Alma Guillermoprieto, premio Princesa de Comunicación y Humanidades: «No se me ha acabado la curiosidad por el mundo»
Mexicana de nacimiento, ha sido testigo directo de la historia de Iberoamerica de las últimas décadas
Firma Alma Guillermoprieto, así todo unido, pero en realidad sus apellidos discurren en su identidad por separado. Ella es la periodista extranjera de la que hablaba ayer José María Anson al vaticinar que el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades se iría fuera del territorio español y tocaría la trayectoria de una persona vinculada a la comunicación. Ella es la periodista que ha visto en vivo y en directo los acontecimientos más cruentos y trascendentales de América Latina en las últimas décadas. Quiso ser bailarina. De hecho lo intentó.
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Viajó desde su México natal a Estados Unidos para afianzar su carrera. Pero no pudo ser. Lo intentó luego en Cuba dando clase de danza, y allí, a la vera de Fidel Castro y de sus revolución, descubrió la sensación de contar las cosas que pasaban y veía y sentía. Por eso decidió convertirse en periodista. Nacida en 1949, a punto de cumplir 69 años, los celebrará este mismo mes de mayo (el 27), empezó su carrera en los setenta. Justo en 1973 abandona la danza. Y hoy, cuatro décadas después, es considerada una sólida representación de «los mejores valores del periodismo en la sociedad contemporánea».
Así lo decía hace solo unos minutos el presidente del jurado, el académico Víctor García de la Concha, que al dar lectura al fallo del jurado subrayaba no solo la larga trayectoria de Alma, sino «su profundo conocimiento de la compleja realidad de iberoamérica». Una realidad, que «ha transmitido con enorme coraje también en el ámbito de la comunicación anglosajona, tendiendo, de este modo, puentes en todo el continente americano».
A su «escritura clara, rotunda y comprometida», también se refiere el documento que la hace tomar el testigo de Les Luthiers en este galardón, el segundo que adopta identidad en esta XXXVIII edición de los Princesa de Asturias.
Ha escrito en el 'The Guardian' sobre la insurrección nicaragüense, «con lo justo para sobrevivir» ha contado en alguna otra ocasión. En el 'Washington Post', donde narro la masacre de Mozote, en El Salvador. La supervivencia y las dificultades han formado casi siempre parte de su día a día. Alma Guillermoprieto ha puesto muchas veces en peligro su propia vida para convertirse en testigo directo de la historia de Iberoamérica.
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Ha sido jefa para América del Sur de 'Newsweek', ha escritor reportajes para 'The New Yorker' y 'The New York Review of Books'. En los 90 contó la guerra civil colombiana, reveló actividades de Sendero Luminoso, escribió sobre las secuelas de la guerra sucia en Argentina y sobre la Nicaragüa post sandinista. Reportajes que acabó llevando a las páginas de un libro, 'Al pie del volcán te escribo', considerado «un retrato clásico de la política y la cultura de América Latina durante la década perdida».
Su candidatura fue propuesta por Antonio Lucas, que participará en unas semanas en el jurado del Premio de las Letras. Si bien en un primer momento no estaba entre las favoritas del debate, pronto su trayectoria conquistó a quienes debían dar su voto. Un tribunal integrado por el mencionado académico asturiano, que actuó como presidente, Luis María Anson, Alberto Anaut, Alberto Oliart, Juan Barja, César Bona, Irene Cano, Aurora Egido, Taciana Fisac, Elsia González Díaz, Alan Goodman , José Antonio Sánchez, Diana Sorensen y José Antonio Vera. Entre todos lograron que Guillermoprieto, honoraria de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias y doctora honoris causa por el Baruch College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, se convierta en la tercera mujer en subir al palmarés de este galardón. La primera fue María Zambrano, en 1981 y la segunda fue la fotógrafa Annie Leibovitz , en 2013.
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Se une este reconocimiento a otros muchos que ya tiene, como el Maria Moors Cabot (EE.UU., 1990), el de la Asociación de Estudios Lationamericanos a Medios (EE.UU., 1992); el MacArthur Fellow (EE.UU., 1995); el George Polk (EE.UU., 2000); dos del Overseas Press Club of America en 2008 y 2010 (compartido con Shaul Schwarz); el Lifetime Achievement de la International Women's Media Foundation (EE.UU., 2010) y el Premio Ortega y Gasset (2017).
Los Premios Princesa de Asturias están destinados, según señala su Reglamento, a galardonar «la labor científica, técnica, cultural, social y humanitaria realizada por personas, instituciones, grupo de personas o de instituciones en el ámbito internacional». Conforme a estos principios, el Premio Princesa de Asturias Comunicación y Humanidades se concederá a «la labor de cultivo y perfeccionamiento de las ciencias y disciplinas consideradas como actividades humanísticas y de lo relacionado con los medios de comunicación social en todas sus expresiones».
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En esta edición concurrían un total de 27 candidaturas procedentes de 10 países.
Este ha sido el segundo de los ocho Premios Princesa de Asturias que se conceden este año, en que cumplen su trigésimo octava edición. Anteriormente fue otorgado el Premio Princesa de Asturias de las Artes al cineasta estadounidense Martin Scorsese. En las próximas semanas se fallarán los correspondientes a (por orden) Cooperación Internacional, Deportes, Letras, Ciencias Sociales, Investigación Científica y Técnica y Concordia.
El Premio está dotado con una escultura de Joan Miró –símbolo representativo del galardón−, la cantidad en metálico de 50.000 euros, un diploma y una insignia.
«Yo no iba para reportera»
La mexicana Alma Estela Guillermoprieto, que ha obtenido hoy el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2018, asegura a Efe que no se le ha acabado la curiosidad por el mundo después de 40 años de periodismo, en los que ha contado sobre todo la realidad de Iberoamérica.
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En conversación telefónica desde Bogotá, donde vive, Guillermoprieto confiesa que ha recibido la noticia del premio «asombrada», porque es algo «muy grande, inmenso y absolutamente inesperado». «Todavía estoy asimilando el impacto y lo que significa», un premio que es un estímulo para vivir, trabajar y escribir, ha admitido.
Sobre sus 40 años de «oficio», como ella dice, más que un reportaje o historia que la hayan marcado, está «el impacto de un continente» a lo largo de cuatro décadas.
«Estoy pensando mucho en Nicaragua, porque allí empecé, y lo que sucede hoy en día allá es terrible y circular», explica en alusión a los muertos en las protestas ciudadanas de los últimos días contra el gobierno del presidente de ese país centroamericano, Daniel Ortega.
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La insurrección nicaragüense de los años setenta fue su primera experiencia como reportera. Fueron momentos de «esperanza inmensa», pero también hay épocas de retroceso, y estamos en una de esas«, comenta la periodista, que firma como Alma Guillermoprieto.
«Yo no iba para reportera -cuenta-. Cuando estaba en Nicaragua reporteando, jamás se me ocurrió que eso iba a ser mi vida».
Pero siempre había otra historia que contar, y luego otra y otra. «Historias maravillosas, incluso por lo terrible, cosas de las que hay que asombrarse y hay que contar», argumenta.
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Sobre su experiencia de reportera para gran cantidad de medios anglosajones, señala que, en la medida de lo posible, ella ha tratado de comunicar la realidad de Iberoamérica: «Estados Unidos e Inglaterra han sido enormemente generosos conmigo y con lo que yo digo», reconoce.
Asimismo, señala que también hay que admitir que el interés de EE.UU. por América Latina se acabó con los atentados yihadistas del 11 de septiembre de 2001. «Estados Unidos está obsesionado consigo mismo y con razón», dice.
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Ahora espera retomar un libro en el que trabaja sobre la paz en Colombia, y «ojalá se consolide», espera, para poder reportear como nunca, «libremente, en un país sin miedo».
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