El techno empieza a atronar
Aquasella. El festival comenzó con la llegada masiva de jóvenes que tenían «muchísimas ganas de fiesta»
La tarde comenzó ayer, en Arriondas, entre golpes de martillo y maletas que se arrastraban por el prau del festival Aquasella. Después de dos años de ausencia, la emblemática cita dio comienzo y eso significaba abrirle la puerta (la valla, mejor dicho) a los muchísimos campistas que, hasta el domingo, van a hacer hogar de este recinto, en el que reinan la música y la juerga. Todos ellos llegaban cargados y con «muchísimas ganas de fiesta», como apuntaba Gonzalo Ortiz, un madrileño, «de Carabanchel», mientras hinchaba una colchoneta, para dormir algo más a gusto.
Él, junto a sus amigos, confesaba que habían venido «como auténticos supervivientes», aunque fallaron en algunos pequeños detalles como llevar alimentos para resistir a los intensos días y noches. «Tendremos que ir a la compra porque no tenemos nada de comida», indicaba, entre risas. Para él, esta era la primera vez por estos lares y ya anunciaba que le estaba pareciendo que tenía «muy muy buena pinta».
Con su misma emoción estaba la madrileña Paula Suárez, quien ya tenía la entrada comprada para la edición de 2020. Pero aquello no pudo ser. «Teníamos muchísimas ganas de estar aquí», desvelaba. Ella contaba que, en la capital, «nos conocemos todos los fans del techno», lo que hace que sean «como una familia» que peregrina cada verano al Aquasella. Además, esta joven aseguraba que «venir es salir de la zona de confort porque no estoy acostumbrada a dormir en tienda de campaña y a ducharme con más gente y voy a tener que hacerlo», decía, feliz de vivir la experiencia.
Será toda una aventura, en la que podrán pasárselo genial y, sobre todo, descansar de los calores del resto de rincones de España. «No solo nos gusta el festival por la música, también por el fresquito», bromeaba, totalmente en serio, Teresa Bueno. Ella acababa de llegar desde Murcia «siguiendo las recomendaciones de todos nuestros amigos que habían venido y nos dijeron que no podíamos faltar», contaba.
Por culpa también de los consejos de unos cuantos conocidos llegaron hasta el festival Anika Badelt y Luciana Jorgens, quienes prometían que «todos los amantes del techno hablan del Aquasella».
Será verdad porque por allí había melómanos de casi todos los rincones de España. Eso sí: los había sencillos y otros más exquisitos, que eligieron alojarse en el glamping, para descansar en condiciones. En esta zona las tiendas de campaña las proporciona la organización, son más amplias y más cómodas y, además, tienen el desayuno incluido. Allí estaban alojados los toledanos, de Quintanar de la Orden, Luis Heras y Alberto Rodríguez, quienes defendían su decisión. «Es mejor que te den la tienda porque el viaje hasta aquí es bastante largo y tuvimos que venir muy cargados porque trajimos muchísimas cosas, entre comida y ropa», contaban.
Para gustos, colores, pero en lo que todo el mundo estaba de acuerdo es en que la diversión estaba asegurada con el cartel del festival, que permitió que ayer pasaran por el escenario Delgado, Carlos Chaparro, Paul Darey, Mark Knight, Anfisa Letyago, Anna Tur y Cristian Varela. Muchas manos en alto y unos cuantos móviles grabando las sesiones, que se prolongaron durante la madrugada.
Y, para recargar fuerzas, entre saltos, bailes y emociones, las gastronetas ofrecían un rincón donde tomarse un respiro y un perrito, una hamburguesa, una pizza o unas patatas. Además, junto a ellas, se alzaba una noria, desde la que contemplar una panorámica de este espectacular festival, que espera reunir a más de 40.000 personas en esta edición, en la que celebra sus veinticinco años. Probablemente, los primeros de muchos.