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Pepito García Vicente, en su tienda centenaria. FOTOS: COVADONGA DEL NERO

El barrio obrero más antiguo

Junigro vivió su época dorada en los años cuarenta, con 3.500 habitantes, una cifra mayor al conjunto de vecinos de hoy de Trubia

COVADONGA DEL NERO

Lunes, 15 de agosto 2022, 00:22

Hay que remontarse a mediados del siglo XIX para entender el origen de Junigro, el barrio trubieco; concretamente a 1844, cuando el general Elorza llegó a dirigir la fábrica de armas de Trubia. En aquel momento se creó el que sería el barrio obrero más antiguo de Asturias. Cuando se levantó, al otro lado del río, solo existía una gran explanada que servía de almacén de escombros y restos de la actividad de la factoría.

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El nombre de Junigro tiene relación con el origen de la fábrica que ha marcado la actividad económica, social y cultural de toda la localidad. En 1794, la de Trubia se convirtió en la única empresa factoril fuera de los dominios de Navarra y Guipúzcoa. En aquel momento fueron muchos los armeros vascos que se trasladaron hasta la villa, y la ubicación de las viviendas al otro lado del río les hizo denominar la zona con el término 'Jonígaro'. De ahí acabó derivando a Junigro.

A finales del siglo XIX, en la década de 1880, Junigro se fue convirtiendo poco a poco en el centro neurálgico de Trubia, viviendo el primer 'boom' durante la I Guerra Mundial, cuando España, como país neutral, se dedicó a la venta de armas a los implicados en el conflicto. Entonces comenzaron las construcciones del primer teatro, la escuela -ahora el centro de salud-, del casino obrero -en la actualidad, el centro social, biblioteca y teatro-, y hasta un cine, en 1920, así como un mercado cubierto reconvertido hoy en una instalación deportiva.

Las viviendas fueron aumentando, dividiendo a Junigro en tres bloques residenciales: 'El del río', 'El del medio' y 'El del monte'. Vivió una nueva época dorada en la década de los años cuarenta, tras la guerra civil española. En aquel momento de dictadura y autarquía, Junigro llegó a alcanzar los 3.500 habitantes, una cifra superior a la que tiene toda la zona de Trubia y parroquias de alrededor en la actualidad, en torno a 2.500 vecinos.

Hoy en día, Junigro es un barrio muy envejecido, con muchas viviendas vacías. Sus vecinos se denominan cascarillas, cuentan orgullosos. Unos ciudadanos que viven sus fiestas grandes a principios de julio, aunque también se celebra, como no podía ser de otra manera, Santa Bárbara.

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«Recuerdo cuando aún no había ni carretera a Mieres»

Es imposible que alguien no haya oído hablar, en toda la parroquia de Trubia, de Casa Pepito, en el número 11 de la calle Suárez Inclán. Es un negocio centenario, en concreto uno de los cinco más antiguos de toda la comunidad autónoma. Fueron Jesús y María, 'los del Cloyo' -como se les conocía-, quienes en 1913 decidieron abrir un comercio en su Trubia natal. Durante muchísimos años como una tienda de ropa y alimentación. Pepito García Vicente, nieto de aquellos pioneros, recuerda ahora la tienda llena de «bacalao colgando, tocino, grandes sacos de veinticinco kilos de garbanzos y legumbres... Todo se vendía a granel en Asturias».

Tras la primera generación llegó el turno de Pepito 'el Cloyo', padre de García, que se puso al frente del negocio en 1935. Luego, tras el mostrador, también se incorporó su mujer, Felicitas, en 1960. Apenas diecisiete años después, Pepito García Vicente, actual propietario, ya andaba trabajando en la tienda. Rememora miles de anécdotas y detalles de cómo ha ido cambiando la vida en Junigro con el paso del tiempo: «Recuerdo cuando aún no había ni carretera a Mieres, había que ir por los caminos de Manzaneda».

Vivió épocas de bonanza, pero también momentos más duros. «Cuando empecé las familias eran numerosas, vivían aquí muchísimos más vecinos», lo que repercutía en las ventas en su negocio y en los cercanos. «Eso hace que el comercio permanezca abierto», dijo en relación a la longevidad de Casa Pepito. La llegada de los años noventa del siglo pasado, en cambio, provocó que «muchos vecinos comenzaran a irse a otras zonas como La Corredoria, donde comenzaban a construir vivienda nueva». Mientras, en Trubia no se apostaba por esas nuevas edificaciones. Hasta mediados del 2000, que «levantaron 400 viviendas nuevas y se notó el regreso de algunos que se habían ido y otros que decidieron no marchar».

«La cercanía de la gente en Trubia es la mejor»

Hace ya siete años que la trubieca Vanesa Fernández Vázquez decidió «apostar por mi barrio de toda la vida». En Junigro, en la villa cañonera donde creció y que conoce a la perfección. Allí vio que sus vecinos, sus amigos y sus conocidos «no tenían un negocio donde relajarse, escapar de la rutina, dedicarse un rato para ellos mismos». Así abrió su clínica estética, Secretos de Belleza; así invirtió en el negocio en el número 20 de la calle Aranjuez, porque «la cercanía con la gente en este barrio de Trubia es una de sus mayores ventajas en comparación con otras zonas de la capital asturiana».

Junigro es «un desconocido» para muchos ciudadanos ovetenses que viven en el centro de la ciudad, algo que no comprende Fernández Vázquez, ya que cree que «la cercanía con Oviedo, pero también con Grado y varios concejos más, nos permite tener una ubicación única para abrir un negocio».

«Siempre me ha gustado tirar por lo de casa, sobre todo cuando nos conocemos todos, y si no es directamente, es por medio de alguna persona», explica. No existe opción de que «no tengamos referencias los unos de los otros, de alguna manera», añade. También considera que «el buen transporte» hasta la zona es algo a resaltar dentro del barrio de Junigro, algo que es «un plus» para sus vecinos.

Un barrio que nació en torno a una fábrica de armas que se mantiene activa, con carga de trabajo, pero que «los negocios no suelen durar mucho», aunque dice que «hay que seguir apostando por esta zona». Un barrio que llegó a tener más del doble de comercios, de todos los sectores, pero que ahora escasamente supera la decena, ya que los registros vecinales demuestran que cada vez son menos los que siguen viviendo junto a la factoría armamentística. «Creo que tenemos que seguir apostando y disfrutando de los servicios que Junigro nos ofrece», concluye Fernández.

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