¿Intercambiarías tu casa por vacaciones? «Con la mente abierta puedes ir a sitios que ni te esperas»
Dos familias nos cuentan su experiencia alojándose en el hogar de otras personas, una forma de viajar económica y cada vez más utilizada
Tal vez sea el elevado precio de los hoteles, tal vez el cerco cada vez mayor a las viviendas vacacionales, quizá la necesidad creciente de viajar en el tiempo libre sí o sí, el caso es que el intercambio de domicilios es cada vez más utilizado. En España, una sola plataforma tiene más de 30.000 usuarios activos que practican este método para abaratar sus vacaciones y se calcula que el año pasado se realizaron hasta 2.5 millones de pernoctaciones por esta vía en todo el mundo. Hoy, dos familias nos cuentan la experiencia de veranear en el hogar habitual de otras personas, que a su vez están de viaje. Unos viven en Gijón, otros en Francia... Son ellos los que relatan todas las ventajas y alguno de los inconvenientes de este modo de veranear que está de moda y amenaza con convertirse en tendencia. ¿Te apuntas a probar la experiencia?
«Con la mente abierta puedes ir a sitios que ni te esperas»
Patricia y Emilio viven en un chalet en la zona rural gijonesa y han viajado por todo el mundo. Sus próximos destinos serán Sicilia y Canadá
Patricia y Emilio residen en Gijón en una casa que ha sido suya y también, temporalmente, de numerosos viajeros que buscaban la tranquilidad de un hogar a diez minutos del centro de la ciudad. Ambos ya jubilados y unidos por una pasión, la de viajar, decidieron hace ya nueve años lanzarse a probar la experiencia de intercambiar su casa con otros trotamundos. «El primer paso cuesta mucho darlo, porque al final es tu intimidad y son tus cosas, pero una vez que lo das, la experiencia es tan buena que acabas perdiendo ese miedo», explica Patricia.
La primera ventaja que encontraron, claro, fue la económica. Viajar de esta manera reduce considerablemente los gastos de alojamiento en el destino. Pero ahora, «va más allá. Cuando vas a un sitio te integras con la gente de ese lugar, vas y vives como los locales, no eres un turista», argumentan. Y esa sensación es la que ahora les motiva. «La gente te deja recomendaciones de sus sitios, de sus restaurantes favoritos, del supermercado de la esquina. Al final es una manera de viajar, no es solo una cuestión de dinero».
El funcionamiento de los intercambios, que hacen a través de HomeExange, no siempre es el mismo: se puede hacer de manera simultánea –los dos viajeros intercambian su hogar a la vez–, o no. Esto facilita mucho las cosas, pues, para viajes largos como Nueva Zelanda, donde estuvieron un mes el pasado año y pasaron por siete alojamientos, «es más difícil encontrar a gente que quiera venir a tu casa a la vez». Por eso la plataforma cuenta con un sistema de puntos, que evalúa factores como la capacidad del alojamiento o su limpieza, que pueden utilizarse para reservar las viviendas sin tener que realizar un intercambio simultáneo.
«Si tienes la mente abierta puedes ir a sitios que ni te esperas», comparte Patricia. «Si quieres ir en julio a Málaga, probablemente no te vas a ir porque la gente que está dispuesta a intercambiar, la mayoría está dispuesta también a alquilar, así que en julio no vas a encontrar un apartamento en la playa», asegura. «Tienes que diferenciar lo que es viajar de lo que es estar de vacaciones».
En total, llevan ya 76 intercambios, y por su hogar han pasado viajeros de numerosas procedencias. «Nosotros les dejamos siempre un detalle, una botella de sidra, una botella de vino o unas cervezas. Les dejamos información de Gijón y luego, la gente siempre te trae un detalle, cuestión de cortesía», comparte Emilio. «Y nunca jamás hemos echado en falta nada en nuestra casa», añade Patricia. «Yo creo que los dos requisitos son apertura de mente y tener claro que las cosas solo son cosas. Lo material solo es material. Si entran un día aquí a robar, lo más valioso somos nosotros dos».
Cuando miran al horizonte, sus próximos objetivos son Sicilia y Canadá, donde planean viajar en 2026, ya que anualmente suelen pasar fuera de su hogar entre 40 y 50 días. «Cuando viajamos, lo que nos cuesta es el vuelo o el viaje, luego estar allí ya no nos cuesta mucho más que estar aquí, y esto nos permite hacer los viajes más largos», cuentan. «Yo siempre pensé que cuando me jubilara nos compraríamos una caravana y nos dedicaríamos a viajar, pero con la pandemia, el boom que hubo y lo restringido que se ha vuelto, a mí se me quitaron las ganas», afirma Patricia. «Al final, pensamos que para qué irnos a una caravana si es mucho más cómodo ir a una casa» que, además, normalmente está mejor equipada que un apartamento vacacional.
Es una forma de verlo cada vez más común, y ellos son testigos del auge del negocio, que «ha crecido exponencialmente». En Asturias ya hay 400 hogares anunciados en la plataforma, y otras ciudades como Barcelona superan los 5.000. En el extranjero, sin embargo, el número de inmuebles es aún mayor: ciudades como París superan los 9.000. Patricia y Emilio lo tienen claro: las cosas son solo cosas y su hogar está en cualquier parte del mundo que estén juntos.
«Siempre hemos dado con casas espectaculares»
Cecile, su marido y sus dos hijas (Sallanches, Francia), están recorriendo el norte de España de casa en casa, pero cada verano su plan es distinto
Cecile y su familia viven durante el curso escolar en Sallanches, una pequeña localidad situada en los Alpes franceses. Hace aproximadamente 15 años, ella y su marido se lanzaron a la aventura del intercambio de casas «pensando en ahorrar, no te voy a mentir», confiesa. «Pero ahora por muchas más cosas».
Tienen dos hijas de 10 y 12 años que desde que vinieron al mundo han tenido la oportunidad de viajar de esta manera. «Al principio íbamos buscando casas de gente que tuviera hijos de la misma edad, y así encuentras la cama para bebé, la sillita... es todo mucho más cómodo», comparte Cecile. «Además, los juguetes no son los que se nos hubiese ocurrido comprarles a nosotros, y a ellas también les gusta ver juguetes que no tienen habitualmente en su casa». Para ellos también es una ventaja que los hogares tengan vida, pues los suelen encontrar «mucho mejor equipados» en estancias como la cocina, donde Cecile confiesa que disfruta de tener utensilios del día a día, pues es una gran aficionada a cocinar. También lo nota en los colchones, por ejemplo, ya que han sido seleccionados por personas que realmente querían dormir sobre ellos. «No son los colchones viejos que han puesto para alquilar en una casa de alquiler», asegura.
No sabría definir un perfil de viajero habitual, porque «hemos hecho intercambios con gente de 18 a 70 años y nos hemos metido en casas tanto de estudiantes como de gente jubilada o con familias». «Hay de todo, no hay un perfil, yo creo que sobre todo es gente abierta a la que le gusta viajar», que es lo que une, al final, a todos estos aventureros. «A nivel económico, nos hemos metido en casas de gente bastante más humilde y también en casas de personas que se veía que tenían muchísimo dinero», cuenta.
Desde que comenzaron, han realizado ya un total de 168 intercambios y han visitado lugares como Italia, Alemania, España o la isla Martinica. «Sinceramente, siempre hemos tenido la suerte de encontrar casas espectaculares que nunca nos hubiésemos permitido alquilar», confiesa. «Aunque podríamos, no nos gastaríamos tanto dinero en casas tan especiales».
Este verano, igual que el anterior, lo están dedicando a recorrer el norte de España pasando por aquí, concretamente por Gijón, pero también por otros lugares como Castro Urdiales o San Sebastián. «Somos profesores, así que tenemos muchísimas vacaciones y, gracias a intercambiar, tenemos la oportunidad de irnos siempre que tenemos días libres».
Para Cecile, lo más importante a la hora de seleccionar un alojamiento es la limpieza, pues confiesa que ella misma, antes de dejar su casa en manos de otras personas, dedica varios días a limpiarla en profundidad. Pero si hablamos de seguridad, que puede ser una de las preocupaciones de los viajeros antes de lanzarse a los intercambios, «no te voy a decir que han sido todas las experiencias perfectas, pero en 168 hemos tenido tres problemas como máximo», cuenta. «Hay que pensar que tú metes a gente desconocida, pero que esa gente también mete gente en su casa, con lo cual el respeto es mutuo por lo general». Y el sistema de puntos de HomeExange les genera bastante confianza, pues garantiza que otros viajeros hayan tenido experiencias positivas. Antes de recibir huéspedes no quita nada, porque no tiene «muchas cosas frágiles en casa o con mucho valor». Antes, quizá, tenía más preocupación e incluso guardaba con mayor celo documentos importantes, pero ahora ya no lo tiene en cuenta. «Yo sé que la gente no viene a mirar mis papeles del banco», comparte.
Sueñan con viajar a Asia o Nueva Zelanda. «Y mis hijas sueñan con Londres, que todavía no hemos ido. Quieren ver el museo de Harry Potter». El mensaje para las personas que dudan si arriesgarse a intercambiar su hogar, lo tiene claro: «Les diría que prueben y verán como tienen ganas de repetir».