La Princesa Leonor: «Soy consciente de mi deber y de lo que implican mis responsabilidades»
La Princesa de Asturias abrazó con vocación de servicio su papel institucional, a unos días de la mayoría de edad
Suelen llegar los dieciocho años en plena consciencia de los derechos que implica alcanzar la mayoría de edad. Llegan a saciar la sed juvenil de ir y venir, de entrar y salir, de una mayor libertad que permita gozar de lo mejor de la vida. Irrumpen apenas superada la adolescencia para brindar –ya legalmente– por todo lo bueno que está por ocurrir. Y, sin embargo, Leonor se ha despedido de su niñez, a pocos días de su gran cumpleaños y de jurar la Constitución ante las Cortes en el que será uno de sus actos más importantes como heredera al trono de España, obviando todos sus nuevos e ilusionantes derechos para centrar en sus obligaciones el discurso de la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias.
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No es una joven normal. Eso es evidente, por mucho que intente conservar todo lo que de normal pueda tener su vida. Su discurso incidió en varias ocasiones y con diferentes palabras en la misma idea. «Exigencia», «renuncia», «deber», «responsabilidad». Todas sirvieron para reforzar la imagen de vocación de servicio que la Princesa viene dando, prácticamente, desde su primer discurso, pero que ahora gana peso en este escenario. Ya no es una niña que se dirige a un comprensivo y receptivo auditorio. Leonor se mostró ante los asistentes al Teatro Campoamor como la mujer en formación pero ya preparada que está llamada a reinar el país.
Se acercó al atril para comenzar explicando el contexto de su alocución. «Me gustaría poder expresar con facilidad lo que siento en un día como hoy, aquí en Oviedo, después de haber prestado juramento de servicio a España ante nuestra bandera hace apenas dos semanas», dijo. La Princesa hizo así referencia al inicio de su educación militar. Una formación que, antes que ella, ya recibió su padre, y que a Leonor le está «permitiendo compartir el aprendizaje continuo con personas que han elegido una vida de servicio con grandes exigencias y renuncias personales». Las mismas que deberá asumir si quiere destacar en el desempeño de su función institucional presente y futura.
Mostró su realidad para insistir en su total entrega al papel que le ha reservado la historia: «Lo que puedo decirles es que entiendo muy bien y soy consciente de cuál es mi deber y de lo que implican mis responsabilidades», incidió.
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Dicho lo anterior, tal y como correspondía en los discursos que hoy en Oviedo y mañana en las parroquias maliayas reconocidas este 2023 como Pueblo Ejemplar la despiden como menor de edad, pasó a desgranar los Premios Princesa de este año. Y si en ocasiones anteriores lo hizo refiriéndose recurrentemente a su generación, al conjunto de jóvenes españoles y a su papel en la España del mañana, sus palabras se elevaron para dar cabida a toda la sociedad. Como Presidenta de honor de esta Fundación, una de sus labores, reconoció, «es comprender y valorar lo que nuestros premiados aportan a una sociedad donde convivimos muchas generaciones con la idea de lograr que quienes más lo necesitan, tengan la oportunidad de mejorar sus vidas, su educación, su salud; y que la ciencia, la cultura y la protección del medio ambiente sean una prioridad». Quedaron así también fijadas las que son sus prioridades, al mismo tiempo que lanzó un mensaje claro de unión: «Esto sólo lo podemos lograr con objetivos comunes y esfuerzo individual y colectivo».
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Repasó y resaltó la labor de los diferentes premiados. Elogió lo más destacado de cada uno, lo que les hace extraordinariamente valiosos y diferentes y, también, aquello que les une en la excelencia. «Aspiro a sentirme identificada, aunque sumen algunas décadas más que yo», explicó, «porque siento que transmiten, con sus acciones y sus obras, esa esperanza que nos guía y nos inspira a los jóvenes».
Poco más quedaba por decir. Agradecer a los distinguidos la «luz que proyectan sobre los retos y la complejidad del mundo que nos toca vivir» y cerrar su discurso, de nuevo, apelando a un «camino compartido y esperanzado, sin eludir esfuerzos y con responsabilidad». De nuevo, responsabilidad.
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