¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
La nueva sede del IPLA en La Corredoria, tras los árboles que flanquean el acceso. PABLO LORENZANA

La planta piloto del IPLA replicará una industria láctea en 'miniatura' para crear nuevos productos

Permitirá testar nuevos ingredientes o modificar recetas tanto de bebidas como de productos fermentados, incluso no lácteos, en La Corredoria

Alberto Arce

Oviedo

Jueves, 11 de julio 2024, 02:00

A principios de 2022, la Agencia Estatal de Investigación (AEI), organismo dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, aprobó una ayuda de casi 800.000 ... euros para dotar de equipamiento la planta piloto del nuevo Instituto de Productos Lácteos de Asturias de La Corredoria. Se trata, tal y como adelantó EL COMERCIO, de uno de los apartados más punteros de todo lo que tiene que ver con el edificio que se convertirá en cuestión de dos meses en la sede del IPLA, que encara en este tiempo los preparativos de su traslado a la capital del Principado desde Villaviciosa. Una planta piloto que, entre otras cosas, incluirá equipos de última tecnología para replicar en 'miniatura' todos los procesos que se podrían realizar en una industria láctea. ¿Para qué? Con ello podrán testarse nuevos ingredientes, desarrollar nuevos productos o modificar recetas tanto de bebidas como de otros productos como podrían ser los fermentados, lácteos o no, y otros de baja viscosidad como las natillas.

Publicidad

El objetivo de esta planta es la generación de conocimiento y funcionará del lado de las empresas asturianas. En esta industria láctea en miniatura, denominada por los investigadores planta piloto de tratamiento térmico, se replicarán a un menor tamaño los procesos de las industrias lácteas. Esto es, con una capacidad de veinte litros a la hora, permitirá trabajar con lotes de tres litros, lo que «supone un ahorro muy grande en tiempo, recursos y generación de residuos», explican desde el instituto del CSIC. Por ejemplo, con ella se podrá esterilizar un producto empleando un tratamiento de ultra alta temperatura (UHT) indirecto mediante un intercambiador de calor tubular; o directo, por inyección de vapor. La planta también incluirá otros equipos como un homogeneizador de doble etapa y una cabina de flujo laminar «donde poder envasar el producto final en las condiciones higiénicas necesarias para poder realizar posteriormente análisis organolépticos con consumidores o estudios de vida útil de larga duración a temperatura ambiente». Para complementar a todo lo anterior, un tanque de mezcla y un fermentador, ambos con cincuenta litros de capacidad y control de temperatura.

No será lo único. Este nuevo espacio experimental también contará con un apartado de lo que se denomina filtración tangencial por membranas. En román paladino, el suero lácteo obtenido en la fabricación de quesos puede revalorizarse obteniendo fracciones proteicas de interés mediante la filtración selectiva utilizando membranas con diferentes tamaños de poro. Esta planta de filtración, continúan, «es modular, pudiendo emplearse tanto membranas de tipo espiral como cerámicas», lo que permitirá realizar «tareas de microfiltración, ultrafiltración, nanofiltración u ósmosis inversa». Pensando en la polivalencia, no está limitada al uso de suero lácteo y también puede se pueden aislar o concentrar otros productos alimentarios.

La tercera pata de la planta piloto pivota sobre un liofilizador de bandejas. La liofilización es un proceso, explican, que «nos permite la conservación de alimentos a temperatura ambiente durante un tiempo elevado manteniendo sus condiciones organolépticas». Consiste en la congelación y posterior deshidratación del alimento mediante la sublimación del agua que tiene en su interior. Es una técnica que se utiliza habitualmente para el almacenamiento de fermentos comerciales, por lo que se empleará en el diseño de nuevos fermentos a partir de los microorganismos disponibles en la colección del IPLA o nuevos aislados. «El equipo que tenemos en la planta piloto del IPLA consta de cuatro bandejas, lo que supone una superficie de liofilización de 0,6 m2».

Publicidad

El biorreactor

Dentro de los equipos adquiridos por el Instituto de Productos Lácteos para la nueva sede de La Corredoria tienen sendos capítulos aparte el biorreactor, que se trata de un equipo con una unidad base de treinta litros con control de temperatura, agitación y anaerobiosis que permite hasta ese volumen de crecimiento de cultivos bacterianos, tanto para la obtención de biomasa o de metabolitos de interés; y toda la parte de equipamiento para la realización de otros tipos de análisis. Esto último correrá a cargo de un reómetro rotacional, «que nos permite monitorizar parámetros de la coagulación durante la elaboración de quesos o leches fermentadas o caracterizar reológicamente muchos alimentos»; y un analizador de estabilidad de emulsiones, «fotocentrífuga analítica que en pocas horas realiza predicciones de la estabilidad de emulsiones, lo que supone un ahorro muy importante de tiempo en los estudios de vida útil de productos como bebidas vegetales o batidos de cacao».

El gasto de los fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación se completan con un equipo de limpieza formado por una unidad central y sus accesorios correspondientes para mantener las condiciones de trabajo adecuadas para una planta de estas características.

Publicidad

Mientras tanto, la plantilla del IPLA, formada por ochenta personas, cuenta los días y semanas para crecer en Oviedo en su nuevo edificio cinco años después del anuncio y tras una inversión cercana a los diez millones de euros.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad