Un traspaso histórico que recuerda a otras épocas
Las últimas ventas importantes de jugadores del Avilés se remontan a finales del siglo pasado con Irazusta y David
A. SANTOS
AVILÉS.
Jueves, 8 de agosto 2024, 00:51
La venta de un jugador del Real Avilés Industrial como Miguel Sierra no sólo es un negocio para el club, sino que se convierte en una efeméride. La controvertida trayectoria de la entidad en las últimas décadas no ha dado para hacer mucha caja con traspasos, hasta el punto de que hay que remontarse a finales del siglo pasado para encontrar una operación ventajosa para la entidad blanquiazul.
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Por ejemplo, hay que volver a la temporada 1999-2000, de muy mal recuerdo para la afición del Real Avilés ya que acabaría descendiendo a Tercera División en la promoción ante el Novelda. Ese año, con el equipo cuarto clasificado al principio de la segunda vuelta, ya se había traspasado al goleador Joseba Irazusta al Córdoba de Segunda División y se decidió vender también a David al Mérida, con la mala suerte de que el equipo extremeño acabaría desapareciendo y el Avilés no cobró nada. El equipo se quedó con un solo delantero, Juliá, y cayó en barrena hasta jugar la promoción de descenso y perderla ante el Novelda.
Previamente a los traspasos de Irazusta y David, la anterior gran operación se había dado en la época de Manuel Lloriana como presidente, con la venta de Esteban Suárez al Real Oviedo.
En lo que llevamos de siglo y bajo los diferentes gestores que ha tenido el Real Avilés se realizaron algunos traspasos de jugadores de la primera plantilla que tenían contrato en vigor, pero con otro tipo de contraprestaciones.
Por lo que respecta a la cantera, la sangría de jugadores desde La Toba hacia las canteras del Sporting y del Real Oviedo de forma gratuita al finalizar su etapa juvenil ha sido constante, sin más beneficio para el Avilés que los derechos de formación.
Esa 'barra libre' se inició con la retirada de sus cargos de los anteriores presidentes del Sporting y del Real Oviedo, Manuel Vega-Arango y Eugenio Prieto, respectivamente. Ambos habían hecho un pacto de caballeros por el que, aunque quedasen libres los jugadores de la cantera del Real Avilés, pagaban una cantidad fija en concepto de compensación.
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