de Llamaquique y los vecinos de Olivares piden a la Ciudad el reparo de la portiella en el Chamberí que viaja hacia los Pilares y sitio de La Argañosa».

Arancha Atanes, en su tienda de ropa de La Argañosa.

«En esta zona nos conocemos casi todos los vecinos»

Arancha Atanes nació en Galicia, pero la vida la trajo a su tierra hermana y terminó viviendo en la capital del Principado. Atane es amante de la moda, por lo que decidió emprender por su cuenta, combinando una de sus pasiones junto con la actividad empresarial. Así, decidió abrir una primera tienda, en la calle Argañosa, del mismo barrio, en un pequeño local donde comenzó a afianzar a sus clientas y conocer esta zona de Oviedo, de la que no es vecina -al menos de manera directa y entendido como tal, pues su día a día transcurre en el barrio-.

Tras esa primera tienda de moda, Arancha Atanes dio el salto al número 56 de la misma calle el pasado 1 de marzo. «Aquí hay muchísimos bajos comerciales en alquiler o venta» y decidió aumentar el espacio dedicado a sus conjuntos y accesorios. «Necesitábamos crecer, pero no queríamos irnos del barrio de La Argañosa», asegura la empresaria.

Tanto es así, que «en este barrio nos conocemos casi todos los vecinos». Entre una farmacia y una tienda de dulces y frente a un negocio de alimentación, esta tienda de ropa demuestra que La Argañosa es una zona que, a pesar de haber vivido el cierre de algunos establecimientos, está repleta de comercio local. Además, si algo quiere resaltar Atanes entre las ventajas que percibe en este barrio es «el tránsito de personas y vehículos». «Es constante el paso de peatones, pero sobre todo de coches; eso hace que este barrio, aunque no por ser vecinos de la zona, sea más conocido que otros».

Quienes residen en La Argañosa tienen una relación cordial, «es como un pueblo». Una zona que nació siendo periferia pero «ahora es parte indiscutible de Oviedo». Es «un lugar muy agradable para tener un negocio, vivir y comprar», en el que la gente, mucha de ella «de toda la vida», «es muy buena, y abierta».

En cuanto a su ubicación, está en lugar privilegiado en la ciudad, limitando con La Florida, La Ería u Olivares, bajo el que fue el restaurante de La Gruta. Además, cuenta con los servicios necesarios, a falta de algunas reivindicaciones por parte de varios vecinos -sobre todo en lo referente a aquellos locales vacíos, que cada vez son más-. Tiene centro de salud en la calle Alejandro Casona; las piscinas municipales del Parque del Oeste, parques para los más pequeños y zonas amplias para esas familias jóvenes que llegan al barrio llamados, también, por los precios más bajos para alquilar o comprar que en otros barrios y la tranquilidad. En apenas diez minutos, uno se encuentra en el centro de la ciudad.

Alberto López con su hijo Carlos en la autoescuela.

«La Argañosa siempre fue un barrio muy comercial»

Hasta los pasados años 70, Alberto López ejercía como policía nacional. Pero quiso cambiar. Junto a un compañero que ya vivía en La Argañosa, decidió dar un paso al frente y abrir su propio negocio: una autoescuela. Escogieron este barrio ovetense porque, por aquel entonces, era una zona aún por explotar. En el bajo comercial del mismo edificio que residía el socio de López, abrieron el negocio que compartiría nombre con la zona y la calle de la capital asturiana. Corría 1967, hace ya 55 años. Desde entonces, la evolución del barrio es algo que han protagonizado en primera persona ambos socios, pero también César López, hijo de Alberto, que vivió «en este barrio, como quien dice».

Ha pasado la vida en aquella autoescuela, que ahora cuenta con una segunda en la calle Aurelio San Román. A la par que comenzaron su andadura profesional «todo el barrio fue creciendo, siempre fue muy comercial», recuerda la familia. Además de tener gran cantidad de locales para emprender, también era importante la variedad. «Teníamos negocios de todo tipo, no faltaba de nada», asegura César López.

La crisis del 2008 «golpeó fuerte en esta zona», y muchos acabaron cerrados. «Lo bueno de este barrio es la cantidad de tránsito de vehículos y personas que pasan por aquí delante, un buen escaparate para cualquier negocio», indica López. Y es que la calle Argañosa «sirve de paso para los vecinos del Escamplero, San Claudio y Las Reguera». Además, si algo cree que debería mejorar de este barrio ovetense es «la falta de aparcamiento, es difícil encontrar sitios para los vehículos, al ser calles bastante estrechas y de dirección única, en muchos casos».

Para la familia López, La Argañosa seguirá siendo su centro neurálgico, en una zona donde «seguimos sobreviviendo gran parte de los negocios de toda la vida, incluso hay algunas aperturas, aunque sea algo complicado».

La Argañosa, su gente, es un barrio que sigue luchando contra una crisis del 2008, que azotó a muchos pequeños empresarios y obligó a cerrar gran parte de los negocios. En la calle que comparte nombre con el barrio se cuentan por decenas los establecimientos que cuentan con carteles de 'Se vende' o 'Se alquila'. Pero son muchos los profesionales que resisten.

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