El Principado avala el plan del Ayuntamiento de Oviedo para reformar y cubrir la plaza de toros

El proyecto municipal es un desarrollo, aún esquemático, del plan director que rechazó Patrimonio dos veces en el mandato de Agustín Iglesias Caunedo. Un desarrollo forzado por el avance del deterioro del inmueble y del que se ha encargado el mismo autor, el arquitecto ovetense y profesor de la Aarhus School of Architecture de Dinamarca, Nacho Ruiz Allen. La actuación conservaría el ruedo y el primer anillo de las gradas, única parte de la estructura original que se conserva, con las convenientes adaptaciones en vomitorios y pasillos para cumplir la normativa de seguridad y accesiblidad actual. Contempla desmontar la ruinosa grada alta, para luego hacer un recrecido hasta alcanzar la altura original del edificio.

El conjunto se remataría con una cubierta con apertura retráctil de ojo central que, en principio, Patrimonio considera viable, aunque, advierte, de que «habrá de concretarse en una propuesta cuidadosa y ajustada a la preservación de la construcción histórica».

Aun con todos los matices, el visto bueno de Patrimonio a la consulta efectuada por el Ayuntamiento supone la primera buena noticia tangible para la recuperación del ruinoso equipamiento. Ni el plan director de Caunedo ni la reforma parcial, previa rebaja de su nivel de protección en el Catálogo municipal planteada por Wenceslao López, lograron ningún avance.

El Ayuntamiento deberá ahora contratar el proyecto de recuperación del coso, para someterlo de nuevo al Consejo de Patrimonio y, solo con el aval de este, podrá poner en marcha las obras de reconstrucción.

La idea del equipo de gobierno es convertir el coso en un recinto multiusos con un aforo reducido a un máximo de 4.000 personas, pero sin renunciar a recuperar capacidad con la reconstrucción y recrecido del graderío alto hasta su diseño original.

La plaza, o lo que queda de ella, fue construida con caliza de una cantera del Naranco y las reconstrucciones y añadidos posteriores son en su mayor parte en ladrillo, convertidos en una esponja cargada de agua que añade más peso a la estructura. El moho cubre paredes enteras y la corrosión empieza a dañar las vigas que colocó Cadesa a finales de los años 80 para permitir, asegurando la grada alta, la reapertura de la plaza de toros durante el último mandato de Antonio Masip. La conclusión principal es que el graderío alto es ya insalvable y un peligro real y que el único modo de corregir los problemas es sustituyéndolo por completo. Patrimonio ha aceptado la idea.