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Ramón y Raquel Iglesias en la droguería del barrio de Santo Domingo. FOTOS: P. L.

Un barrio céntrico «sin ser el centro»

Santo Domingo se construyó en torno a la iglesia del mismo nombre durante el último medio siglo y es una zona «tranquila»

COVADONGA DEL NERO

Lunes, 5 de septiembre 2022, 01:32

Al sureste de la capital asturiana, limitando con la barrera arquitectónica que supone la Ronda Sur para la ciudad, se levanta el barrio de Santo Domingo, uno de los más céntricos de Oviedo, que cuenta con una de las zonas verdes más grandes. Con El Campillín como límite, antes de llegar a la glorieta de San Lázaro, Santo Domingo se fue construyendo durante el último medio siglo alrededor de la iglesia parroquial con la que comparte nombre y el colegio de Los Dominicos.

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Más de 12.000 metros cuadrados de naturaleza, en los que su historia se remonta a la época de la posguerra, en la que las viviendas que allí se ubicaban fueron derruidas y se acabó convirtiendo en un enclave emblemático. Su templo religioso es, además, la salida de la procesión de Semana Santa del Miércoles Santo, a cargo de la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Oviedo.

Esta es, precisamente, una de las más antiguas, con más de cuatro siglos de historia, y una de las más esperadas por los devotos ovetenses durante la celebración de la Semana Santa en la capital asturiana.

Una zona que nació siendo «un sendero de barro, una caleya sin posibilidad de acceso», con algunas -pocas- casas bajas, pero que desde hace un tiempo a esta parte cuenta con todos los servicios para poder llevar a cabo una vida completa: sucursales de banco, tiendas de alimentación, droguería, farmacias, estancos, aparcamiento privado, supermercado y dos fruterías... todo un sinfín de comercio local.

Por si fuera poco, es una de las zonas con más espacio para aparcamiento en zona azul y más cercana al centro de la ciudad. Además, las obras para unir el barrio de Santo Domingo con los de Villafría y Otero mediante un paso de peatones por la Ronda Sur es una de las grandes reivindicaciones de las asociaciones vecinales de estos barrios ovetenses.

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Además, conecta el centro de Oviedo con la salida a la autopista a escasos metros. Incluso, dentro del barrio, tiene una plaza dedicada al canónigo Benito Gallego, deán de la Catedral. Un barrio que tiene «de todo» para que sus vecinos, gran parte de ellos de toda la vida, puedan vivir «sin grandes necesidades».

«Cuando llegué no se podía entrar, era una caleya»

Justo este 2022, concretamente a lo largo de este mes, la droguería Mestallón -que debe su nombre a la propia calle en la que se encuentra, en el 15 de San Pedro de Mestallón- cumplirá medio siglo de andadura sirviendo a los vecinos del barrio de Santo Domingo, a unos fieles desde el inicio y otros que se unieron por el camino. Fue Ramón Iglesias quien, dedicándose a la hostelería, tuvo que cerrar su anterior establecimiento y «pregunté a un amigo si conocía algún bajo para abrir una droguería». Cuando le mencionó el nombre de la calle San Pedro de Mestallón «no tenía ni idea de lo que me estaba hablando».

El caprichoso destino quiso «que acabara escogiendo este local y no solo eso, que comenzara a vivir justo encima». Él es nacido en Ciudad Naranco, pero ya lleva cincuenta años en este barrio. «Cuando llegué a conocer la zona tuve que dejar el '2 caballos' en la parte de arriba porque no se podía entrar, era una caleya», recuerda Iglesias. Aunque no es un vecino de nacimiento, cuenta multitud de cambios en el barrio: «En 1972 no existía ninguno de los edificios de alrededor, eran casas bajas que acabaron derrumbando para levantar el barrio».

Eso sí, el comercio local «ha ido perdiendo fuerza con el paso de los años, como en casi todos los barrios, pero aquí se ha notado bastante». Entonces «todos consumían en el barrio, ahora cada vez menos gente recurre al negocio de aquí»; aunque la mayoría de sus clientes «son de siempre, de confianza, vas haciendo piña».

Una zona que se encuentra «a escasos minutos del centro, pero sin ser el ajetreado centro de la ciudad». De hecho, en menos de cinco minutos caminando se puede llegar a la plaza del Ayuntamiento. «A partir de ahí todo está cerca», resume Iglesias. Ahora, su hija Raquel es quien lleva el negocio, aunque Ramón está allí en todo momento. Un lugar «tranquilo» en pleno centro de la capital asturiana.

«Es una zona donde la gente coge confianza y va bien»

Comenzaba el mes de mayo del pasado año cuando Reinaldo Tobar y Susana Rodríguez se hacían socios para abrir en el número 1 de la calle Juan Escalante de Mendoza. Estos vecinos de Ventanielles prefirieron hacerlo en el barrio de Santo Domingo porque «Susana estaba trabajando en otra tienda de esta misma zona y conocía a la gente, porque aquí la gente coge mucha confianza y esto siempre va bien para el barrio y para sus negocios». Sobre todo en unos momentos en los que «es lanzarse un poco a la piscina el tema de emprender».

Así, ya con más de un año de experiencia, ve que «este barrio es un auténtico acierto, la gente consume en el comercio local» y escogieron «una tienda de alimentación a todos los niveles para satisfacer las necesidades de la gente de aquí», en muchos casos «mayores, jubilados, que les es más cómodo no tener que salir de Santo Domingo para comprar».

Una zona en la que «transita muchísima gente paseando y caminando», también los días de misa de la iglesia de Santo Domingo, además de «mucho tráfico, sobre todo porque la gente de Otero sale a la autopista por estas calles, lo que para nosotros es un buen aliciente para abrir en esta zona». Además, cuenta con «una de las zonas de aparcamiento de zona azul más cercanas al centro de la ciudad, por lo que mucha gente nos conoce aunque sea solo por parar aquí». Esa cercanía con el centro permite, en palabras de Tobar, «que podamos llegar a más gente que a los propios vecinos del barrio».

Además de esos vecinos de Santo Domingo, Tobar se siente «afortunado» porque en esa misma zona «está uno de los hoteles donde se hospedan más turistas, lo que para nosotros supone un plus de clientela, además de movimiento». Aunque ese tránsito de turistas y de ovetenses por sus calles no impiden que sea «un barrio tranquilo», sin grandes sobresaltos.

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