Un barrio obrero de casas bajas
Guillén Lafuerza cuenta con apenas 1.500 vecinos, en una zona que nació como una colonia, a mediados de los años 40 del siglo pasado
COVADONGA DEL NERO
Lunes, 1 de agosto 2022, 00:31
Corrían los años 40 del siglo pasado cuando, en el ecuador exacto de la década, se inauguró la colonia de nombre Guillén Lafuerza. En torno a un centenar de viviendas bajas ubicadas en las inmediaciones de La Cadellada. Nacía como un barrio obrero rodeado, por aquel entonces, del hospital Psiquiátrico y la 'caja' de reclutas del Rubín. Se levantó allí la iglesia, cines y bibliotecas, tal y como recuerdan sus vecinos, la mayoría segundas o terceras generaciones de aquellos primeros trabajadores que llegaron a aquellas colonias que, lejos de parecer un barrio de Oviedo, más se parecía a una pequeña parroquia ajena a la vida de la capital.
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Todo cambió cuando, en 1976, la autopista 'Y' dividió Guillén Lafuerza, dejando viviendas a ambos lados de la vía, así como el derribo de tres hileras de casas, ubicadas en una calle completa. Quienes vivieron aquello lo recuerdan como «un antes y un después» en la vida del pueblo. Por aquel entonces, contaban con cuatro bares, varios comercios, aquellas salas de proyección y servicios públicos. Todo ello separado por el Rubín, el Psiquiátrico y el ferrocarril. Incluso contaron con un supermercado.
Pero la implantación de la autopista para unir las grandes ciudades asturianas, separó este barrio ovetense del centro de la ciudad. Aquello fue mermando, quedándose separado en dos. Sus límites son el IES Pérez de Ayala y la autovía, a su otro lado, y La Monxina, con la que también limita. En su mayoría son viviendas bajas, unifamiliares, aunque las calles Rosales, Claveles y Manuel Llaneza cuentan con las conocidas como 'casas altas'.
Aquellos vecinos que crearon la asociación hace ya «muchos» años, pero que retomaron hace una década, siguen siendo los mismos, aunque han llegado algunos extranjeros también. Hay poca juventud en la zona, pues la mayor parte de los residentes en Guillén Lafuerza son personas ya jubiladas. Su asociación vecinal y de festejos lucha por el vecindario, y celebra sus fiestas entre el 8 y el 11 de septiembre, coincidiendo con el Día de Asturias.
Además, cuentan con centro social y una escuela de 0 a 3 años, que tiene una larga lista de espera, una reivindicación habitual entre los vecinos.
«Los vecinos de Guillén Lafuerza somos una familia»
Comenzaba el siglo XX y, con él, se levantaba una pequeña construcción, casi a la altura de la rotonda que, 114 años después, sería una de las entradas al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Allí, no sería hasta 1921, veinte años después de la creación de la vivienda cuando abrió las puertas el que se acabaría coronando como uno «de los últimos supervivientes». Entonces, fue una tía de la madre de Leticia Posada; tras ella, fueron los progenitores de Posada y ahora es, junto a su marido Rolando Fernández, la tercera generación que mantiene un negocio que «da vida» a los algo más de mil vecinos que viven en Guillén Lafuerza: el bar Guillén.
La familia de Posada venía de Cerdeño, aunque ahora toda la familia son vecinos del barrio ovetense. Un barrio que, a pesar de solo contar con este bar, «tiene muchísima vida». Este negocio es «como el centro social del barrio, donde la gente se reúne, charla, toma algo, se divierte...». Y es que aunque pocos, «somos como una gran familia, de segundas y terceras generaciones».
«Siempre estamos por aquí los mismos, hacemos una vida común», asegura Posada. Una zona que «se vuelca también con la asociación de vecinos, con sus actividades: campeonatos de parchís, de cartas, carnavales, etcétera». Además, las casas bajas dan esa sensación de pequeño barrio, «tranquilo, cada uno con su casa y no en grandes edificios». Guillén Lafuerza está a escasos metros del HUCA, con lo que a poco más de cinco minutos del centro de la ciudad, pero «parece que estamos en un mundo diferente». Desde que el Hospital se ubicó en La Cadellada, «notamos que cada vez hay más tráfico en la zona», pero no les afecta en el día a día.
«Es una zona ideal para vivir dentro de la ciudad, pero apartados del ruido, del vaivén constante y de todo lo malo de una ciudad», manteniendo lo bueno, pudiendo llegar a realizar compras «en diez minutos».
«Este barrio es como un pueblo dentro de la ciudad»
Rosa Luz Solares vivía una vida muy diferente hace apenas cinco años. Estaba cobrando el paro, pues una enfermedad le obligó a ello, cuando, de camino a la piscina, «me percaté de este pequeño local», haciendo esquina, en el número 1 de la calle Manuel Llaneza, dentro del barrio de Guillén Lafuerza. Esta vecina de Ventanielles vio allí una oportunidad de emprender en un nuevo negocio en un barrio «que conozco desde que soy cría, al igual que a todos sus vecinos». Así que decidió lanzarse a la piscina el 1 de noviembre de 2018. A punto de cumplir cuatro años, y pandemia de por medio, su tienda de alimentación funciona en un barrio «que es como un pueblo dentro de la ciudad de Oviedo».
Aunque también considera que «no tiene tantas diferencias con el resto de barrios», pero la imagen que se percibe del mismo es la de «casas pequeñas, sin edificios, y pocos comercios». De hecho, casi esta tienda, junto con el bar, son los escasos negocios que sobreviven entre los 1.500 vecinos del barrio obrero.
En su día, un supermercado trató de abrir sus puertas para satisfacer los servicios de sus vecinos, pero no tuvo éxito. En cambio, Solares puso el ojo en este local, «vi que no había nada parecido en toda la zona y me salió bien». Ahora, atiende solo en horario de mañanas, «cuando el barrio tiene más actividad», a decenas de vecinos, que paran en la tienda. La cercanía con el HUCA «sí trajo consigo un aumento del tráfico en la zona, pero no movimiento en las calles, de personas que paren aquí; simplemente el tránsito».
Para Rosa Luz Solares, el ambiente «es muy familiar, sí que nos conocemos desde pequeños, yo hay vecinos que los conozco desde muy, muy niña». En su mayoría, estos son precisamente «las segundas generaciones de aquellos que vinieron a vivir durante el siglo pasado». Un barrio obrero y pequeño que «tiene vida propia», ajena a la ciudad.
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